Porque están expuestas al maltrato en sus hogares, porque cuando llega el golpe ya fueron sometidas a maltratos psicológicos, o porque la poca experiencia aparejada a la corta edad convierte en “normales” situaciones que no lo son, lo cierto es que la violencia en los noviazgos se transformó en un problema que crece.
El control a través de llamadas, mensajes o, incluso, los mails y las redes sociales; los celos excesivos “disfrazados” de amor, la reducción del ámbito social y los comentarios descalificatorios y agresivos son las primeras señales de alerta. Las noticias sobre femicidios ocupan cada vez más espacio en los medios –el último, el joven que acuchilló este jueves a su novia de 25 años en Puerto Madero, y luego murió tras ser reducido por un gendarme–, pero todavía se habla poco de lo que sucede en los primeros estadíos de las relaciones de pareja, según especialistas en el tema.
Las cifras son alarmantes: según datos recientes del Ministerio de Desarrollo Social porteño, durante el año 2014 una de cada diez llamadas recibidas en la línea de atención inmediata por violencia de género fueron consultas de mujeres sometidas a noviazgos violentos. Esa violencia no reconoce edades ni estratos sociales: “Identificamos víctimas de entre 14 y 21 años, de todas las clases. Las consecuencias inmediatas que se producen en estas chicas son el aislamiento, la baja autoestima, la dependencia emocional y la negación de la situación”, dice Carolina Stanley, titular de esa cartera. El programa que el ministerio lleva adelante determinó que el 50% de las mujeres adultas que conviven con parejas violentas tuvieron su origen en el período de noviazgo.
Señales. Además del maltrato psicológico y físico, los noviazgos violentos “elevan en las adolescentes el riesgo de embarazo no deseado, de suicidio, de uso de sustancias ilegales, de desórdenes alimenticios y de conductas sexuales riesgosas”, agrega Stanley. “Se trata de relaciones cimentadas en formas de control emocional. Así es como, cuando llega el golpe, ya se ha establecido una relación desigual en la que una parte ha tomado para sí el lugar de dominación”, explica Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género. ¿El camino a seguir? “Trabajar con las chicas en los ámbitos que frecuentan y fortalecer el respeto a sí mismas y a su independencia como valores no vinculados al amor”, suma Mabel Bianco, directora ejecutiva de FEIM. El entorno de la víctima –padres, amigos–juega un rol clave en ese acompañamiento, aseguran las expertas.
También hay otra realidad de la que se habla menos, pero se ve un poco más: los varones maltratados por sus novias. Sandra Vázquez, directora ejecutiva de Casa FUSA, el centro integral de asesoramiento a adolescentes, cuenta que “tímidamente, las consultas se incrementan. Lo clave es que los profesionales que los atienden sepan cómo preguntarles, porque llegan cuando el problema ya está avanzado; no hacen prevención como las mujeres”, agrega.