Sebastián Cuattromo fue abusado hace 25 años en el Colegio Marianista y durante 10 años mantuvo silencio por miedo a represalias. “No hablé por la vergüenza que sentimos en ese momento, por la culpa, que te autorecriminás lo que te está pasando, por el abuso de poder al que te somete un adulto”, explica.
Luego de dar a conocer su historia en los medios de comunicación, se le acercaron varias personas que también habían sufrido abusos durante su infancia y decidió formar la ONG “Adultxs”, que lleva adelante junto a Silvia Piceda. El grupo viaja por todo el país dando a conocer sus relatos con el fin de crear debate y concientizar a la población. Además, todos los sábados, se reunen en el “Centro Cultural la Cazona” de Flores (Moreno 2453) con personas que han pasado por situaciones similares y familiares de víctimas para contar sus historias, con el propósito de “liberar esa mochila tan pesada” que llevan en sus vidas.
La historia de Cuattromo comenzó en 1989. Por esos años, el cura Fernando Piciocchi llevaba adelante la colonia Casa Grande del Colegio Marianista, ubicado en el barrio porteño de Caballito. Allí asistían los alumnos de séptimo, sexto y algunos de quinto grado. Todos viajaban hacia Córdoba para divertirse entre amigos, pero lo que nadie imaginaba es que en ese lugar el párroco y docente de la institución abusaba de los alumnos. En el verano de 1989, Sebastián y tres compañeros más fueron en reiteradas ocasiones víctimas de Piciocchi. Un año después, en la biblioteca de la escuela, Cuattromo sufre un nuevo abuso por parte del docente.
Recién a los 23 años Sebastián tomó coraje para contarle lo ocurrido a un amigo. Luego a su familia, para finalmente realizar una denuncia penal contra Piciocchi. “Antes de hacer la denuncia quise hablar con mi abusador, tenía muchas ganas de escucharlo”, dice Sebastián. El sacerdote ya había dejado de pertenecer a la congregación, pero seguía dictando clases en escuelas públicas y privadas.
Mantuvieron dos encuentros. En el primero, Piciocchi le dijo que no tenía derecho a arruinarle la vida que había logrado armar. En la segunda reunión, el cura se mostró más preocupado, pero anticipó que tendría el respaldo del colegio y daría pelea legal. También trató de justificar sus actos: le dijo a Cuattromo que él había sido violado cuando era alumno del mismo colegio, en la década del ‘70.
En 2000, Cuattromo presenta el caso a los máximos dirigentes institucionales y religiosos del colegio. “Nos plantearon que no nos arriesguemos a realizar la denuncia, que probablemente la íbamos a pasar muy mal”, recuerda. La institución se iba hacer cargo de lo sucedido por intermedio de un acuerdo privado. Sebastián eligió presentar la denuncia junto a un compañero que había pasado por la misma experiencia con Piciocchi.
El juez Mariano Bergés procesó con prisión preventiva a Piciocchi, en una causa caratulada como “corrupción de menores calificada”. El cura logró fugarse. Fue buscado por la Dirección Nacional de Migraciones, Policía Federal Gendarmería, Prefectura e Interpol. Recién en 2007 Interpol detuvo al abusador en Los Ángeles. Estuvo preso en Estados Unidos durante tres años.
Sebastián armó su vida entorno a esta lucha por lograr justicia. “No es fácil mantenerse en la pelea, yo opté por estar muy solo esos años, sentía que no podía ni siquiera tener una relación afectiva con alguien. Para mí lo laboral y lo económico estaba en un plano secundario”, explica Cuattromo.
En 2012, la Justicia argentina condenó a Piciocchi a una pena de 12 años de prisión, ratificada el 17 de noviembre por la Cámara de Casación Penal. Después de 20 años, se dieron por probados todos los abusos.
A su vez, las víctimas realizaron la denuncia civil contra la institución, que luego de una mediación quiso imponer una cláusula de confidencialidad. Cuattromo no la aceptó, pero su compañero en la causa sí. Meses más tarde, Sebastián logró impugnar está disposición por intermedio de la Defensoría del Pueblo, a cargo de la exjueza de menores Alicia Oliveira.
La exmagistrada le recomendó dirigirse al por aquel entonces arzobispo de la Ciudad, Jorge Bergoglio. Cuattromo fue recibido por el vicario de Flores, Mario Poli, actual arzobispo de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Poli “le restó importancia y trascendencia a lo sucedido”, resume Cuattromo, aunque asegura ver con muy buenos ojos el trabajo del papa Francisco y no descarta contactarlo en un futuro próximo.
En los últimos días, fue contactado por el Ministerio de Justicia y el Ministerio de Educación de la Nación para colaborar en un plan sobre educación sexual en las escuelas y cómo evitar abusos. “Nosotros aportamos nuestra experiencia como grupo y junto a otros profesionales como psicólogos, médicos y gente de seguridad. Ojala se pueda sumar la fuerza de la Iglesia Católica también”, desea.