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OPINIONES

El debate es por los espacios de trabajo inclusivos y libres de acoso de todo tipo

Son muchas las compañías que iniciaron hace tiempo acciones concretas para contrarrestar y, especialmente, prevenir todo tipo de maltrato en el ámbito laboral, y para otras, el motor de impulso es evitar sanciones o multas. En cualquier caso, impulsar el cumplimiento de los criterios de la OIT a los que el país adhirió en forma pionera es troncal, porque esa organización internacional sostiene que seis de cada diez trabajadores argentinos sufrieron situaciones abusivas.

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Tarejeta roja. Las ofensas sexuales, físicas o morales desestabilizan a los empleados de todo género. | shutterstock

¿Puede afectar la calidad de vida de una persona trabajar en un lugar no donde se sienta respetada, valorada y aceptada? La respuesta es sí y aunque parezca una obviedad, muchas veces no hace falta tener una gran oferta de beneficios de bienestar, sino impulsar políticas de inclusión, diversidad y respeto. Estas son semillas que van sembrando el ambiente laboral y cultivando una cultura de respeto que se derrama de arriba hacia abajo y se desparrama hacia todas las direcciones. El respeto desde el proceso de selección, qué importante y necesario entender que no por ser candidatos tenemos que ser avasallados en nuestra intimidad, por ejemplo.

Muchas compañías iniciaron su transformación en la prevención de todo tipo de maltrato hace años, intentando hacer el cambio cultural desde adentro, poniendo el tema sobre la mesa, haciendo capacitaciones, reclutando de una manera no tradicional. A otras, en cambio, el motor de impulso es estar dentro de la ley, evitar multas o sanciones.

Argentina fue el cuarto país del mundo en ratificar el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la primera norma internacional que regula el tema de la violencia y acoso en el lugar del trabajo. En diciembre de 2020 se promulgó y publicó en el Boletín Oficial la Ley 27.580 que aprueba dicho Convenio y en febrero de 2022 entró en vigor, lo que implica un importante compromiso del Gobierno, empresas y organizaciones sindicales. De acuerdo con cifras de la OIT, en Argentina seis de cada diez personas afirman haber sufrido alguna clase de violencia en su ambiente laboral, lo cual constituye un problema social que debe ser abordado.  Si bien el acoso puede ser sufrido por cualquier persona independientemente de su género, las estadísticas indican que las mujeres somos las mayormente afectadas. El motivo puede ser culturas de trabajo predominantemente masculinas, sesgos o desvalorización social de las labores realizadas por mujeres.

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El acoso laboral, ya sea físico, moral o sexual, desestabiliza a la persona, tanto en su vida profesional como personal, y produce impactos más que significativos en la autoestima, en la dignidad y ni hablar en la salud física y psicológica.  No hay salario económico que sustituya a los buenos tratos.  Entendemos por acoso físico a daños a la persona o su propiedad, acoso moral o psicológico a diversas situaciones que van desde gritos, insultos hasta asimetrías en los tratos y por acoso sexual a todo tipo de cuestiones menores, hasta las más graves de esta índole. No hace falta que sea repetitivo para ser acoso, una situación puede configurarlo.

Hace algunos años, no hablamos de décadas sino sólo años, muchas conductas debían “aceptarse” porque eran las reglas del juego, o respuestas como “así se trabaja acá” o “esta persona es amigo del dueño y hay que tolerar sus tratos”, o incluso situaciones de reasignaciones a funciones de menor importancia por cuestiones de maternidad, todo tipo de asimetría hacia la mujer era naturalizada en el ambiente de trabajo. Hoy de la mano del avance de la inclusión de políticas de género en el ámbito empresarial privado y público, del respaldo del Gobierno con la reglamentación de normativa y generación de programas como el Qualitas 190 (desarrollo y capacitación para prevención y erradicación de violencia) la prevención, tratamiento y eliminación de la violencia laboral, está en la agenda de la alta dirección empresaria.

Otro de los pilares fundamentales es la confianza y garantía de protección de los canales de denuncia. Es clave contar con esta herramienta para que los colaboradores puedan plantear sus inquietudes con confianza y sin temor a represalias. Es la única manera de asegurar que las políticas de prevención están funcionando y en el caso de que no, tomar las medidas y dar apoyo y contención a la víctima. El camino de cambio es largo, me alegra ser parte de la generación que visualiza esta transformación y poder contar una historia diferente a los que vendrán respecto a que se puede trabajar en un ambiente de respeto y libertad.

*  Directora de Forensic Services KPMG Argentina