Especialistas en toxicología consideraron que podrían haberse usado opiáceos para adulterar la cocaína que causó 23 muertes y la intoxicación y hospitalización de, al menos, treinta personas, diez de las cuales se encuentran en terapia intensiva, en la provincia de Buenos Aires. Al tiempo de advertir sobre los daños que produce esa combinación letal para la salud.
“Es importante conocer los resultados toxicológicos ya que estamos frente a una intoxicación masiva”, dijo la médica toxicóloga Mónica Nápoli, integrante de “Hablemos de doping y adicciones”, un grupo de profesionales dedicados a la prevención, testeo y asistencia de consumo problemático de sustancias en escuelas, empresas y el deporte, y del Comité Científico de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar).
Nápoli sostuvo que “los bioquímicos están estudiando los productos decomisados para saber qué hay, además de la cocaína, dentro del polvo blanco que han comprado los consumidores”.
Respecto a la posibilidad de que la cocaína se haya reducido con veneno para ratas, la especialista resaltó que “los raticidas son productos que no tienen un efecto fulminante inmediato” como sucedió en estos casos.
“Puede ser cianuro o un producto derivado del opio”, por cuanto “muchas veces se busca la asociación psicoactiva de varios productos para producir una experiencia diferente”, consideró.
En ese marco, Nápoli pidió celeridad en la realización de esos estudios para “poder asistir más rápidamente a quienes concurren a las guardias” debido a que “en el caso de que fuera fentanilo (opioide sintético similar a la morfina pero entre 50 y 100 veces más potente), tenemos como antídoto la naloxona”, utilizada como tratamiento para la intoxicación aguda por opiáceos.
Luego aclaró que si fuera fentanilo, es raro que se use para “estirar la cocaína” porque “es una sustancia costosa”, con ese propósito se utilizan “cosas más baratas”.
Por su parte, el jefe de Toxicología del Hospital Fernández, Carlos Damin, afirmó que reciben “entre 300 y 400 intoxicados de cocaína por año” en ese centro sanitario porteño, y consideró que posiblemente la sustancia que se utilizó para adulterar la cocaína es un “derivado de opioides”.
“El miércoles, cuando vimos la sintomatología de los pacientes, desde el servicio nos comunicamos con la gente de los hospitales que tenían internados y juntos pudimos deducir que era posible que fuera un derivado de un opioide”, aseguró Damin.
El especialista observó que se incrementó “el consumo de sustancias (estupefacientes) a lo largo de la pandemia”, pero en cuanto a la cocaína aclaró que “no estamos recibiendo más pacientes que los que recibimos frecuentemente”.
Damin explicó que la sintomatología de los opioides produce “un cuadro muy característico que es depresión respiratoria, depresión progresiva del sensor, es decir la gente empieza con sueño y termina en coma”.
“Esto es lo que estaba pasando con estos pacientes, y por eso lo tomamos como hipótesis”, aseguró el toxicólogo, quien agregó que por dicha razón “se lo trató con un antídoto de esta sustancia y dio resultado”.
El jefe de Toxicología del Hospital Fernández indicó que “definitivamente la cocaína en nuestro país tiene muy poca pureza, raramente supera el 30 o 40%”, pero se mostró sorprendido sobre la posibilidad de que se haya utilizado un opioide para reducirla, y así abaratar su costo, porque es “mucho más caro que la cocaína. No parece algo casual, sino dirigido”, consideró.
“Es una situación crítica y lamentable para la salud de nuestra población. Desde que trabajo con esta problemática, hace unos 15 años, no recuerdo ningún antecedente del mismo. Si bien existe un adulteramiento de las sustancias que se consumen, ninguna ha sido con estas consecuencias”, afirmó Matías Alonso, director del Dispositivo Territorial Comunitario de la Fundación PUPI (DTC-PUPI). “Si bien ha sucedido en algunos países de Latinoamérica, hasta ahora nunca se había visto algo así en la Argentina. “Preocupa y moviliza la situación que se está atravesando”, agregó.
“El consumo problemático de sustancias es multicausal y se encuentra relacionado con la situación singular de cada individuo. Desde la Fundación evaluamos cada caso y cada situación de manera individual, ofreciendo un tratamiento integral a través de grupos terapéuticos, talleres deportivos, de oficio, culturales, grupos de orientación y entrevistas individuales”, completó.
Según explicó Alonso, el DTC-PUPI es una cogestión con la Fundación y Sedronar, que brinda tratamiento ambulatorio gratuito, a todos aquellos sujetos que se encuentren atravesando situaciones de consumo problemático, también, y a través del Programa Fortalecer, realizamos un amplio trabajo territorial, preventivo y asistencial, dentro de los barrios Villa Jardín, Acuba, Monte Chingolo y Villa Pora, en el municipio de Lanús.
En relación con el rol que debería cumplir el Estado en este tipo de problemáticas, Alonso sostuvo que “se debería mejorar y ampliar la capacidad de atención en salud mental, optimizar la comunicación y la articulación institucional, aunar criterios institucionales, capacitación sistemática del personal interviniente”, concluyó.
La pérdida de la libertad
Harry Campos Cervera*
La adicción es una pérdida de la libertad frente a una sustancia, y se produce cuando una persona no puede decir “me abstengo de consumir, de tomar o de usar” una determinada sustancia.
Las sustancias que producen “adictividad” tienen que tener ciertas condiciones. Primero: la percepción del efecto, es decir, sentir de inmediato su efecto. Segundo: estas sustancias tienen que desarrollar tolerancia, pero también presentan abstinencias por la falta de su consumo. La abstinencia puede ser física, muchas drogas producen excitación psicomotriz, pero también pueden producir sensaciones de dolor o vómitos, sobre todo cuando lo que se consumen opiáceos. También puede ser una dependencia psíquica, es decir, sentir la ausencia de algo y que la droga constituye un complemento. En este caso, la persona siente la droga como si fuera parte de su propio cuerpo, como si fueran sus piernas y brazos. Por este motivo la siente tan propia, tan personal.
La droga viene a suplir una falta que ya estaba en el sujeto. No cualquiera se hace adicto. Tiene que tener alguna carencia en su ser que la droga complementa.
En la adicción vemos que la persona no puede prescindir de consumir. Un rasgo de la persona adicta es la intención de querer dejar de consumir sin poder lograrlo. Para salir de la condición de adicto hace falta un compromiso con uno mismo. El ideal del adicto de curación no es no consumir, sino poder consumir cuando quiere, y esto es imposible por cómo describimos la pérdida de la libertad.
Esa pérdida es constitutiva de la condición del adicto y ya no puede decir “voy a consumir socialmente”.
No hay drogas buenas y drogas malas. Todas son malas porque tienen efectos destructivos en el sujeto. Si nosotros pensamos las condiciones que tienen de elaboración las drogas, vamos a ver que es un milagro que no se produzcan más intoxicaciones masivas, o no se produzcan más alteraciones de las que se hacen porque tienen contaminantes, combustible o vidrio.
*Médico psiquiatra UBA.
Psicoanalista APA. Mn: 43389.