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tiempos modernos

Qué pasa con la masonería y las nuevas generaciones

Cómo hace la sociedad secreta más grande y antigua para conseguir nuevos asociados, que continúen con la tradición masónica. En Argentina ya son 10 mil los miembros de la masonería y los responsables ven que “la juventud tiene unas ganas de participar que en otras épocas no se dio. ¿Por qué? Porque te pide que te sientes con alguien que piensa distinto, y que trabajes con él”.

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Templo y Hogar. | cedoc

A Alberto Adamo (34) lo mueven tres pasiones. En primer lugar, Adamo es streamer y youtuber. En el canal que tiene en la plataforma Twitch, llamado Indigente 666, el oriundo de Caballito comparte en vivo con el público sus partidas en videojuegos en línea. En complemento con su actividad “twi-tchera”, maneja un canal de Youtube donde se pueden ver contenidos relacionados con el terror, las leyendas urbanas y el mundo de lo paranormal. 

Su segunda pasión, quizás un poco menos esperable para alguien de su edad, es el tango. Porteño de cuna, Adamo disfruta de cantar tangos clásicos y ya casi olvidados, manteniendo viva de esta manera la tradición de la música que más representa a su ciudad. En internet se pueden encontrar sus interpretaciones de canciones como Adiós muchachos y Mi Buenos Aires querido. 

Cantar tangos puede no ser el pasatiempo más común para un treintañero argentino actual, pero no cabe duda de que la más sorprendente de sus pasiones (y también la menos conocida) es la tercera. Esta tercera pasión es, también, la razón por la que Alberto Adamo está mencionado en este artículo para empezar, y es que el joven porteño es miembro de la Logia Sol de Mayo de la Masonería Argentina.

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“La masonería te ofrece herramientas, símbolos y alegorías que son metáforas de la vida misma, de vivencias y de valores. A través del análisis, leyendo y escribiendo al respecto, uno empieza a notar paralelismos. No se fomenta el dogmatismo. Debo reconocer que desde que soy masón tuve una mejoría personal en todo sentido: en lo humano, en lo emocional y en las formas”, cuenta el streamer y músico.

Vínculos. Este joven masón personifica un fenómeno poco difundido: el vínculo de la más legendaria sociedad secreta con la juventud. La articulación entre estas dos demografías que hoy parecen imposibles de interceptarse es fomentada por las logias a través de actividades filantrópicas y culturales. A partir de la llegada de la revolución digital y las redes sociales, la masonería debió aggiornar sus métodos de comunicación a los nuevos tiempos.

Adamo recuerda cómo fue su primer acercamiento a la masonería, hace siete años: “Mandé un correo electrónico a la Gran Logia. Ya existía forma de comunicarse por ese medio. Si bien no eran tan cerrados en esa época, eran más limitados en la comunicación con la sociedad en general. La masonería no convoca a la gente. Mayormente quien tiene curiosidad va y se acerca, dice que comulga con los valores, llena un formulario y, pasado cierto tiempo, se lo convoca para la iniciación”.

La Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones es la institución masónica referente del país, agrupa a más de trescientas logias en todo el territorio nacional y supera los 10 mil miembros. Fue fundada en Buenos Aires en 1857 y su sede se encuentra en la calle Perón 1242. Su gran maestre (líder) es el ingeniero Pablo Lázaro. Con 42 años, Lázaro es el gran maestre más joven en la historia de la fraternidad. El gran maestre cuenta cómo fue su primer roce con la masonería en su juventud: “Encontré a una profesora en el secundario que a los 16 años me hablaba de San Martín y la Logia Lautaro. Con el tiempo, empecé a investigar y llegué a entrevistarme con el gran secretario. Luego de esa charla decidí entrar en la masonería. En ese momento pensaba: ‘Yo soy informático, ¿no será más común en la masonería ser historiador o abogado?’. Esa es la percepción que la gente tiene y que queremos cambiar. La masonería fomenta la ciencia, la tecnología y, si bien soy el primer gran maestre informático, hay un montón de científicos masones que trabajaron en la historia”.

Iniciado como masón a los 22 años, Lázaro admite: “Nosotros somos una nueva generación iniciada en democracia que entendemos que no hay nada que esconder; por el contrario, tenemos que abrir las puertas. No queremos hacer propaganda, es distinto. Solo queremos invitar a venir, a conocer, y que vean cuáles son nuestros valores. Históricamente, el ingreso a la masonería era por recomendación una vez cumplidos los 22 años o por ser hijo de un masón. Hoy para ingresar a la masonería, según nuestra última reforma, debés tener 18 años”. 

Mundo. A nivel mundial existen organizaciones, denominadas paramasónicas, orientadas exclusivamente a la juventud. La más reconocida es la Orden Internacional De Molay, que agrupa a varones de entre 12 y 21 años. Nombrada en honor al gran maestre templario Jaques De Molay, la agrupación fomenta los valores filosóficos, fraternos e iniciáticos masónicos en sus jóvenes integrantes. Reunida en prioratos, esta fraternidad nació en el estado de Kansas, Estados Unidos, en 1919. En la actualidad se encuentra en más de veinte países, y Argentina no es la excepción.

Sobre la orden masónica juvenil, el gran maestre explica: “Hay sedes en Córdoba, Santa Fe, Salta y la provincia de Buenos Aires. Es relativamente nueva en Argentina, tiene aproximadamente cinco años. La orden nace para que los chicos, desde muy temprana edad hasta que puedan ingresar a la masonería, tengan un espacio en el que se fomente el estudio y los ayude a terminar la secundaria. Es un espacio laico que se fomenta a través del padrinazgo de una logia”.

Otro vínculo masónico poco conocido con la juventud se encuentra en los famosos Boy Scouts. “El scoutismo tiene un rol muy importante. Baden-Powell, el fundador de los Scouts, era masón, y logró armar el movimiento junto a un grupo de masones. En la Federación de Scouts laicos, la Masonería Argentina tiene varias agrupaciones. La principal es en Máximo Paz, en Cañuelas. Para la juventud, desde muy temprana edad, tenemos scoutismo, la Orden De Molay, y también actividades operativas con jóvenes masones relacionadas con la ciencia, la educación, la filantropía y el deporte”, enumera el gran maestre informático. 

Carlos Salido Barraza es gran hospitalario de la Gran Logia. Su rol es coordinar y promover las actividades filantrópicas de la institución con la ciudadanía. Su responsabilidad puede ser visible en eventos como La Noche de los Museos y en donaciones a hospitales y bibliotecas. 

Pandemia. Con la llegada de la pandemia, la labor comunitaria se incrementó, y los masones tuvieron que crear logias operativas de ayuda social. El foco social con la infancia y la juventud se encuentra conectado en la masonería argentina con la creación del Hogar Bernardino Rivadavia.

“El Hogar Bernardino Rivadavia es el faro filantrópico por excelencia de la Gran Logia. Desarrolla muchas actividades, entre todas ellas pasan aproximadamente mil personas por día. Existe desde 1914, pero en 1953 se inauguró su sede definitiva en Máximo Paz. Actualmente, el hogar tiene la escuela secundaria N° 11, un comedor, el Grupo Scout Bernardino Rivadavia N° 13, un refugio de mascotas, un cuartel de bomberos voluntarios y La Escuadra, el club social deportivo, que cuenta con su equipo de rugby”, declara el gran hospitalario. 

Salido Barraza agrega: “Tiene una superficie de 16 hectáreas, en las cuales hay 1.200 metros cuadrados cubiertos. Hay varias actividades pensadas hace más de cien años, y hoy tiene un impacto muy importante en la comunidad. Todo lo que se hace ahí está pensado para la sociedad y en beneficio de Máximo Paz”.

Con respecto a la juventud, afirma: “Hubo un gran incremento desde hace más de diez años a través de los medios digitales. Cualquiera puede solicitar ingreso, lo cual no quiere decir que cualquiera puede ser masón”.

En cuanto a la membresía en el país, señala: “Tenemos mucho para crecer. En Chile tienen 150 mil miembros, en Uruguay 200 mil, en Brasil medio millón y Estados Unidos llega a los cuatro millones. Argentina tiene cerca de 10 mil, pero crece de forma sostenida”, y afirma: “La juventud tiene unas ganas de participar que en otras épocas no se dio. Nuestro verdadero adversario es el fanatismo. Entendemos que la masonería tiene muchísimo para aportar porque se pide no solo que te sientes con alguien que piensa distinto, sino que trabajes con él. El que piensa distinto no es un enemigo, es un adversario circunstancial donde vos tenés que trabajar en conjunto”, cierra el gran maestre Pablo Lázaro.

Muchos mitos, leyendas y rumores siguen y seguirán prevaleciendo en torno a este grupo que puede parecer cosa del pasado, pero en un contexto contemporáneo de medios digitales y actividades comunitarias, la masonería argentina abre sus puertas para incrementar su vínculo social y, de esta manera, darse a conocer ante las nuevas generaciones. El tiempo dirá si la masonería es una institución obsoleta y estamos viviendo en sus años de ocaso o si la historia de la sociedad que ha atrapado el imaginario colectivo como ninguna otra recién está comenzando.