En pleno verano europeo, las calles de Croacia rebalsan de felicidad: por primera vez, el joven país, que tiene 4 millones de habitantes, logró llegar a la final de la Copa del Mundo que se jugará este domingo contra Francia. Lejos de su país, pero con la misma euforia, los croatas que viven en Argentina esperan ansiosos.
“Este es un momento histórico para Croacia, es la primera vez que estamos en la final, así que la euforia y la felicidad de la gente son impresionantes, se contagian en la calle. Sabemos que somos un país pequeño, así que llegar a la final significa mucho, porque demuestra que estamos en la misma categoría en el deporte que otros países”, dice Darka Dravinski, periodista croata que se vino a vivir a Argentina hace seis años, después de conocer a su marido Agustín.
Ella es una de las 450 mil personas de la comunidad croata en Argentina, entre nativos y descendientes que viven acá, especialmente en Buenos Aires, donde reside más de la mitad. El resto está en Santa Fe y Córdoba, sobre todo.
“No somos tan ruidosos como los argentinos”, se ríe Darka, aunque insiste en que durante los partidos la euforia se sintió fuerte en las calles, los bares y los restaurantes de Croacia. Recién llegada de su país, donde fue a visitar a su familia y vio casi todos los partidos del Mundial, cuenta que lo que más extraña son los amigos, la familia, la comida y el café. “Allá tomamos mucho café, así que hay muchos bares. También los mercados. Apenas llegué me costó acostumbrarme a varias cosas, como saludar con un beso o un abrazo a gente que acabo de conocer. Allá no somos tan abiertos como los argentinos”.
Similitudes y diferencias. Croacia se independizó de Yugoslavia recién en 1991, por eso todos hablan de la juventud y de la falta de conocimiento de muchos hacia el país. En 1998 quedaron terceros en la Copa del Mundo, y eso los hizo mundialmente más conocidos. Ahora también hay un boom muy grande por el turismo.
“Croacia es un país muy joven, no es tan conocido, muchos te dicen sos yugoslava, no croata. Por eso que llegue a la final del Mundial nos hace visibles al mundo”, dice Natasha Duic, que es nieta de croatas. “Mis cuatro abuelos son croatas, vinieron en la Segunda Guerra Mundial. Desde que soy chica vengo al club, donde armamos el grupo de jóvenes. Yo soy directora del grupo de danza”, cuenta.
El club es el Centro Católico Croata Sveti Nikola Tavelic, de Saavedra, que tiene sesenta años y junta varias generaciones en todas sus actividades. Con una pantalla gigante, fue sede para ver todos los partidos. “Estamos acostumbrados a andar entre croatas, hablamos el idioma, y tratamos de mantener la cultura de nuestros antepasados. Siempre buscamos ideas para juntarnos, por eso el Mundial es tan importante. Estamos contentos, como si hubiera llegado Argentina”, agrega. En su caso, visitó el país gracias a una beca para irse a vivir y estudiar un año allá.
Celosos de sus costumbres y tradiciones, los descendientes de croatas aprenden el idioma y las costumbres (los bailes y música) desde chicos, además de las comidas típicas.
“Mantenemos muchas tradiciones. Se hacen comidas comunitarias, en grupos, instituciones, se trata de preservar el idioma, que no es fácil. Vienen profesores al centro cultural a enseñarlo”, aporta Felipe Covic desde Pergamino.
Su papá llegó de Croacia en 1958, escapando de la pobreza. Covic es miembro del Centro Cultural de Rosario, una de las agrupaciones más grandes del país, con 250 socios. Allí vieron todos los partidos, y la final de mañana no será la excepción.
Quedan 4 mil argentinos en Rusia
Unos 4.500 argentinos se quedaron en Rusia para ver la final del Mundial, según un relevamiento que la agencia de viajes TTS hizo a partir de los vuelos que saldrán desde Moscú hacia Buenos Aires después del encuentro decisivo entre Francia y Croacia.
Uno de ellos es Tomás Rufeil, que cuenta que se quedó por “lo multicultural que es Moscú y la festividad que se respira todos los días con hinchas de todo el mundo”. Y cuenta que en los últimos días llegaron muchos croatas, con quienes “hay muy buena onda”, dice, por lo que el domingo hinchará por ellos aunque no haya conseguido entradas, ni siquiera en reventa, donde salían más de 2 mil dólares.
“Varios argentinos regalaron las entradas a los croatas, nadie se esperaba a estos dos equipos en la final, aporta Sebastián Soler, otro argentino que se quedó en Rusia que también suma su simpatía por los europeos.