Los cuidados son indispensables para la vida de cada persona y para la subsistencia de las sociedades. Las tareas domésticas y de cuidados son un trabajo productivo (por lo general, no remunerado) importante: es el sector que más aporta a la economía (representa 15,9% de nuestro PBI), seguido por la Industria (13,2%) y el Comercio (13%). Pero, paradójicamente, todavía no somos capaces de dimensionar el valor económico de los recursos que las familias necesitan para producir este servicio esencial. Las familias –y en su interior, las mujeres– son quienes realizan la inmensa mayoría del trabajo de cuidados, destinado al desarrollo de las capacidades de las nuevas generaciones.
Está claro que los cuidados que producen las familias contribuyen al desarrollo de la sociedad. Lo que no se conoce es cuánto invierte cada hogar para realizarlo: no existe un indicador que estime los costos de producción del cuidado. Frente a esta realidad, desde Cippec estamos trabajando en la creación de una Canasta Básica de Cuidados (CBC) que dimensione y otorgue un valor monetario a los recursos que las familias necesitan para brindar cuidados de calidad a niños y niñas –desde su nacimiento hasta los 16 años–, y el trabajo que destinan a esa tarea. Los recursos que se consideran son los bienes (alimentos, vestimenta, equipamiento de la vivienda, entre otros), los servicios (la educación, la salud, el transporte, la electricidad, el gas y el agua, entre otros), el tiempo para cuidar, los ingresos (necesarios para comprar los bienes y servicios) y la infraestructura (un entorno saludable con acceso a servicios básicos, por ejemplo).
La Canasta Básica de Cuidados ofrece información precisa y situada que impulsa y justifica la inversión en un sector tan estratégico como es el de los cuidados. En primer lugar, porque dinamiza la economía. Un estudio realizado por Cippec en 2018 constató que extender la cobertura de los espacios de crianza, enseñanza y cuidado destinada a niños y niñas de entre cero y cuatro años desde el 32% hacia el 50% requería una inversión equivalente al 3,6% del PBI. Eso permitiría crear 1,3 millones de puestos de trabajo (personal docente, de cocina y limpieza, entre otras tareas). Se estimó que la tasa de empleo crecería un 6,4% y que como el 62% de los puestos de trabajo serían ocupados por mujeres, la tasa de empleo femenino crecería un 9,5%. El 2% del PBI se recuperaría a través de impuestos y la economía en conjunto crecería un 5,3%. En la misma línea, un estudio reciente de la Organización Internacional del Trabajo señala que la inversión en el sector cuidados genera tres veces más empleo que la inversión en construcción y prácticamente no demanda divisa extranjera.
En segundo lugar, es una inversión que cierra las brechas de género. Es una medida concreta para impulsar la autonomía económica de las mujeres porque transfiere parte de las tareas no pagas que ellas realizan en los hogares hacia el sector remunerado. De este modo, permite que las mujeres con responsabilidades de cuidado recuperen tiempo para continuar con su formación y/o trabajar en forma remunerada.
La CBC estima los recursos que las familias utilizan para cuidar y establece un umbral por debajo del cual la producción de cuidado de calidad es inviable. Toma de referencia a la Canasta Básica Total (la que se utiliza para calcular la línea de pobreza) y la enriquece. Al mínimo de ingresos que fija la Canasta Básica Total le suma el valor monetario del trabajo que los hogares destinan a cuidar, la infraestructura y los servicios de cuidados que los hogares necesitan para que ese trabajo que entregan gratuitamente no ponga en riesgo la autonomía económica de las mujeres ni condicione el desarrollo de las capacidades de los niños, niñas y adolescentes.
Al comparar los recursos que las familias necesitan para cuidar con los que efectivamente tienen, la CBC visibiliza la magnitud y las características de la crisis de cuidados que enfrentamos.
En estos cálculos, la CBC toma en cuenta la diversidad de configuraciones familiares; los territorios en los que habitan las familias; la cantidad, género y perfil educativo de las personas en condiciones de proveer recursos para cuidar y de aquellas que demandan cuidado.
Apostar al cuidado es, a todas luces, una decisión inteligente. Transferir parte de las tareas de cuidados no pagas al sector remunerado del cuidado, genera empleo genuino, promueve la igualdad entre géneros, impulsa el desarrollo de las capacidades de las nuevas generaciones y dinamiza la economía. Por todo esto, desde Cippec estamos liderando un proyecto global para impulsar la implementación de la Canasta Básica de Cuidados. Se trata de una herramienta útil para informar y orientar los procesos de desarrollo socioeconómico desde sus cimientos, integrando la perspectiva de quienes producen uno de los insumos más relevantes.
*Directora ejecutiva de Cippec.
**Investigadora de Protección Social de Cippec.