Llegó al gimnasio combinando los shorts y la remera con las zapatillas deportivas y una torta cubierta con una servilleta. Cuando Domingo sopló las velitas para celebrar su cumpleaños 90, formuló un deseo: “Que el cuerpo siempre me acompañe”.
Con dos años de entrenamiento en crossfit, los ejercicios funcionales que hacen furor en el país, Domingo es el “crossfitter” argentino más longevo y asegura que el deporte no sólo fortaleció su físico, sino que, además, jura que los beneficios más sorprendentes están en su corazón. “Me devolvió la vida”, asegura. Y ríe.
“Minguito” es algo insólito. “Tengo físico de 90 y corazón de atleta joven”, sonríe. Entrena en Tuluka Crossfit, el único “box” de la Ciudad que adaptó la disciplina a la tercera edad. “El crossfit no es sólo para deportistas de alto rendimiento. Minguito entrena tres veces por semana con una rutina adaptada a su edad y sus capacidades, trabajando su equilibrio y su resistencia para que resuelva los desafíos de su vida diaria”, explica Martín Casas, dueño del gimnasio.
Donde los atletas de nivel competitivo levantan pesas de decenas de kilos, él practica con pelotas de tres. En lugar de escalar una soga, Minguito debe acostarse en el piso e incorporarse para agarrarla. Casas explica que el objetivo del entrenamiento es alcanzar el bienestar, tanto corporal como mental. “El cambio físico es notable, pero es más llamativo el aspecto psíquico. Cuando llegó, estaba obsesionado con su deterioro y convencido de que le quedaba poco tiempo. Hoy, pide más repeticiones”, comenta.
“La tercera edad se liga al fantasma de la muerte. La actividad física establece una ligazón con la vida y es un síntoma de salud en el que se fortalece la autoestima”, coincide el psicoanalista especializado en deportes Esteban Colombo.
“Fui un disciplinado deportista toda mi vida. Mis dos hijas me instaron a que volviera a ejercitarme y vine aquí con mi nieto. Eso fue hace dos años y, hoy, estoy feliz y agradecido”, explica Minguito entre repeticiones con la pesa de tres kilos.
Tendencia. Domingo será el más longevo, pero la tendencia convoca a adultos cada vez más grandes a los “boxes”. “El público de 65 a 90 crece cada vez más y hasta hay una categoría en las competiciones mundiales para adultos mayores”, comenta Casas.
Julio, un empresario gráfico de 73 años, asiste a la clase de nivel intermedio de los jueves. “Hice deporte toda mi vida. Tuve un problema de salud y el crossfit me ayuda a ganar confianza e independencia en mi cuerpo. Es un entrenamiento divertido y nunca me sentí tan saludable”, sonríe.
Si bien es cierto que toda actividad física es recomendable, muchos médicos disienten de entrenar crossfit pasados los 70 años. “Esta disciplina requiere una estructura ósea muy firme y, con los años el hueso se debilita. Para un adulto mayor, con menor masa muscular y con un estado óseo frágil, es peligroso. Son cuestiones hormonales y bioquímicas: no hay forma de recuperar masa muscular y cargar peso puede ser sumamente dañino”, explica Alberto Macklin, presidente de la Sociedad Argentina de Ortopedia y Traumatología, que recomienda yoga y bicicleta.
“La idea es recuperar las habilidades del cuerpo, con conciencia y atención a las necesidades de un adulto mayor”, explica Alexis Lesende, el coach de Julio.
La dieta, para la analista Carolina Missel, de 66 años, es una parte elemental del entrenamiento, que también modificó a sus particularidades. “Tomo cápsulas de calcio y
le sumo una alimentación consciente, para prevenir la osteoporosis. Después de haber bajado casi veinte kilos con esta disciplina, siento a mi cuerpo saludable y, mientras lo sienta, seguiré ejercitándome”, agrega.
La versión de entrenamiento extremo para chicos
Ruedas de camión y anillas olímpicas, saltar la soga y trepar cuerdas como monos: cada vez más chicos desde los 5 años entrenan su cuerpo con rutinas de “tipo militares”.
El “crossfit kids” requiere una certificación especial y, además, coaches capacitados para trabajar con niños.
Las rutinas, aseguran los entrenadores, no son muy distintas a cómo juega un niño al aire libre y propone ejercicios con el propio peso, más que entrenamiento de fuerza, en sesiones de 40 minutos.
Karina, que también entrena en esta disciplina junto a su marido, es mamá de Ariel (7) y Joaquín (9), dos chicos que practican crossfit en Palermo. “Prefiero que estén acá antes que jugando a la PlayStation: no es riesgoso y todas las actividades son monitoreadas con cuidado, ellos se entretienen y juegan”, asegura.
Los médicos, no obstante, disienten. “Los niños tienen un cartílago de crecimiento que puede comprometerse con entrenamientos intensivos o, incluso, con pesas. Si eso sucede, es riesgoso para su desarrollo”, explica el deportólogo Alberto Macklin.