En momentos de crisis, se sabe, los hábitos de consumo se modifican. Y en un contexto económico como el actual, con caídas sostenidas aun en los productos básicos de la canasta (ver aparte), quienes además intentan priorizar la alimentación saludable como forma de vida dicen que buscan la forma de mantenerla cambiando algunos de los alimentos que compran por otros que hacen en forma casera; priorizando la compra de estación, ofertas o determinando en qué de todo lo que consumían –orgánico o light, entre otros– deciden invertir y qué pueden reemplazar.
Romina Polnoroff (43) tiene tres hijos y múltiples actividades: de origen actriz, hoy es @mamasanablog en Instagram, donde da consejos de manera muy realista y práctica sobre cómo mantener –no importa el presupuesto– la alimentación saludable “como base y prioridad, pero sin fundamentalismos”, asegura: “No soy cocinera, soy una mamá que cocina”, explica, y da varias pautas para no dejar de lado el hábito saludable: “Saber la procedencia de los alimentos: por ejemplo, tratar de evitar el pollo de supermercado, que tiene más hormonas y agua; y buscar en granjas pollo de campo mejor alimentado, aunque no sea orgánico. En mi casa comemos muchísimas verduras, entonces voy balanceando lo que es orgánico y lo que no. Otra forma de ahorrar es comprar de estación. Y si uno lo olvida, el bolsillo nos lo recuerda. Hay que tratar de comprar local, y solo lo necesario, para no tirar. Hay maneras de cocinar y guardar lo más que se pueda”, agrega.
El 70% de los hogares argentinos afirma que la situación económica del país afectó su forma de alimentación. Estos datos se desprenden de un análisis que segmenta a la población en base a sus niveles de preocupación por la nutrición, realizado por la Worldpanel Division de la consultora Kantar. Tres de cada diez que priorizan la alimentación saludable prefieren recortar la cantidad o variedad de sus productos antes de cambiar de marca, y dos de cada diez dejan de consumirlos por su precio. En los hogares más preocupados, las opciones light representan casi un 25% del desembolso en la canasta, frente a un 16% de la media del mercado, por lo que realmente es un segmento relevante.
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Ana Laura Prein (36) cambió la forma de comer cuando a su hija Emma la diagnosticaron celiaquía. “Descubrí que lo mejor es comer alimentos no procesados, reducir el azúcar y las harinas refinadas”. Con la crisis, además, cambié alimentos del súper por sueltos. Sale más barato comprar lentejas sueltas que en lata, y es más saludable. Hago masa para tartas con lino y batata. Ni sé cuánto sale un disco de pascualina ahora. Los yogures se fueron por las nubes, yo hago el yogur y las leches vegetales”, asegura.
Para la influencer fit Agustina D’Andraia, “la comida saludable no necesita ningún agente de prensa. No vienen empaquetados ni con lista de ingredientes: palta, coco, huevo, brócoli”, cita. “¿Cuesta más un alfajor o una banana? Claro que se puede hacer la leche de almendras en lugar de comprarla”, asegura la joven, que da también recetas en su instagram.
La nutricionista Romina Pereiro, autora del libro ¡A comer! Sano, fácil y rico, señala: “Claramente hubo un impacto en la canasta familiar y en el menú que las familias planifican. Se redujo el consumo de carnes, de lácteos, más que nada de proteínas y aumentó el de hidratos de carbono, azúcar, harinas, es decir, pan y galletitas”.
Pereiro aconseja variar y suplantar los productos. Indica la incorporación de legumbres, que son muy nutritivas y dan mucha saciedad por la cantidad de fibras que tienen.
En el caso de frutas y verduras, “en lo que insistimos es en incorporar colores a través de los alimentos. Por ejemplo, si voy a comprar tomate, para el ‘rojo’ de mi ensalada y el tomate está carísimo, comprar morrón. Más allá del producto, hay que lograr los colores para mi alimento, que es lo que tiene beneficios para la salud”, asegura.
Pendientes. El 30% de los hogares expresan que deberían consumir menos harinas y productos que contengan este ingrediente.Para los más preocupados –el 29% de la población–, el informe detalla un recorte en el consumo de categorías derivadas de las harinas, siendo las principales afectadas: pastas, tapas de empanadas, y premezclas.
“Un alimento tan clásico en la mesa de los argentinos como las pastas invita a la industria a pensar alternativas para no perder a este 29% que quiere cuidarse y que actúa en consecuencia”, explica Lorena Calviño, ejecutiva senior LinkQ de Worldpanel Division.
Dentro de los productos que los hogares se sienten más interesados en incorporar están las leches vegetales, los orgánicos y las semillas, marcando una tendencia de consumo saludable, asegura el estudio de Kantar.
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En la canasta básica, números en rojo
Los niveles de consumo de alimentos tienen números rojos desde hace al menos unos 18 meses, según coinciden las principales consultoras y los supermercadistas. En junio, el último mes con el que se cuentan los datos, cerró con la mayor caída del año en las ventas de los productos de la canasta básica. Los números son especialmente negativos en rubros como lácteos, alimentos congelados y bebidas, todos con bajas que superan los dos dígitos.
Según datos de Nielsen, en junio la demanda de los artículos de la canasta básica, que incluye alimentos, bebidas, tocador y limpieza, registró un retroceso del 7,9% en unidades frente al mismo mes de 2018. La baja fue la más profunda del año. Los mismos datos sostiene Scentia, que en el mismo mes registró una baja del 8,4% en esa misma medición.
Según el informe de Nielsen, la categoría “alimentos frescos, lácteos y congelados” registró la mayor caída en las ventas, con una baja del 15%, seguida por bebidas con un 11,4%.
La consultora Trial Panel, por su parte, relevó que, al igual que en años anteriores, el 85% de los consultados dice consumir comidas elaboradas en su hogar y el 80% las cocina al horno. Por otro lado, un 9% consume comidas elaboradas a partir de productos congelados y un 5% pide comida por delivery.
*Producción: Adriana Vanoli.