Agradecimiento a la Fundación Led y a Silvana Giudici, un honor recibirlo. Agradecer también en nombre de Felix Loñ, a quien conozco desde hace muchos años, desde tiempos difíciles y autoritarios, no solo los de la última dictadura.
En aquellos tiempos de inestabilidad institucional, hoy puedo revelarlo, el doctor Loñ fue para mi una buena fuente de información.
Agradezco también la presencia de los académicos Jorge Fontevecchia y Fernando Bravo y de los colegas Silvia Mercado, Néstor Sclauzero y Martín Etcheves.
Un honor recibirlo en esta casa histórica, que ha sido casa de periodistas no solo porque muchos de los grandes hombres públicos que construyeron esta institución fueron periodistas. También porque en esta casa hace medio siglo se congregaba una mesa de periodistas amplia y plural que dio origen a otros cenáculos similares. Unos y otros fueron siempre lugares de encuentro, de diálogo, de confraternidad.
Un honor también recibir este premio cuando celebramos 40 años de democracia, el período más largo de nuestra historia moderna en el cual un gobierno elegido por el pueblo fue sucedido por otro elegido según lo manda nuestra Constitución.
Hacer memoria de esos 40 años es una oportunidad para recuperar aquel espíritu que a todos nos embargaba en el 83. Aquella fue una fiesta de todos, todos recuperábamos la libertad.
Que las enormes deudas, las rémoras que carga nuestra democracia, no nos nublen la vista. Esas deudas, el escándalo de la pobreza, la desigualdad social, son inaceptables, pero no las superaremos sin la unidad nacional.
Hacer memoria de aquellos días nos invita a recuperar aquello que entonces vivimos, la alegría compartida, el tomarnos de la mano, tenernos confianza.
Ejercitar el periodismo con honestidad es defender la libertad de expresión, la libertad de informarse. También es contribuir a recuperar el debate porque lo que hoy vivimos no es siquiera una pelea, es una riña callejera sin reglas.
Nuestra sociedad está polarizada y fragmentada. Los periodistas con responsabilidad dirigencial, que no somos pocos, debemos encontrar el modo de mostrar que defender la libertad de expresión y ejercer nuestro oficio con honestidad puede ser también contribuir a restaurar el debate empinado, la escucha del otro, en fin, la conversación social.
