El papa emérito Benedicto XVI publicó este jueves un análisis del escándalo de abusos sexuales en la Iglesia católica, en el que culpa a la revolución sexual de la década de 1960 y a leyes eclesiásticas que protegen a los sacerdotes. El ensayo causó una reacción inmediata, al parecer interferir e incluso contradecir los esfuerzos de papa Francisco para confrontar uno de los problemas más graves que confronta la iglesia.
Analistas de la iglesia en Estados Unidos dicen que el ensayo, publicado en el mensuario alemán "Klerusblatt", falla en su contenido y es problemático a nivel de la iglesia universal, exacerbando divisiones existentes que emergieron entre los partidarios de Francisco y los nostálgicos del papado doctrinario de Benedicto XVI, quien en 2013 abdicó al Papado para retirarse a una vida de penitencia y oraciones.
Un historiador de la iglesia definió el ensayo papal como “catastróficamente irresponsable” porque interfiere con las gestiones de su sucesor, el papa Francisco, para sacar a la iglesia de la crisis. El teólogo de la Universidad de Villanova Massimo Faggioli, por su parte, criticó el ensayo asegurando que es débil en su análisis al atribuir el escándalo a la revolución sexual. Agregó que Ratzinger omitió casos importantes, como la pedofilia del fundador de los Legionarios de Cristo, que comenzaron mucho antes.
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Benedicto XVI dice que el secretario de estado del Vaticano y Francisco le dieron permiso para publicar el ensayo. En el escrito, Benedicto XVI atribuye el comienzo de la crisis de abusos sexuales en la iglesia a la revolución sexual de la década de 1960 y cita a la aparición de películas sexuales en su Baviera natal (Alemania). Culpa además de la crisis a fallas de teología moral en esa época, además de a leyes de la iglesia que les dieron protección indebida a sacerdotes acusados.
Benedicto XVI escribió que durante las décadas de 1980 y 1990 “el derecho a una defensa (para los sacerdotes) era tan amplio que hacía casi imposible un veredicto de culpabilidad”. Siendo cardenal, como prefecto del Santo Oficio, Joseph Ratzinger reformó esas leyes en el 2001 para facilitar la expulsión del sacerdocio de los abusadores de niños y adoptó una postura severa contra el abuso sexual del clero como jefe de la doctrina del Vaticano y, como papa, apartó del sacerdocio a centenares de curas acusados de violar a niños.
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“¿Por qué la pedofilia alcanzó proporciones tales? La razón es la ausencia de Dios”, escribió. "Una sociedad en la que Dios está ausente (...) es una sociedad en la cual se pierde siempre más el criterio y la medida del humano", explica. Vuelve así "directamente a lo obvio de aquello que es malo y que destruye al hombre". Es el caso de la pedofilia escribe que fue "teorizada no hace tanto tiempo" y que "se ha extendido cada vez más". "Y ahora, sacudidos y escandalizados, reconocemos que sobre nuestros niños y jóvenes se cometen cosas que corren el riesgo de destruirlos. Benedicto advierte que esto podría extenderse en la Iglesia y entre los sacerdotes "debe agitarnos y sorprendernos de una manera particular".
"Entre la libertad que la Revolución de 1968 quería conquistar estaba también la completa libertad sexual, que no toleraba más ninguna norma", sostiene el Papa emérito que habla de "colapso espiritual". Y "de la fisonomía de la revolución de 1968 forma parte también el hecho de que la pedofilia fue diagnosticada como permitida y conveniente". Entonces, "independientemente de este desarrollo", señala Benedicto XVI, hubo "un colapso de la teología moral católica que dejó a la Iglesia indefensa ante esos procesos en la sociedad". Es la era post-Conciliar, pero es "a fines de los años 80 y en los 90" que, según Ratzinger, "la crisis de los fundamentos y de la presentación de la moral católica alcanzaron formas dramáticas".
D.S.