Primer piso por escalera sin vista desde el exterior a pedido de la exclusiva clientela, que prefiere la privacidad. De fondo, suena música romántica. El ambiente se predispone al relax, las botellas de vino copan el espacio y el dueño de la primera vinería gay, Germán Arballo Dubois, ofrece degustar la calidad de la bebida.
Su línea de vinos se llama Pilot, en homenaje a su otra profesión, esa que lo llevó a recorrer el mundo y a codearse con lo más alto de la política argentina de los noventa: es que Arballo Dubois fue el piloto personal del ex presidente Carlos Menem durante años, y también participó de su primera gestión de gobierno, con un puesto en la Dirección Nacional de Aeronáutica.
Frutado, a pedido. La camisa rosa combina con el tono pastel de las paredes, el cartel que dice “Gay wine” (vino gay) se destaca sobre la pared entre marcas de bodegas. El empresario aclara que no pertenece a la comunidad gay y que los prejuicios lo empujan a exponer públicamente su condición hétero. “Lo que piense la gente me tiene sin cuidado, ya superé esa etapa”, explica. Además, recuerda que en su época de tripulante de avión muchos de sus colegas eran homosexuales, por lo que la orientación de su negocio no fue un trauma, ni siquiera un tema de discusión. Comenta que la idea nació a partir de la necesidad de competir contra los monstruos del rubro, algo difícil para las empresas familiares como la suya. “En el país hay más de 1.070 bodegas, y si vos sos chico, no existís”, dice.
Pero la pregunta que surge inevitable es la diferencia entre vino gay y del otro: “ Acá te recibimos con una copa de vino, no importa si comprás o no. Además, no tenemos vendedores, son todos sommeliers, porque a la familia gay le gusta lo mejor en su mesa”. Hay detalles de forma, también: las etiquetas son de cuero y cuestan tres dólares cada una, valor incluido en el precio final. Y el contenido no es fundamentalista: el tinto, un sirah, tiene origen mendocino y no riojano.
—¿Alguna diferencia que se note?
—Hicimos catas a ciegas dentro de la comunidad para que nos dijeran si el sabor les parecía muy dulce o muy amargo. Salió algo distinto.
—¿Puede ser que sea más dulce?
—Sí, ésa fue una exigencia del público. Es más frutado que los demás.
Competencia riojana. Su ex patrón también es dueño de bodegas. Germán Arballo Dubois no esconde su pasado como piloto menemista, pero no le agrada hablar de su relación con el ex presidente.
—¿Tuvo oportunidad de mostrarle los vinos a Menem?
—No, porque no tengo relación con él en este momento. Me desvinculé cuando llegó a la presidencia y dejé de pilotear su avión.
—Pero son competencia...
—No, no, para nada. El tiene una bodega en la zona de Anillaco, yo estoy en Chilecito.
—¿Le va a mostrar los vinos?
—No sé, tal vez en el futuro. El tiene una bodega en serio. Estoy seguro de que dentro de dos años vamos a estar mejor.