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Los cazadores de coronavirus: cómo trabajan los encargados de rastrear a las personas con síntomas

Son parte del equipo del dispositivo Detectar que trabaja casa por casa. En el último mes, identificaron 2570 casos en el AMBA.

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El equipo de trabajo de la Dirección de Salud Comunitaria del ministerio de Salud de Provincia de Buenos Aires. | Cedoc Perfil.

Se desempeñan en 19 barrios del AMBA y gracias a su trabajo en el último mes lograron detectar 2570 casos de coronavirus en parte del Conurbano y la Ciudad de Buenos Aires. Vestidos con cofias, ambos y camisolines, caminan casa por casa para encontrar la mayor cantidad de personas con síntomas de Covid-19. Presentes en la primera línea de batalla, son, en definitiva, los que ponen el cuerpo junto a los trabajadores de la salud y los referentes barriales para hacer frente a la pandemia.

“Es un trabajo intenso”, cuenta Mayti Sánchez en comunicación telefónica con PERFIL desde el barrio José Luis Cabezas, un asentamiento ubicado en el límite entre Berisso y Ensenada, provincia de Buenos Aires. “En las zonas vulnerables es una política efectiva porque salimos a buscar a esas personas que tienen un síntoma leve, como por ejemplo un dolor de garganta. Estamos atendiendo la cuestión de forma prematura y eso me parece que es importante”, detalla.

Sánchez tiene 26 años, es pedagogo e integra el equipo de trabajo de la Dirección de Salud Comunitaria del ministerio de Salud de Provincia de Buenos Aires. Allí, se coordinan los equipos del Dispositivo Estratégico de Testeo para Coronavirus en Territorio de Argentina (Detectar), que “barre” las zonas más calientes. Debido a su trabajo, en las últimas semanas estuvo también en San Martín, San Isidro y Pilar.

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“La recepción de los operativos es muy buena. La gente agradece y es receptiva. Tenemos un abordaje con empatía y escucha porque entendemos que hay gente con miedo, que está encerrada hace 80 días y eso implica un montón para las personas. Vamos con mucha paciencia”, afirma mientras se hace un hueco para hablar previo al inicio de su jornada diaria.

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Integrantes del dispositivo Detectar en el barrio José Luis Cabezas.

Una tarea ardua. El trabajo de estos cazadores de covid-19  consta, a grandes rasgos, de un mapeo del territorio y la división en equipos que se encargarán de rastrillar las manzanas asignadas. “Hablamos con dos o tres referentes del grupo familiar, repasamos los síntomas y preguntamos cuántas personas viven allí y cuántas casas hay, porque a veces hay otra vivienda más arriba o atrás”, explica Sánchez.

El operativo “casa por casa” es conciso: consultan si alguien ha tenido síntomas y en el caso que la respuesta sea negativa, chequean si necesitan la vacuna antigripal. Si la respuesta es positiva, se llena una planilla de “caso sospechoso” y se acompaña a la persona, junto a un referente del barrio, a “la base epidemiológica”, un camión de gran tamaño que funciona como consultorio.

Según relata Sánchez, ahí la persona es hisopada, se le hace un triage exhaustivo y se ve con quiénes estuvo en los últimos días. Además, se ve si puede hacer el aislamiento preventivo en su casa hasta que esté el resultado, o se analiza a qué centro de aislamiento puede ir. En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, la persona es trasladada a la Unidad Febril de Urgencia (UFU) más cercana. Los equipos son interdisciplinarios y cuentan con psicólogos, trabajadores sociales, médicos y administrativos, entre otros.

“En los barrios populares está complicado, la gente no tiene para trabajar y no puede salir, pero en cuestiones de salud se cuidan mucho. Están conscientes de que lo que hay que hacer es cuidarse”, reflexiona. “Este es un barrio es más chico”, agrega en referencia al José Luis Cabezas, y recalca: “En San Martín vimos 11 mil personas en cinco días".

Cómo funciona Detectar, el operativo por coronavirus en villas

Miedo y recaudos. El dispositivo Detectar funciona en diferentes distritos del país y se coordina entre Nación, las provincias y los municipios. El fin de semana pasado se implementó por primera vez fuera de los las zonas vulnerables del AMBA al instalarse en el barrio porteño Balvanera. Allí, entre el sábado y el lunes se testeó a 123 personas y se detectaron 40 casos positivos. Este miércoles, el operativo también llegó a Flores, con la presencia de la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti. 

Los resultados muestran avances, al punto que el Ministerio de Salud presentó el programa en una reunión virtual con miembros de la Organización Mundial de la Salud. Pero no todo es color de rosa. “Tuvimos una vez un episodio con un hombre al que le golpeamos la puerta y salió a filmarnos con un celular. Salió mal predispuesto. Fue esa vez sola”, argumenta Sánchez ante la consulta de la respuesta de la gente.

“En un grupo que coordinaba también hubo una señora que no quería ir al centro de aislamiento porque no quería dejar su vivienda, pero en términos generales con la cuarentena no hay problema. La gente tiene mucha confianza”, asevera.

En una actividad cuerpo a cuerpo contra el virus, los temores también pueden estar presentes. “Al principio había miedo, como les pasó a todos. En mi familia también, estábamos todos muy pendientes del cuidado. Con el correr de los meses, nos dimos cuenta que había que tener cuidado pero que no es que si salís inevitablemente te vas a contagiar. Los métodos de cuidado, la distancia social y los equipos de protección personal funcionan”, sostiene Mayti.

Entre los métodos de prevención diarios, estos equipos cuentan con camisolines, cofias, barbijos quirúrgicos, mucho alcohol en gel y el infalible distanciamiento social. “No entramos a las casas. Si hay que vacunar, se les pide a las personas que se pongan un tapaboca. En caso de que identifiquemos un caso sospechoso y nos tenga que acompañar a la base, se le pone un barbijo quirúrgico. En algunos municipios, si está lejos de la base, se lo busca con una ambulancia, en otros se va caminando”, argumenta.

Y concluye: “Hay cosas muy simples: no podemos tocar las puertas para ir a ver los vecinos. En general golpeamos las manos. Son cosas chiquitas pero de cuidado que nos parecen importantes. Lo que tenemos a favor es que no estamos en un lugar cerrado. Eso disminuye un montón el riesgo, además del alcohol en gel constante y la distancia social”.

FeL