En la cancha mandan las jugadas de pizarrón, las tácticas y las habilidades individuales. Pero en las tribunas –y también en los hogares– la creencia popular señala que la suerte de uno u otro equipo se rige por el respeto a las cábalas y las promesas. Que mantener o cortar un ritual puede ser decisivo para que la pelota entre en el arco rival.
“Paso todos los días por la Catedral y rezo. Vengo con la camiseta puesta desde mi oficina al mediodía. Soy cabulero y por eso mantengo el mismo grupo para ver el partido y, además, lo veo sentado siempre en el mismo sillón”, cuenta Juan Sosa (27), cuyo caso no es el único. Fernando Funes (31) prefiere ver los partidos en distintos lugares. “El primero en mi casa, el segundo en un bar, otro en casa de un amigo, otro por internet, y así espero seguir”, dice esperanzado. El ritual de Santiago Pecollo (26) implica que su mamá esté fuera de la casa. “En el primer partido, la dejamos dos minutos afuera de la casa esperando que abriera la puerta y llegó el gol. Así que ahora, en cada partido la abrigamos bien y le pedimos que se quede un ratito en el patio”, asegura. Algunos escuchan el partido de espaldas al televisor, otros en el baño o, incluso, con la camiseta argentina sin lavar, como para que no pierda la “magia”.
Para renovar y reforzar la esperanza todo vale. Sobre eso, la Facultad de Turismo y Hospitalidad de la Universidad Abierta Interamericana afirma que el 39,4% de los hombres siempre se sientan en el mismo lugar y que el 35,1% de las mujeres prefieren rezar o persignarse. “No importa dónde esté viendo el partido, en cada jugada de peligro de gol me voy cambiando de ropa”, dice Carolina Cuenco (34). Soledad Galván, en cambio, se exige dormir una siesta apenas empieza el segundo tiempo. “Parece loco, pero hasta ahora dormí, y siempre ganó”, suma. A su vez, el 92% coincidió en que es fundamental que haya buena onda en el lugar donde se miran los partidos.
La consultora Ibarométro también analizó el tema y sostiene que, a diferencia de la opinión de los hinchas en Buenos Aires, en el interior uno de cada cuatro tiene su ritual. Lo cierto es que especialistas en psicología advierten que se debe ser cuidadoso con las cábalas extremas (ver aparte).
Las redes sociales se han transformado en un espacio propicio para contar las cábalas. Se pueden encontrar grupos en Facebook y varios hashtag en Twitter vinculados a la superstición. Uno de ellos es #cruzalosdedos, que se mantuvo entre los Trending Topic durante la semana. #PorArgentinaHagoMás es otro, que fue impulsado por la marca Rexona y ya tiene más de 12 mil relatos de hinchas. El compromiso de Susana Vargas (28) es cortarse el pelo “como Cecilia Dopazo lo tenía en la película Caballos salvajes (corto y con mechas blancas)”, dice, abrazando su larga cabellera. Pablo Ruiz (30), en cambio, eligió rendirle homenaje a la Virgen de Luján. “Ante mis amigos prometí ir caminando a Luján y tatuarme a Messi”, cuenta. Otros hicieron juramentos más alocados, como Paola Defen (40), que prometió intentar darle un beso en cada oreja al volante del seleccionado Angel Di María.
Con su promesa, la salud de María Laura Polito (45) será la mayor beneficiada. Fuma dos atados de cigarrillos por día y, cuando hay partidos, lo hace casi sin intervalos. Este año prometió dejar de fumar si Argentina gana el Mundial. “Lo voy a cumplir, no tengo dudas de que Argentina va a salir campeón”, dice. Para algunas novias que esperan que llegue la propuesta de casamiento, el Mundial puede ser la última esperanza. Pero el caso de Cecilia Perra (30) es diferente. “Si salimos campeones, no le pedí casamiento, sino que me regale un cachorro Pet Carlino. Eso no va a fallar”, se entusiasma.
Controlar la ansiedad
Para el psiquiatra especialista en deportes Marcelo Halfon, la “locura futbolera” puede considerarse un pseudo trastorno obsesivo compulsivo. “El Mundial es una situación que exacerba los sentimientos de identidad de un conjunto humano y todo lo relacionado con las cábalas y promesas representa un modo de ingresar virtualmente en un juego donde uno no está participando”. Y agrega que “es una especie de identificación con aquellos que están en la cancha”.
Según la licenciada Gabriela Martínez Castro, directora del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (Ceeta), esta ansiedad que viven algunas personas al ver un deporte “puede provocar trastornos de pánico, trastornos de ansiedad generalizada o puede generar preocupación excesiva con síntomas físicos concomitantes”.
El psicoanalista Enrique Novelli coincide y define a la repetición de ciertos comportamientos como “estrategias defensivas” que el psiquismo implementa ante la emergencia de afectos penosos que, con el carácter de ominosos o siniestros, generan en los conflictos una mezcla entre deseo y temor obsesionante.
Ahora bien, ¿por qué repetir situaciones (hacer el mismo recorrido, usar la misma ropa, ubicarse en un mismo lugar, etc.) crea la ilusión de que evitará la mala suerte?
“Cuando la repetición es compulsiva, se la debe entender como intentos de mantener una defensa contra algo o un intento de que algo que está inhibido se realice”, explicó Novelli.