SOCIEDAD
Ciudad de Buenos Aires

Comedores desbordados y problemas sanitarios: 90 días de cuarentena en las villas porteñas

Referentes barriales cuentan cuáles son los principales problemas que viven los vecinos en los barrios populares desde la llegada del coronavirus a la Argentina.

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Comedor comunitario. Imagen ilustrativa. | AP

Comedores desbordados, problemas sanitarios y operativos complicados. Ese es el panorama de los barrios populares en la Ciudad de Buenos Aires después de 90 días de cuarentena. Pasaron casi dos meses desde que se registró el primer caso en un asentamiento porteño —específicamente el Carlos Mugica, ex Villa 31—. Desde ese momento, la situación incluyó problemas graves como falta de agua corriente y hasta la muerte de siete dirigentes locales. Los datos oficiales dan cuenta de una reducción en la cantidad de contagios en las zonas vulnerables, pero la situación general, que ya era difícil antes de la pandemia, es ahora más complicada.

"En el barrio la sensación es de angustia". Con esas palabras el cura Juan Isasmendi resume el contexto que se vive en la 1-11-14. "Hay angustia por situaciones de desalojo y de no poder pagar el alquiler o no poder sostener la vivienda”, explica el párroco, que coordina seis comedores en el barrio, donde asisten casi 5000 personas por día. “También están los temas de salud: tenés familias a las que le dicen que la mamá tiene que quedar internada, pero al hijo le da negativo y no tiene a dónde ir", agrega.

Sus palabras se dan poco después de que el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larretainformara este martes 16 de junio que la tasa de enfermos en villa la 31 se redujo de 2,6 a 0,6. "En los barrios vulnerables hay una clara tendencia hacia abajo", recalcó. Pero los integrantes de las organizaciones sociales consultados por PERFIL prefieren ser cautos. "Están diciendo que los casos acá están controlados. Yo creo que hay que seguir atentos. Los números se han estabilizado, pero también han aminorado recursos para multiplicarlos en otros lugares", explica un referente en off.

Según cuenta, la situación, aunque más controlada que al principio, sigue siendo preocupante: a los problemas estructurales de vivienda, a la falta de servicios y a las condiciones de hacinamiento, se suma la creciente falta de ingresos, la gran afluencia de gente a los comedores y la dificultad para realizar operativos con los contagiados.

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El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires aumentó en un 30% la provisión de alimentos en comedores comunitarios.

De acuerdo a Isasmendi, hoy hay una "desesperación grande" con respecto a la seguridad alimentaria. "Al principio, teníamos en un comedor que funcionaba a la mañana y a la noche. Con la pandemia, ese comedor explotó (de gente). Pusimos otro en la otra punta de la villa, y también explotó. Instalamos otro en la misma zona, también se llenó. El número fue oscilando entre 3500 y 5 mil personas", detalla.

Desde el Gobierno porteño argumentan que en este contexto se duplicó los alimentos para los comedores del barrio, con lo que logran abastecer la mitad de las comidas diarias. "Lo demás lo cubre la comunidad y la Iglesia", explican, y afirman que, a raíz de la pandemia, "se aumentó en un 30% la provisión de alimentos en comedores comunitarios", que llega a 117.000 personas. Esto se complementó con la entrega de alimentos secos en diferentes puntos de la Ciudad, con lo que se suman casi 107.000 nuevas personas.

Sin embargo, para la referente barrial de la CTA Autónoma Dagna Aiva, las cantidades no son suficientes. "No están alcanzando las raciones y no te van a dar más porque depende el espacio que uno tenga", afirma. Ella está a cargo del comedor Casa Usina de Sueños y del merendero Abuela Teresa, que funcionan en el barrio 21-24. Allí, asisten a diario a más de 400 personas, adultos y niños.

"Hay comedores que han cerrado por cinco días y logramos que esas familias sean asistidas con viandas hasta que se desinfecta el espacio. En algunos casos se van con una bolsita de alimentos, pero dan solo mercadería en seco y es una pelea todo el tiempo. A veces tienen que esperar hasta cinco días", recalca.

En el barrio la sensación es de angustia, dice el cura Juan Isasmendi

En este contexto, el reclamo por alimentos llegó a la jueza en lo contencioso administrativo porteña Elena Liberatori, quien ordenó días atrás al gobierno de la Ciudad "incrementar las raciones" a los comedores de barrios vulnerables para que "alcancen en forma suficiente y adecuada". La Asesoría Tutelar N 4 también remarcó la “situación de colapso en los comedores comunitarios”.

El pedido se repite también en el barrio Carlos Mugica. "Acá tuvo que intervenir el ministerio de la Defensoría del Pueblo para que nos envíen alimentos frescos", explica David Lugones, integrante del Comité de Crisis de la Villa 31, quien hoy se encuentra aislado en un hotel de la Ciudad luego de haber estado internado por coronavirus y neumonía.

Este enfermero y dirigente barrial se contagió por estar "en el frente de batalla" durante los primeros operativos cuando se detectó el primer contagio, el 20 de abril. "Lo que pasó en el barrio es que mucha gente era asintomática y se pensaba que no tenía nada. Todos los que estuvimos en esa primera línea nos fuimos infectando. Apenas sentí los síntomas de dolor de cuerpo y de cabeza, me fui a hacer el hisopado y cuando me dio el resultado positivo me aislé", dice.

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Niños en el comedor Casa Usina de Sueños.

Contagios y organización. A la fecha, suman 67 los decesos y 6.631 los infectados en los barrios vulnerables de la Ciudad de Buenos Aires. La tasa de letalidad es del 1% de los casos confirmados, una cifra más baja que el promedio del 2,7% del país, en parte porque la población de los asentamientos suele ser más joven. Hasta este martes 16 de junio, el barrio Padre Mugica de Retiro concentraba 1.709 enfermos de Covid-19 y el Padre Ricciardelli (ex 1.11.14) de Flores, otros 1.324. El resto se reparten entre el barrio 21.24 de Barracas, 818; el barrio 20 de Lugano, 445 y el barrio 15 (Villa Oculta), 212.

Los dirigentes barriales explicaron a PERFIL la difícil instrumentación de los operativos en relación a los casos de contagios. En la 1-11-14, por ejemplo, quienes son hisopados esperan los resultados dentro del complejo de la cancha de San Lorenzo, donde semanas atrás se instalaron móviles sanitarios.

Una vez obtenido el resultado, los pacientes que presentan un cuadro leve son enviados a un hotel; mientras que los pacientes de mayor gravedad, son trasladados a un hospital y los restantes regresan a sus casas. "Cuando llevan al hospital a las personas que son mayores de 65 años y enfermos de riesgo, están regalados. Quedan hermetizados en un sistema de información donde nadie te puede decir nada y no tenés acceso a acompañar a la persona", detalla Isasmendi.

Aiva cuenta que en el barrio 21-24 "hay muchos problemas con los traslados" porque tardan "muchísimo" en llevar a la gente a los hoteles para que se aísle. "Cuesta concretar eso y están un montón de horas esperando en ese lugar", dice. Se refiere al Centro de Especialidades Médicas de Referencia (CEMAR), ubicado en la calle Iriarte al 3500, frente a la Escuela 6 D.E. 5, que brinda el espacio para que esperen quienes se realizan un hisopado.

Hay muchos problemas con los traslados, explica Dagna Aiva

"Hay vecinos que no se quieren hisopar porque no quien estar en ese lugar tanto tiempo. Es un protocolo que no está adecuado a nuestras circunstancias. Hay madres que no pueden dejar a sus hijos solos para estar todo el día ahí metidas. Y las casas a veces son vulneradas por otras personas", afirma.

Lugones hace referencia a la "subejecución del presupuesto" para las villas en la Ciudad y también se pregunta por qué no entran las ambulancias en el barrio Carlos Mugica. "Acá hubo desprolijidad en cuanto a las personas llevadas en colectivos escolares. A nosotros nos transportaban todos juntos. Te hacían el hisopado y te mandaban todos juntos en el colectivo a un hotel. En el ínterin, capaz había un vecino tosiendo porque era positivo", asegura.

Otra vez, fue la Justicia la que se pronunció sobre el tema cuando a fines de mayo el juez Darío Reynoso ordenó al Gobierno porteño que elabore un protocolo específico para la contención y prevención del coronavirus en los barrios populares. Además, exigió que provea a sus habitantes los suficientes elementos sanitarios, de higiene, limpieza y agua potable. El magistrado fue recusado poco después por el oficialismo porteño.

AB/FF