—¿Tuvieron problemas con Prefectura Naval?
—Cómo vamos a tener problemas con ellos sin algunos son nuestros clientes.
El testimonio de uno de los travestis que ofrece sus servicios atrás de Puerto Madero, el barrio más nuevo, caro y selecto, sugiere que hasta ahora la “ convivencia pacífica” es la premisa que reina en la más nueva de las zonas rojas porteñas.
A pocas cuadras de los edificios con el m2 más caro del país, del barrio más seguro y también modelo, la oferta sexual crece junto con la demanda. Ya son más de veinte los travestis que entre el anochecer y la medianoche venden sexo a los camiones de la zona portuaria y a decenas de autos que desfilan todas las noches.
Cobran entre $ 15 y $ 30 por sexo oral y entre $ 50 y $ 70 por un “servicio completo” (poder practicarles sexo a ellos). “Igual, le cobrás dependiendo de la cara, porque acá los clientes tienen más plata que en otros barrios”, refleja Jimena, que pasea por la zona en jumper y colita de pelo, explotando el fetiche de la colegiala.