SOCIEDAD
Pandemia de Coronavirus

Tijeras esterilizadas: cómo es el regreso de los peluqueros en cuarentena

El miércoles se otorgó la apertura de locales en 20 municipios de la Provincia de Buenos Aires. El drama de los que aún no pueden empezar.

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“Adriano en Junín y Mimí en Necochea pudieron volver abrir sus salones” | Cedoc

Adriano, quien está por cumplir 50 años y hace 23 que es peluquero en Junín, dice que siente vergüenza. Trabaja desde los 13 y nunca le pasó esto de tener que pedirle dinero a sus hijos. Desde que tuvo que cerrar su salón por la cuarentena no le quedó otra opción. Luego de 48 días de incertidumbre y frustración, el pasado miércoles 6 de mayo volvió abrir Adriano Parrucchiere Huomo Donna, su peluquería unisex de este rincón de la provincia de Buenos Aires, uno de los municipios habilitados desde este miércoles para poder llevar adelante este tipo de negocios.

Ahora, Adriano, al igual que miles de peluqueros puede hacer su trabajo respetando un estricto protocolo de seguridad higiénica. El regreso ya le trajo una sorpresa. “Una clienta vino y trajo sus propias toallas. Eso me impactó”, cuenta el estilista.

Sin dudas, para lo peluqueros como para tantos otros rubros, la cuarentena cortó de cuajo sus ingresos. Peluquerías, lavaderos de autos y comercios volvieron abrir sus locales en distintos municipios bonaerenses después que Axel Kicillof aprobara reaperturas de actividades en 20 distritos. En el Conurbano sigue el aislamiento estricto, pero 118 jurisdicciones salen de a poco del encierro. Según lo publicado en el Boletín Oficial bonaerense, se convalida las peticiones de 20 municipios los cuales, todos ellos, forman parte de lo que se denominó “alerta verde” por no presentar casos confirmados ni sospechosos de coronavirus

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Por el momento 17 municipios son los que están autorizados para abrir peluquerías y centros de estética (maquillaje, depilaciones, etcétera). Entre muchos otros, lo permitieron en Necochea, Junín, Pehuajó, Carlos Casares y Saladillo. Adriano, en Junín, dice el control es estricto. Sin ir más lejos al segundo día ya recibió una inspección. “Mantenemos a rajatabla el protocolo”, dice enérgico. El que entre a este salón de Junín sabe que el piso va a estar trapeado a cada rato con lavandina. Antes de sentarse, Adriano les pasa alcohol reducido en agua. "Los peluqueros estamos con un delantal de cuero, barbijo lentes transparentes tipo antiparras y guantes”, anuncia. Y sigue: “Cuando se va le cliente limpiamos con alcohol el sillón y el mueble drasuar. La toalla, sí se uso una tintura, se separa para lavar”.

Adriano tiene varias capas para sus clientes. Con todas ellas se tiene que arreglar por día para trabajar. La ecuación es simple: una capa por cliente. Y luego, se lava. En cuanto al tiempo, es sí o sí con turnos, que se dan espaciados en el margen de una hora, hora y media. No puede haber más de dos personas en el salón. El miércoles pasado, Adriano atendió con estas medidas a seis clientes, incluyendo la señora que llevó sus propias toallas. “Por lo que ví, la gente tiene miedo”, dice Adriano, quien asegura que no le incomoda cortar a gente con barbijos. “Los que tienen solo el elástico detrás de las orejas, se corre un poquito y no hay problema. Los que llevan nudo de arriba y debajo de la cabeza son más complicados. Por eso ofrezco barbijos descartables”, agrega el hombre de Junín.

"Cuando se va le cliente limpiamos con alcohol el sillón y el mueble drasuar". Adriano, Peluquero en Junin

 

Mimí hace algo parecido en Necochea, otro de los puntos "peluquería friendly" en tiempos de cuarentena. “Si el cliente no tiene, nosotros le damos el barbijo descartable”, cuenta esta estilista que sigue de cerca las mismas medidas que su colega de Junín. "Empezamos con clientes cada dos horas. Tengo todo completo los horarios, ¡por ahora viene bien! La gente acepta las condiciones. Hay que adaptarnos a las circunstancias”, agrega contenta por la vuelta a su trabajo.

Sin embargo no todo es color de rosa para los peluqueros. Si bien en el interior, son varios los municipios que comenzaron con esta misma apertura, los peluqueros de lugares con más cantidad de gente o casos de contagio, aún van a tener que esperar. Hay casos híbridos como el de Mar del Plata por ejemplo donde se va a hacer una prueba piloto este fin de semana con los protocolos impuestos.

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En el espectro de los que tienen que seguir esperando, entran los peluqueros que trabajan en el área metropolitana. Seguramente, la Ciudad de Buenos Aires, sea uno de los últimos lugares en abrir para el rubro de las tijeras. Son varios los peluqueros que, aprovenchando que no tienen salón a la calle, abrieron de forma “clandestina”, una situación que se dio mucho en el interior según comentaron fuentes del sector. “No me quedó otra, me llamaron algunos clientes y los atendí tomando todos los recaudos. Esta situación no da para más”, dice angustiado a PERFIL un estilista de Capital Federal.

Diego Suarez es peluquero y comparte esa angustia. Tiene una pyme que le supo dar trabajo a 15 empleados. En el último tiempo, la propia crisis le hizo bajar el número a ocho. Tuvo que achicarse, pero nunca imagino esto. Cerró su local en Caballito un día antes que comience la cuarentena. “Tengo un público ABC1, gente que venía de afuera. No fue fácil, pero me anticipé y cerré”, dice Suarez, quien pudo sobrevivir gracias a un crédito del Gobierno que cobró el 7 de mayo.

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Durante estos días que estuvo quieto estableció un plan de pagos futuros. Por Mercado Pago generó un link donde, sobre todo las clientas que tiene hace 25 años, pagan el servicio de un corte o un color por adelantado. “Obviamente, después tengo que hacer el trabajo con esta gente agendada. Pero la realidad es que necesito abrir cuanto antes. Tengo facturación cero y me voy atrasando en tema alquileres expensas, proveedores. Además como se paró de golpe a todas las pymes nos pasó que tenemos cheques rechazados, ¡y esos cheques hay que cubrirlos!”, explica.

El futuro que se avecina no es favorable según Suarez. “El tema es la vuelta de todo esto. No va a ser como antes, va haber distanciamiento entre cliente y cliente, por ende van a entrar menos empleados y menos clientes. Yo ya compré un termómetros digital para tomar la fiebre y no voy a atender a gente que tenga fiebre, qué querés que te diga. Cuando volvamos, las peluquerías medianas, van a caer mucho, hablo de las que tiene ocho diez, 12 empleados. Hay por otro lado una generación de clientas de arriba de los 65 años que yo tengo que son factor de riesgo. Tengo muchas de ellas, son las que más gastan, las que se hacen peinados o las manos, esta gente no va a poder venir”, finaliza el estilista.