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EL DIARIO DEL JUICIO, REVISITADO

40 años del Juicio a las Juntas, charla en la universidad Di Tella con Jorge Fontevecchia

El CEO de Perfil participó este jueves del seminario "El Juicio a las Juntas: a 40 años de un proceso histórico" de la Universidad Torcuato Di Tella, en la que brindó una charla sobre el rol de los medios de comunicación durante la transición democrática.

Jorge Fontevecchia
Jorge Fontevecchia | CEDOC

El CEO de PERFIL Jorge Fontevecchia participó este jueves del seminario "El Juicio a las Juntas: a 40 años de un proceso histórico" de la Universidad Torcuato Di Tella, en la que brindó una charla sobre el rol de los medios de comunicación durante la transición democrática. “Un periodista siempre tiene apetito de que lo escuchen, hay un deseo de trascendencia”, reflexionó y sintetizó: “El periodismo tiene un deseo de ser parte”.

Ayer entrevisté a Lourdes Arrieta y me conmovió, ustedes saben que nosotros estamos en las antípodas de La Libertad Avanza. Me decía que en Mendoza no tienen idea de quién es Astiz y, en ese sentido, pienso que es bueno que haya quedado el Diario del Juicio como material de consulta”, celebró refiriéndose a la única obra que siguió al detalle y en forma íntegra todo lo que se dijo en ese legendario proceso oral y público.

El rol de la prensa y la persecución a los periodistas durante la dictadura

“En ese momento toda la prensa era de derecha y nadie quería publicar. Radio y TV eran estatales. Argentina tuvo, de 1930 a 1983, decenas de interrupciones a la democracia, esto generó un proceso mental de autocensura. Las redacciones estaban encorsetadas y se sabía que corrían peligro las vidas. Impedía pensar en hacer periodismo de investigación”, recordó Fontevecchia en la charla que brindó este jueves.

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El fundador de PERFIL en ese entonces dirigía una revista que se llamaba La Semana. “Nosotros estábamos en contra de cualquier persona que tomara las armas, éramos más subversivos que los subversivos. Teníamos una mirada del periodismo anglosajona, mirábamos mucho al Buenos Aires Herald. Muy influidos por el caso Watergate, nos impactó mucho eso”, relató.

Fontevecchia fue secuestrado en enero de 1979, lo llevaron a El Olimpo, que funcionó durante algunos meses como centro clandestino de detención en el barrio porteño de Vélez Sarsfield. El hecho fue cubierto por las agencias internacionales Associated Press (AP) y United Press International (UPI). “Una vez que me liberaron, me invitó el embajador de Estados Unidos a recorrer las universidades en un programa para jóvenes. Era la época del cambio de gobierno en Estados Unidos, de Nixon a Carter, que generaba que Estados Unidos no bancara más las dictaduras de América Latina”.

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Pero la persecución no terminó allí. “En 1981 presenté a Alfonsín como el próximo presidente de los argentinos. Clausuraron la revista La Semana, me citó el jefe del Estado Mayor y me acusaron de espía inglés. Habíamos encargado una nota a un periodista extranjero que anticipó que Argentina iba a perder la guerra de Malvinas, que Galtieri iba a renunciar, que Margaret Thatcher iba a ganar las elecciones e iban a despedir al jefe de la Cancillería de EE.UU. por haber hecho pelear a dos aliados”.

“Publicamos esa nota el día que hundieron el crucero General Belgrano. Me citó Camps y me dijo que me iban a fusilar por traición a la patria, pero no en ese momento, para no gastar balas. Me exilio. Publicamos sobre Astiz, que se había traído el auto diplomático y lo tenía en Bahía Blanca, era agregado militar en Sudáfrica”, comentó el periodista.

Exilio, vuelta y el Diario del Juicio

“Estuve asilado en Venezuela. Walter Benjamin dice que la historia es un relámpago que se puede ver una vez, después no se ve nunca más. Regresé del exilio con Alfonsín presidente. Ernesto Cardenal, ministro de Cultura de Nicaragua, una vuelta que lo entrevisté me dijo que en la Argentina no iban a poder juzgar a los militares porque todavía tenían las armas”, meditó.

Fontevecchia definió el Juicio a las Juntas como un caso “que queda en la historia mundial del derecho”. “Este juicio vino a restaurar el orden jurídico, a completar la República: había presidente electo democráticamente, había Congreso y ahora había Justicia”, explicó y agregó: “El coraje del tribunal era grande y Alfonsín buscaba aportar a la racionalidad”.

“Alfonsín y la Cámara intentaban mostrar equilibrio: la Justicia argentina pidió la extradición de Firmenich, que estaba en Río de Janeiro. Incluso en las penas, se buscaba mostrar que no se buscaba venganza. La dictadura fue irracional, había desatino, falta de racionalidad. En esto yo le encuentro puntos de contacto con el Gobierno de Milei”, le recriminó el comunicador al presidente.

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Además el juicio era mirado “con cierta desconfianza por los medios, hubieran preferido lo de Uruguay y Brasil. Tuvo un costo económico para la Argentina: Chile logró mantener su economía estable, Argentina no, porque a Alfonsín le hacían un golpe por mes. Dentro del Ejecutivo no todos estaban a favor del juicio, 14 huelgas generales tuvo Alfonsín. Lo más fácil hubiera sido dar vuelta la página”, expuso, pero “el juicio era una piña tras otra, una contundencia enorme”. “Lo de Strassera marcó es que esto era cierto, que los jueces podían juzgar. La proeza era la Justicia”, valoró.

Por último, sobre el Diario del Juicio, el empresario de medios detalló que “vendíamos 100.000 ejemplares aproximadamente por semana y se financiaba con lo que pagaba el consumidor, era muy diferente a lo que pasa ahora. La versión taquigráfica la tenía todo el mundo, pero no las imágenes”, dijo y puntualizó que existía una “empatía entre el emisor y el sujeto noticioso”. “En el Juicio a las Juntas había un clima de época. La palabra genocidio existe a partir de Nuremberg, antes no se había juzgado a nadie por genocidio. Son conceptos jurídicos que se van construyendo” también a través de la prensa.

BK/ML