Hay pensadores que piensan, hay pensadores que hablan y hay pensadores que piensan y hablan. En 1991, cuando todavía podía ser considerado un escritor joven (tenía apenas 44 años de edad) , el filósofo español Fernando Savater era entrevistado por la revista Ajoblanco. Conversando con el periodista Arcadi Espada, el autor de “Instrucciones para olvidar El Quijote” repasaba desde la entonces fresca Guerra del Golfo al populismo, pasando por Lenin y un libro de Isaiah Berlin.
También tuvo tiempo de responderle a sus críticos de entonces, asegurando que había visto solamente “una vez en mi vida” a Felipe González, y que “lo demás” sobre sus presuntos lazos con los sectores que mandan eran “fantasías de todos aquellos que probablemente querrían tener relaciones íntimas con el poder y que al no tenerlas las suponen en los demás”.
Pero para comprobar que Savater pensaba (en su caso podríamos decir observaba y pensaba) vale otro párrafo de la conversación con la recordada revista española. Cuando internet todavía estaba en pañales y lo único viral eran los virus, el periodista le pedía al filósofo su interpretación sobre la costumbre que estaban adquiriendo los hechos de quedar “reducidos a mercancía mediática”.
“Algo hay -reconocía Savater-. El hecho contemporáneo se convierte frecuentemente en deshecho, en algo que se expulsa y que se abandona por otros hechos posteriores”. Para el escritor, ya entonces era “evidente” que los medios “necesitan llenar su cupo de hechos y que no pueden dejar de suceder cosas”.
Y las cosas, completaba, veinticinco años antes del lanzamiento de TikTok, “suceden, o se reiteran, o se inventan”.