Hasta que llegó la pandemia de coronavirus la preocupación central de la salud pública de Argentina era el avance del dengue. Ahora, tras dos años de SARS-CoV-2 y con la emergencia pandémica retrocediendo, otra vez los expertos alertan sobre la enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti. Y con razón, ya que un grupo de científicos argentinos acaba de publicar los resultados del primer estudio epidemiológico con alcance nacional sobre la prevalencia del dengue en las zonas del país donde habita el vector de transmisión. Los datos obtenidos son preocupantes y muestran que, en el AMBA, el 24,5% de las personas mayores de 18 años ya posee anticuerpos contra este virus y así se integran al grupo de personas que están en riesgo de contraer una forma de dengue grave, el hemorrágico, una complicación potencialmente mortal que amenaza especialmente a quienes ya sufrieron un brote de esta enfermedad.
“Todas las semanas se publican estadísticas de la cantidad de casos de dengue confirmados y de casos probables que se van registrando en el país. Pero hasta ahora no teníamos datos concretos de cómo es la seroprevalencia de esta infección a nivel general”, le dijo a PERFIL Federico Di Lello, investigador adjunto del Conicet y docente de la cátedra de Virología en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA. Y agregó: “Solo contábamos con un par de estudios, de hace ya varios años, hechos sobre pocos casos en la ciudad de Posadas y otro realizado sobre modelos matemáticos. Pero ahora, tras un año de trabajo relevando muestras de sangre provenientes de todo el país, podemos decir con mayor certeza que el 14,4% de la población del norte y centro de Argentina estuvo en contacto con el virus del dengue”.
Según este investigador, que trabaja en el Instituto de Investigaciones en Bacteriología y Virología Molecular (IbaViM), “aunque la seroprevalencia nacional es cercana al 15%, también constatamos muchas diferencias regionales. Por ejemplo, en Misiones se eleva a casi el 30%; en Corrientes y Santiago del Estero supera el 20 %. Eso significa que en esas provincias una de cada cinco personas seguramente tuvo dengue. Son todos valores muy altos para lo que se solía estimar previamente”.
Otro de los responsables de este estudio, Diego Flichman, investigador del Conicet y profesor de virología en la UBA, agregó que “nuestro estudio nos permitió determinar que el 24,5% de los habitantes del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), mayores de 18 años, posee anticuerpos específicos contra este virus. Por lo tanto, son personas que, de volver a infectarse con un serotipo diferente al original, corren un elevado riesgo de contraer dengue grave o hemorrágico, una complicación de la enfermedad que potencialmente es mortal”.
Muestras
Para poder concretar este original trabajo epidemiológico, los investigadores analizaron 1.530 muestras aportadas por una docena de bancos de sangre de más de ochenta ciudades del centro y norte de Argentina. “Si bien puede tener algún margen de error, consideramos que es una colección representativa de la población adulta que vive en las regiones donde se encuentra presente el mosquito vector de la infección”, aclaró Di Lello.
¿Por qué es importante contar con estos datos? Porque los brotes de dengue vienen expandiéndose en forma periódica cada cuatro o cinco años. “Entre 1997 y 2008 solo se reportaron un total de 3.500 casos. Para 2009 subieron a 28 mil. En el brote de 2016 se reportaron 49 mil y en 2020 ya se registraron 57 mil casos confirmados”, recordó el investigador.
Pero además también es clave para la salud pública determinar el porcentaje de gente que tuvo contacto con este virus. Por muchos años Argentina tuvo suerte: “En los países vecinos –como Brasil, Paraguay y Bolivia– cada año se constata la circulación de los cuatro serotipos diferentes de este virus. Y, por alguna razón, Argentina venía ‘zafando’ y registraba mayormente la prevalencia del dengue tipo 1”. Sin embargo en 2020 la suerte se acabó. “En el último brote se determinó que había una prevalencia importante del serotipo 4, que creció hasta el 20% de los casos”.
Esta combinación de dos serotipos circulando en simultáneo se vuelve potencialmente una situación peligrosa para la salud porque los médicos saben que si una persona se infecta por primera vez por un serotipo de dengue tiene, apenas, una probabilidad baja de terminar internado con un “dengue grave”. “En los próximos dos o tres años el país tiene un alto riesgo de volver a experimentar un brote importante. Tenemos que aprovechar el tiempo para hacer prevención, desde fumigaciones hasta –sobre todo– educación y campañas de descacharrado para disminuir al máximo la presencia del mosquito”, advirtió Di Lello.
La vacuna, un recurso clave
Los investigadores destacan que los estudios que sirven para saber en detalle cuántas personas estuvieron en contacto con el dengue y con qué serotipo son especialmente importantes como insumo para que las autoridades de salud puedan tomar decisiones sobre, por ejemplo, la posibilidad de incorporar la vacuna.
“Contra el dengue existe una vacuna preventiva que se aprobó en 2017 en nuestro país. Pero lo cierto es que no tiene una eficacia muy elevada contra los cuatro serotipos y puede aumentar el riesgo de sufrir un dengue grave en personas que no han estado expuestas al virus”, dijo el doctor Federico Di Lello.
Para el experto, la vacunación es clave: “La decisión de hacer campañas de vacunación contra el dengue en forma masiva es delicada, especialmente en las regiones donde el vector está mejor controlado. Para evaluar esto en detalle es clave conocer a fondo el estado serológico de las poblaciones a lo largo del tiempo y analizar en profundidad el costo versus el beneficio de aplicar la vacuna”.