En Palermo, un mediodía de domingo, un grupo de unas veinte personas espera para entrar a una sala donde hay gradas con asientos y una gran pantalla adelante. Pero la cita no es para ver una película, sino para presenciar la ecografía 4D que le harán a una de las integrantes del grupo, una joven mujer embarazada que invitó a su familia y amigos a compartir el estudio –que no está dentro de los controles de salud obligatorios dentro del embarazo, sino que se hace en forma voluntaria– en el que verán, por primera vez, los rasgos de su bebé por nacer.
El clima es de emoción y ansiedad, y los protagonistas lo viven como “una fiesta”, según cuenta Romina Corbo (23), acompañada por sus cuatro abuelos y los de su marido, su hermana y su cuñado y una amiga y su novio.
Lo cierto es que este tipo de experiencias –cuestionadas por algunos obstetras porque “de todas maneras, se trata de un estudio médico y pueden aparecer complicaciones que haya que comunicar”, dicen– son cada vez más requeridas por los futuros padres, especialmente los primerizos. Las “ecoparties” se realizan en espacios que combinan también la venta de productos para el bebé o incluyen sesiones de fotos, entre otras opciones.
En Signa Bebé llaman a la experiencia “ecografía emocional”. Paula Woscoboinik (27), una de las dueñas del espacio –donde también realizan producciones fotográficas y audiovisuales– cuenta que la idea surgió cuando la mayor de las hermanas tuvo a su primer hijo “y se hizo varias ecografías 4D para que todos la podamos acompañar”. Sus padres, dueños de un centro médico de imágenes, se sumaron al proyecto.
En la sala entran hasta 20 acompañantes y todos llevan carteles con frases, “para sumar al show”, dicen. Magalí González es la obstetra y jefa de ecografías que da la bienvenida a la familia, mientras sube el volumen de un tema musical que la madre previamente eligió. Woscoboinik controla las cuatro cámaras de fotos ubicadas en cada pared para registrar “las caras conmovidas”. La eco cuesta entre $ 1.500 y $ 7 mil, si eligen el pack que incluye luego una producción fotográfica.
Polémica. Aunque Woscoboinik asegura que “no hacemos ningún tipo de diagnóstico médico” y que si hay algo que comunicar se hace en privado a los futuros padres, algunos obstetras cuestionan este tipo de práctica. “Me parece un despropósito que por encontrar un ‘negocio’ se pierda la oportunidad de un buen diagnóstico”, afirma la médica Eliana Ostrovsky, integrante de la Asociación Obstétrica Argentina.
Ostrovsky, que también es docente del Posgrado de Imágenes de la UBA, explica que el mayor inconveniente que puede generarse durante un estudio con mucha gente es que “el médico necesita toda su concentración y si tiene distracciones con la gente, no puede hacer su trabajo”. “La ecografía 4D es un momento emotivo, sí, pero también puede detectar alteraciones en el sistema nervioso central”, detalla. “No es el ámbito para que haya público, porque si se encuentra algo mal en el bebé para los padres puede resultar terrible”, enfatiza.
“Para nosotros es como una presentación en sociedad de uno de los momentos más importantes de la vida”, cuenta Víctor Galleguillo, dueño del Espacio Maternelle, donde hacen ecografías 4 y 5D “con público” desde hace diez años. “Es un momento muy emotivo, en especial para los abuelos, que no conocieron esta tecnología”, agrega. En las ecografías que hacen –unas 400 por mes, a cargo del médico obstetra Víctor Rodríguez– pueden entrar hasta diez personas. Cuestan $ 1.500 los sábados, y $ 900 los días de semana.
“Tienen la misma nariz”, comentaban emocionados los familiares de Ailén Sosa (20), que eligió hacerlo “para que puedan conocer a mi hija”, dice. Hace unas semanas, Felipe Pettinato y su mujer se hicieron la eco con hermanos de ambos como testigos. “La familia lo vive como un espectáculo, está bueno para ponerle emoción a la espera”.