Sin fiestas, sin eventos empresariales, sin casamientos ni cumpleaños; y sin cementerios. Con este panorama el sector floricultor tuvo que arreglárselas como pudo para sobrevivir a esta pandemia.
En varios casos reemplazaron flores por hortalizas con magros resultados. Algunos comercios comenzaron a trabajar sólo a través de internet (modo videollamada), y hasta los vendedores callejeros tuvieron que aggiornarse y recurrieron a WhatsApp para sostener su clientela.
Sólo unos pocos sectores por las características mismas del producto lograron zafar de convertirse en compost, como las cactáceas, las suculentas y algunas plantas de maceta.
Las flores de corte fueron sin dudas las más castigadas, tuvieron que tirar de a miles. Hoy el Mercado de las Flores de Barracas adaptado en horarios y siguiendo protocolos apenas está comenzando a despertarse.
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SP / EA