Hacinamiento, sobrepoblación, falta de higiene, problemas edilicios, violencia. La realidad de las cárceles de todo el país expone a los reclusos a situaciones desfavorables que, según publicaciones especializadas, muchas veces se agravan en el caso de las mujeres y las embarazadas o madres que viven con sus hijos. Actualmente, en la provincia de Buenos Aires hay más de 900 presas, de las cuales cuarenta son madres que viven con sus hijos: cincuenta chicos de hasta 4 años crecen en los penales donde ellas están detenidas. Y si bien lo hacen en unidades “acondicionadas” para los menores, éstas resultan poco favorables para su desarrollo y crecimiento.
A estas madres apunta uno de los ítems de la reforma del sistema penitenciario que anunció esta semana la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, que propone mejorar las condiciones de vida de los menores. A partir de ahora, las detenidas pasarán a vivir con sus hijos en casas prefabricadas que se instalarán a los costados de los penales y que contarán con dos habitaciones, living, comedor y una cocina, además de un espacio verde común con juegos para los más chicos.
“La decisión es mejorar las condiciones de habitabilidad trasladando a las internas y a sus hijos a las casas que permitan a esos chicos tener al menos una ‘sensación de hogar’, con un pequeño sector verde y juegos, que generen una mejor condición para su vida futura”, explica a PERFIL el ministro de Justicia bonaerense, Gustavo Ferrari.
La prueba piloto comenzará primero con tres de las ocho madres que están ahora alojadas en la Unidad Nº 54 de Florencio Varela –dos de ellas, de 26 y 28 años, con sus hijos de 2 y 10 meses, y una tercera de 33 años, embarazada–, y luego la experiencia se replicará en las otras unidades, empezando por la 33 de Los Hornos y la 52 de Azul. El resto de los menores se encuentran alojados en las unidades de los penales de San Nicolás, Bahía Blanca y Lomas de Zamora.
A principios de este año, un informe de la Defensoría General de la Nación, “Punición y maternidad”, alertaba también sobre “las severas consecuencias que produce la prisión en el desarrollo de las aptitudes físicas, mentales y afectivas de niños y niñas”, y manifestaba que “la cárcel constituye un espacio absolutamente inadecuado para su crianza, dadas sus condiciones de violencia estructural”.
Y refería a otras publicaciones –tanto nacionales como internacionales– que abordan el tema, determinando que tanto las reclusas embarazadas como las que viven con sus hijos enfrentan mayores dificultades que el resto de la población carcelaria, ya que “los servicios previstos para esos grupos no satisfacen todas las necesidades que presentan por la condición particular de ser gestante, estar en período de lactancia, o por los deberes que demandan la atención y el cuidado de sus hijas e hijos”.
La película ‘Leonera’
En su película Leonera, de 2008, Pablo Trapero buscó reflejar la dura realidad de las mujeres presas que viven con sus hijos a través de la historia de Julia (interpretada por Martina Gusman), una joven acusada de asesinato que cae presa mientras está embarazada, tiene a su bebé y lo cría junto a otras mujeres en un pabellón especial. Allí transita duros momentos: el bebé no duerme y llora toda la noche, lo que molesta a las otras internas y repercute en su madre; empieza el jardín y se festejan los cumpleaños, aunque siempre tras las rejas. También refleja lo que vive cuando debe separarse de él, a los 4 años.