Llevar al musical la vida de Paco Jamandreu sin hablar de Evita parece casi imposible. No precisamente porque la vida del modisto haya sido poco interesante, todo lo contrario. Más bien es porque inevitablemente lo recordamos como diseñador y amigo de la esposa de Perón. Pero Juanse Rausch y Natalia Casielles lo lograron en Paquito (la cabeza contra el suelo) basándose en sus memorias. Y el protagonista comienza diciendo. "Voy a hablar de mí, no de ella". La propuesta que volvió a la cartelera porteña y se presenta todos los jueves a las 20.15 en el Teatro Metropolitan (Av. Corrientes 1343, CABA) tiene muchas repercusión y las funciones son a sala llena.
Es que se trata de un musical maravilloso, divertido, emotivo y atrevido, en el que la necesidad de ser querido que tenemos todos se pone de manifiesto en el personaje principal, quien simplemente pide ser tratado con ternura, y repasa desde la infancia cuando aprendió a coser con la abuela, a su llegada a la escena de la moda porteña, su amistad con la primera dama, sus amores, algunas estrellas de la escena nacional de su tiempo y los fantasmas de su vida. Todo está contado de manera tan interesante y cercana aquí que el espectador no puede más que sentirlo parte de la familia, un amigo que se confiesa para aliviar su dolor.
Contribuye mucho la imaginativa puesta, despojada pero vigorosa a la vez, que incluye la participación del pianista Sebastián Sonemblum y algunos movimientos de escenografía que aportan dinamismo. A esto se suman las canciones tan pegadizas y con letras reveladoras compuestas por Teo López Puccio junto a los dramaturgos Casielles y Rausch. Quizás el gran hallazgo de esta puesta
Reviviendo a Paquito
Ahora vayamos a este elenco de talentos. Nicolás Martín es un Paquito Jamandreu que pasa por todos los estados de ánimo en base a las canciones que revelan lo más íntimo de su ser. Ganó un María Guerrero por este rol. En enero, que fue cuando vimos la puesta que compone esta crítica, Mariano Saborido tuvo un doble rol fascinante: una de las costureras del diseñador (trío de coristas que va revelando las verdades más ocultas) y también de Azucena Maizani, la Ñata Gaucha, en una composición inolvidable. Este mes será reemplazado por Paola Medrano.
Las otras dos integrantes de ese trío de intérpretes destacadas que también desempeñan otros roles, son la multifacética Miamar Abrodos y la carismática Lucía Aduriz Bravo, impecable y divertida en todas sus participaciones. Algo que también le valió el premio María Guerrero por este trabajo. Un 10. Encarnando principalmente a todos los amores y amantes de Paquito, Matías López Barrios aporta una dualidad muy particular a sus personajes, en diálogo constante con una realidad personal del protagonista que no perdona flaquezas.
Pero es también la ambientación y el área técnica la que aporta consistencia para completar el efecto en el espectador, en una producción (de Nün Produce y Alejandra Menalled) que tuvo en cuenta hasta el más mínimo detalle: el diseño de vestuario de Lara Sol Gaudini (con telas de otros tiempos), el diseño de iluminación de Facundo David y el de escenografía de Laura Copertino y Marcos Di Liscia. También es fundamental la coreografía de Mijal Katzowicz y la dirección musical de Dino Pérez. Sin dudad un combo más que atractivo para el que todavía que funciones en la calle Corrientes. Altamente recomendable, para no perdérsela. Encontrá acá más info sobre las entradas.