En el medio de una de las salas de espera del Hospital Vélez Sarsfield, aparece una vitrina con retratos de osos de colores, y “sanadores”, como los define su autor, Diego Urbano. Esta es sólo una de las seis galerías que recorren hospitales públicos porteños, y fueron instaladas por el colectivo de arte Museo Urbano.
La iniciativa nació hace 12 años: “La idea es llevar las obras a un público que no se piensa habitualmente como destinatario”. Además del Vélez Sarsfield, llegaron al Argerich, Rivadavia, Tornú, Clínicas y Muñiz. “La reacción de la gente es muy diversa, a algunos les interesa y otros pasan de largo. Es muy interesante el espectador de los hospitales porque se encuentra con la obra sin esperarla, tanto en las salas de espera como en los corredores, y hasta en los jardines internos”, cuenta la artista Marcela Oliva. Y afirma que los momentos del montaje y el armado son los que generan mayor revuelo en los pacientes, que aprovechan a los artistas para hacerles preguntas y opinar sobre las obras.
Las muestras cambian cada dos meses y se arma una convocatoria pública para que los artistas presenten las ideas, y para Oliva, el desafío más importante es entender el contexto donde se exponen: “Es un trabajo en territorio, donde el hospital es como la calle, donde no hay lugares protegidos, como puede pasar en una sala de exposición”, explica. Y asegura: “Pedimos que las obras no hagan referencia al dolor ni a enfermedades, sino que generen un efecto contrario.