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La brecha también se ve en el desempleo: las mujeres están arriba del promedio

El Indec informó que la desocupación fue del 6,2%, pero en el caso de las mujeres la cifra escaló al 6,9%. Al menos en los últimos cinco trimestres la brecha se mantuvo también en cuanto al acceso a empleos formales o con mayor calificación. Organismos internacionales reconocen que, si bien la situación mejoró después de la pandemia, resta mucho por hacer en materia de equidad. En la región la participación femenina pasó del 50,1% al 52,8%.

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Empleo | cedoc

La desocupación en Argentina afecta de manera desigual a hombres y mujeres, y son estas las que, al menos en los últimos cinco trimestres, se ubicaron por encima del promedio. Según el informe del Indec, el índice de desocupación general fue del 6,2% en el segundo trimestre del año. Pero en el caso de los varones la tasa fue del 5,7%, mientras que para las mujeres fue del 6,9%.

El documento informó también en este sentido que “en el segundo trimestre de 2023, la tasa de actividad (TA) –que mide la población económicamente activa (PEA) sobre el total de la población– alcanzó el 47,6%; la tasa de empleo (TE) –que mide la proporción de personas ocupadas con relación a la población total– se ubicó en el 44,6%”.

En estos dos indicadores también hay diferencias marcadas con respecto al género. Mientras la tasa de actividad en hombres es del 69,8%, en el caso de las mujeres esta cifra desciende al 51,1%.

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En tanto, la tasa de empleo de mujeres hasta 29 años es del 4,4% y en ese mismo rango de edad alcanza el 5,6% en los hombres. Entre los 30 y 64 años, el porcentaje es del 18,3% para los hombres y del 14,6% para las mujeres.

Las cifras son relevantes. Tal como el organismo señaló en informes específicos sobre diferencias de género, “la participación en el mercado laboral favorece la autonomía económica de las mujeres y mejora su posibilidad de generar un ingreso, tener protección social, redes de sociabilidad y reconocimiento social de las actividades que realizan”. Sin embargo, agregaron, “esta participación se da en condiciones de desventaja: en comparación con sus pares varones, las mujeres presentan mayores niveles de desocupación y subocupación, se encuentran concentradas en ciertas ramas de actividad (segregación horizontal) y acceden en menor medida a puestos altos en la estructura jerárquica (segregación vertical). Estas diferencias se expresan en las brechas de ingresos”.

En los últimos cinco trimestres las diferencias se mantuvieron. Así, mientras en el segundo trimestre de 2022 el 7,8% de las mujeres estaban desocupadas, esa cifra descendía al 6,1% en el caso de los hombres. En ese momento la desocupación en total llegaba al 6,9%.

Estas diferencias se explican, en parte, por la responsabilidad inequitativa a la hora de distribuir tareas de cuidado. “Las mujeres tienden a ser las principales encargadas de las tareas de trabajo no remunerado al interior de los hogares y, por ello, aun cuando cuentan con mayores niveles educativos, no logran un nivel de participación en el mercado laboral similar al de los varones”, explicaron.

Según cifras oficiales, cuatro de cada diez mujeres ocupadas de 14 años y más se insertan en sectores relacionados con el cuidado (salud, educación y trabajo doméstico) y los varones lo hacen en mayor proporción en la industria manufacturera y de la construcción.

La inserción no se cuenta solamente en números. También en la calidad del trabajo. Así, detalla el Indec, la organización de los empleos “tiende a fomentar la inserción laboral de mujeres a sectores vinculados a los cuidados y en puestos de menor jerarquía” y, cuando logran insertarse, “presentan mayores niveles de subocupación horaria y desocupación, y menores niveles de ingresos, comparativamente”.

La Organización Internacional del Trabajo también señaló, respecto de la situación mundial, que encontrar empleo es mucho más difícil para las mujeres. “Cuando la mujer trabaja, suele hacerlo en puestos de baja categoría y en condiciones de vulnerabilidad”.

Además, según un estudio conjunto publicado por esta organización y la Cepal, si bien los principales indicadores de empleo en América Latina volvieron a recomponerse después de la pandemia, las brechas de género persisten.

El estudio, que hizo mediciones en 20 países, entre ellos Argentina, señala que en la región “la participación femenina subió 1,7 puntos porcentuales (pasó de 50,1 al 52,8%), y la de los hombres, 0,3 puntos (de 74,1 al 74,4 %), y aunque la tasa femenina regresó a sus niveles previos a la pandemia, persiste la brecha del 22,6%”. En definitiva, “48 de cada 100 mujeres en edad de trabajar en la región no participan en el mercado de trabajo”.

En el caso específico de Argentina, la brecha persiste, independientemente de la evolución del grado de actividad. Las mujeres lideran las estadísticas en desocupación, aunque también ganan espacios.