Una de las tantas historias que giran en torno al origen de San Valentín tiene como lugar la Antigua Roma. Allí, en tiempos del emperador Claudio II (268-270) los soldados del Ejército Imperial tenían prohibido contraer matrimonio ¿Por qué? porque el César deseaba formar una gran fuerza militar para su imperio. Sin embargo, las dificultades para conseguir soldados llevó a Claudio a suponer que los romanos no estaban dispuestos a unirse al ejército debido al fuerte apego a sus esposas y familias: creía que los hombres se desempeñarían mejor en el campo de batalla si no tenían ataduras en el corazón. Ante esta decisión, un joven sacerdote llamado Valentín desafió su decisión y celebró casamientos clandestinos bajo el ritual cristiano a los enamorados.
Sin embargo, la condición de celebración “clandestina” no duró demasiado. Cuando la noticia llegó a oídos Claudio se puso furioso y ordenó encarcelar de inmediato a Valentín. Su destino ya estaba sellado: fue arrestado y condenado a morir decapitado. El sacerdote había nacido en Roma un 14 de febrero -por este motivo se festeja ese día- y dedicó su vida a difundir el incipiente cristianismo. En una época, en que la atracción de la pareja era para muchos un pecado, este apóstol del amor la consideraba el más hermoso de los milagros y que si la pasión era auténtica, el amor era siempre legítimo.
Cuenta la leyenda que su carcelero, llamado Asterius y padre de una joven llamada Julia, ciega de nacimiento, desafió la fe cristiana de Valentín y le pidió un milagro para su hija a cambio de su libertad. No solamente recuperó la vista sino que el sacerdote se enamoró de de ella. Antes de enfrentar su condena, este le envió una carta de despedida que finalizaba con un “Tu Valentín”. La sentencia casualmente se llevó a cabo un 14 de febrero: el sacerdote fue asesinado a golpes y decapitado. Luego de su muerte, Valentín fue nombrado santo.
El “otro” origen
En paralelo, cada 15 de febrero se celebraba una de sus festividades sexuales más importantes, los Lupercales, en alusión a Luperco, dios de la fertilidad. También era el día en donde los romanos celebraban más matrimonios. Diversos historiadores señalan que este era un festival sagrado de depravación organizado en la Antigua Roma para lograr que los jóvenes se iniciaran en las relaciones sexuales. Allí hombres y mujeres practicaban orgías.
Allí un sacerdote comenzaba la fiesta sacrificando un carnero en honor a Fauno, el dios de la naturaleza. Luego, iniciaban una carrera a través de Roma en donde le daban latigazos con una correa hecha con cuero de carnero a cuanto hombre o mujer (voluntariamente) se ubicara frente ellos. Para las jóvenes era todo un privilegio recibir el latigazo, ya que, con él, los dioses no tardarían en bendecirlas con un hijo. En el caso de los hombres, consideraban que les purificaba y les daba buena suerte.
Finalmente el cristianismo la consideró demasiado lujurioso y lasciva y en el año 494 sustituyó esta festividad por la del 14 de febrero, fecha en la cual Valentín de Roma murió martirizado en el año 270.