SOCIEDAD
una muerte y muchas dudas

La jueza del caso Lola deja su cargo por presiones y falta de resultados

Marcela López Moroy pidió licencia por una dolencia. En 12 días no pudo avanzar en ninguna pista. Hasta el martes que viene, la causa estará en manos de una jueza de paz.

AFUERA. La jueza López Moroy dejó la causa. No halló una sola prueba.
| Infojus noticias

La jueza uruguaya Marcela López Moroy vivió dos semanas intensas, prácticamente inéditas en un departamento judicial como el de Rocha. El asesinato de Lola Chomnalez (15) despertó una enorme conmoción y llenó de presiones su despacho. Con perfil bajo evitó la exposición mediática y trabajó en silencio. Profundizó distintas pistas, indagó durante largas horas a por lo menos nueve sospechosos, encabezó decenas de allanamientos y hasta regresó a la escena del crimen. Pero el esfuerzo no fue sinónimo de resultados. No consiguió reunir una sola prueba clave. Las hipótesis de trabajo se fueron cayendo como un castillo de arena y ella terminó sumergida en el ojo de la tormenta.
Sin fuerzas, con un panorama bastante desalentador y agobiada por las presiones, la magistrada dejó ayer la causa aduciendo una dolencia. La semana que viene volverá al juzgado de segundo turno. Y a su rutina.
López Moroy actuó en el caso Lola como subrogante de la jueza de primer turno, Silvia Urioste Torres, quien a partir del martes próximo tomará el timón de una causa que navega sin rumbo. Lo curioso es que hasta ese día el caso estará en manos de una jueza de paz: María Camacho.
“En el caso seguirá trabajando la policía hasta que aparezca alguna nueva pista, pedido de detención o de allanamiento”, explicó el vocero de la Suprema Corte de Justicia de Uruguay, Raúl Oxandabarat, quien añadió que las autoridades de la fuerza tienen facultad para citar a nuevos sospechosos.
Sobre la salida de la jueza dijo que era “algo previsto” y resaltó que en las últimas horas avanzó en la recolección de nuevas pruebas, como el análisis de distintos resultados periciales que llegaron a su despacho. Entre ellas se destaca la de materiales encontrados en la escena del crimen (ver aparte) y de los llamados entrantes y salientes de los teléfonos de Lola y del esposo de su madrina, Hernán Tuzinkevich.
Además, señaló que citó a declarar a un perito especializado en telefonía celular para que interprete algunos de los datos surgidos de esos análisis y elaboró un acta que adjuntó al expediente.

Sin pistas. La investigación de López Moroy despertó críticas en distintos ámbitos. Desde el Poder Judicial indicaron a PERFIL que es una “excelente jueza, con buenas bases legales para procesar cuando le tocó hacerlo”. La calificaron como una mujer “despierta e inteligente”. Sin embargo, allegados a la causa dijeron que “le falta calle”. La decisión de apuntar contra los lugareños (pescadores, artesanos y albañiles) también causó un fuerte malestar en Barra de Valizas, donde casi todos creen que el asesino no es de la zona.  
Su salida anticipada del caso coincidió con la peor crisis que experimentó la investigación. La detención de Richard “Conejo” Gutiérrez había generado una enorme expectativa. Cuando parecía que la causa comenzaba a encaminarse hacia la verdad, el sospechoso de la semana –que supuestamente había confesado ante los policías que lo detuvieron– quedó en libertad dejando al descubierto las grietas de una investigación desprolija.
En dos semanas de instrucción, la Justicia uruguaya no pudo determinar el móvil del crimen. Tampoco hallaron la mochila que llevaba Lola ni el arma con la que fue herida antes de ser asfixiada contra la arena.

Antecedentes. López Moroy juró como jueza de primer turno hace cinco años. Entre sus casos más resonantes sobresale uno en particular: la muerte de 13 presos en la cárcel departamental de Rocha, en un incendio ocurrido en julio de 2010. La causa fue archivada dos años y medio después porque no se pudo determinar el origen del fuego, en una decisión que despertó polémica. En el fallo, la jueza sostuvo que “no fue posible” atribuir las muertes de los presos a ninguna persona.
Urioste Torres llega a la causa Lola con la pesada carga que significa encaminar una causa convertida en cuestión de Estado. De perfil bajo como su colega y sin demasiados pergaminos, los voceros consultados por PERFIL descuentan que volverá a analizar todas las pistas, entre ellas la que apunta al entorno de la madrina de la víctima.

Colaboró: Diego Castro, desde Uruguay