El 20 de julio celebramos en Argentina el día de la amistad. El origen de esta celebración permanece aún algo difuso, aunque podríamos concluir que detrás de las teorías se esconde un mismo objetivo: celebrar aquello que nos une, que nos hermana más allá de los lazos de fraternidad familiar. Se trata de construir puentes sociales que sueñan un mundo mejor.
Trabajar por la “amistad social” es la invitación que el Papa Francisco ha hecho en la Carta Encíclica Fratelli Tutti, publicada en octubre del 2020. Desde esta perspectiva presentamos dos reflexiones para este “día de la amistad”.
La nación como tarea
Los lazos de amistad son expresiones de un mismo amor. El amor es el motor, gestor y garante del entramado social que estamos llamados a hacer crecer si queremos una nación más hermanada, solidaria e igualitaria.
En la realidad cotidiana de nuestro país constatamos cómo parece tener lugar la violencia, la inequidad y la exclusión. Francisco nos invita a reparar en nuestras acciones tomando como eje transversal justamente el amor que nos tenemos unos a otros.
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Para re-conocernos en el mundo, es fundamental que primero sanemos las relaciones locales. Trabajar por la patria es trabajar por y para los demás, asumirnos hermanos y hermanas, necesarios a la vez que necesitados. Esto, en palabras de Francisco, es un mandato político:
“Un individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en el campo de la más amplia caridad, la caridad política. Se trata de avanzar hacia un orden social y político cuya alma sea la caridad social. Una vez más convoco a rehabilitar la política, que es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común” (FT 180).
De lo local a lo universal
“Hay que asumir con cordialidad lo local, porque tiene algo que lo global no posee: ser levadura, enriquecer, poner en marcha mecanismos de subsidiaridad. La fraternidad universal y la amistad social dentro de cada sociedad son dos polos inseparables y coesenciales. Separarlos lleva a una deformación y a una polarización dañina.” (FT 142).
En contexto universal de guerra, crisis económica, pandemia, exclusión y tensiones sociales, también cabe la pregunta por lo global desde lo local. Para Francisco es evidente la intrínseca relación que guardan ambos polos. Un pueblo existe dentro y en relación a otros pueblos. Es el amor como amistad social que se extiende “más allá de las fronteras” (FT 99).
La realidad local no puede ser leída al margen de las múltiples realidades globales. Nuestro pueblo argentino está llamado también a entenderse-con lo que les sucede también a otros pueblos que co-habitamos la Casa Común. El objetivo aquí es ya no sólo una nación como tarea, sino un mundo como tarea. Rehabilitar los lazos sociales, amor de amistad, es un llamado que puede servirnos como guía para soñar un mundo más igualitario, sin violencias, guerras ni explotaciones.
Sabrina Marino y Agustín Podestá
*Seminario Permanente Magisterio del Papa Francisco
Vicerrectorado de Formación
Universidad del Salvador