El Cementerio de la Recoleta es algo más que una simple necrópolis de las familias patricias argentinas. Durante sus dos siglos, logró albergar varias historias urbanas y una gran cantidad de símbolos enigmáticos, en su gran mayoría, masones que ocultan un gran significado y que pueden considerarse un “mensaje” de los muertos sobre quiénes fueron en vida.
El Cementerio de la Recoleta se inauguró un 17 de noviembre de 1822, por lo que está cumpliendo este jueves 200 años; la hermandad, por otro lado, está presente en Argentina desde el siglo XVIII, razón por la cual varias de las tumbas de las personas que marcaron la historia del país presentan algún tipo de simbología que refiere a esta logia.
Sin embargo, más allá de la logia de los Masones en Argentina y la simbología que pueda llegar a haber en cada una de las tumbas de los referentes de esta agrupación que descansan en Recoleta, estos símbolos “provienen de orígenes y circunstancias anteriores a la masonería, organización que los tomó y los usó de acuerdo con su propio criterio”, según explicó a PERFIL el especialista en simbología Daniel Pena.
En ese sentido, cada uno de estos emblemas “aglutinan conocimientos y sabiduría ancestral” y están presentes a lo largo y ancho de todo el cementerio.
Confesiones después de la muerte en el Cementerio de la Recoleta
Entre algunos de los referentes masones que descansan en Recoleta se encuentran: Sarmiento, Alberdi, Mitre, Carlos Pellegrini, Pierre Benoit, Roque Sáez Peña, Almirante Brown y Tomás Guido, según indicó Pena.
Por esto mismo, en sus tumbas pueden apreciarse estos símbolos que actúan como un “mensaje” de quiénes fueron en vida y qué creencias tenían. “Es como si fuera una necesidad de transmitir este meta mensaje para que muchos se enteren de verdad de lo que pensaban, lo que sentían y lo que creían las personas en vida, pero confesándose abiertamente después de la muerte”, aseguró el especialista en simbología.
Los símbolos más comunes
Como parte de estas “confesiones”, Pena contó que los signos “exclusivamente” masones que se encuentran en el Cementerio de la Recoleta son una letra acompañada por tres puntos, en forma de triángulo o escuadra y el compás, algunas veces acompañados por la letra “G”.
Mientras que el primero funcionaba como un “código de encriptación, reservado solamente para las personas que puedan interpretarlo”, el segundo es el emblema de la Gran Logia, que representan la sabiduría y la letra que alude al “Gran Arquitecto del Universo”.
Esos símbolos pueden verse, por ejemplo, en la tumba del agrimensor e ingeniero argentino Pedro Simón del Corazón de Jesús Benoit, puesto que puede verse la escuadra y el compás debajo de su busto.
La historia del cementerio de la Recoleta: entre leyendas y majestuosas obras arquitectónicas
Por otro lado, en la tumba de la Logia de Obediencia de la Ley, que nuclea las hermandades de todo el país, es una de las que más símbolos ofrece, ya que, según destacó Pena, presenta el símbolo de los tres puntos, la escuadra y el compás, acompañados por la G, así como también el búho, símbolo de prudencia.
Otros de los emblemas que pueden encontrarse son la serpiente que se come su propia cola, que refiere a la circularidad del tiempo y el reloj de arena con alas, que simboliza la eternidad.
Satanismo y Masonería, la falsa creencia popular
Existe una creencia popular que indica que los ideales masónicos están vinculados al satanismo y el hecho de que estos símbolos estén presentes en un cementerio alimenta esta teoría. Sin embargo, el especialista en simbología aclaró a PERFIL que es simplemente una “creencia”, que se originó tras una “campaña de desprestigio iniciada en el siglo XIX”.
“No hay ninguna práctica satánica dentro de la masonería no se realizan sacrificios de animales y de personas o de lo que fuera no se hace ninguna acto violento en contra de determinada creencia religiosa por sobre todas las cosas no se habla mal de las creencias religiosas, ni de las ideas políticas partidarias democráticas, si se puede hacer una condena expresa de las ideologías totalitarias, los extremismo de izquierda o de derecha este tan comunes en muchas partes y en muchas circunstancias de la evolución”, sostuvo.
En síntesis, el Cementerio de la Recoleta es mucho más que un emblema y punto turístico de la Ciudad de Buenos Aires, sino que también es un cofre de “confesiones” de los muertos que descansan en él sobre quiénes fueron en vida.
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