En Odisha, India, una tortuga olivácea tiene vía libre hacia el mar. Es precisamente lo que necesita, pero no podría hacerlo sola si los pobladores que velan por ella, día y noche, no la ayudaran. Ellos desentierran los huevos que dejó ocultos y protegidos bajo la arena, para protegerlos de sus posibles depredadores, animales, pero también humanos. “Quiero dar mi vida a las tortugas, por eso no estoy casado” dice el pescador Bichitrananda Biswal. “Las tortugas son mis hijas. ¡Tengo miles!”.
Las tortugas son muy importantes para los pescadores del Golfo de Bengala porque se alimentan de la carroña costera, los restos de pescados y también de las medusas que a nosotros pueden resultarnos muy bonitas, pero son depredadores naturales de los pequeños peces del mar. Cuantas menos tortugas hay, menos peces pueden pescar porque eso favorecería la población de medusas, en detrimento de las tortugas oliváceas.
Ellas son muy importantes en el ecosistema de Odisha, uno de los nueve estados de India, cuya capital es la ciudad de Bhubaneshvara. Por eso, los pescadores de la costa india se asociaron para formar un grupo de protección y conservación de tortugas marinas. Patrullan la playa todas las noches para cuidar sus “mascotas”, la razón de su vida. Rescatan sus huevos y los llevan a un criadero artificial. Cuando nacen, 45 días más tarde, llevan las crías hacia el mar y se despiden de ellas mientras las ven partir.
De todos modos, la depredación no es el único problema que enfrenta la especie, ya que un nuevo enemigo acecha: el cambio climático. “Solían poner los huevos en febrero y ahora lo hacen en marzo. Además el año pasado nos afectó un ciclón y las lluvias torrenciales y las temperaturas elevadas también afecta su desarrollo”, explica Biswal. Con el alza térmica, sus benefactores notaron que aumentó la mortalidad en el momento de romper el cascarón de sus huevos. Por otra parte, cuando logran nacer, son más hembras que machos.
Las mujeres y los niños de la comunidad también participan activamente en el cuidado y preservación de este proceso ecológico.
Las tortugas oliváceas integran una especie “vulnerable” incluida en la Lista Roja de la IUCN, el organismo internacional conocido por la abreviatura de su sigla en inglés (International Union for Conservation of Nature), que se esfuerza por conservar los recursos naturales. Está intregrada por 1.200 organismos gubernamentales de 160 países y diez veces más de voluntarios expertos en el área, datos que la convierten en la mayor institución medioambiental del mundo.
Dentro de la Lista Roja, las especies que responden a las tres categorías En Peligro Crítico (CR), En Peligro (EN) y Vulnerable (VU) son consideradas Amenazadas. Las tortugas oliváceas integran la categoría de vulnerabilidad junto a otros 4.309 taxones (organismos emparentados) de animales.
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La Lepidochelys olivácea, identificación científica de la especie, es la más pequeña de las tortugas marinas, pero en estado adulto puede llegar a medir 70 cm y pesar 40 kilogramos. Se encuentran sobre todo en los mares tropicales del planeta y se alimentan de numerosos invertebrados marinos.
En la costa de Oaxaca, en México, aparecieron sin vida, en agosto de 2018, trescientas tortugas oliváceas. Es cierto, sin embargo, que no quedó fuera del coletazo de los “beneficios ambientales de la pandemia”. En Odisha misma, esta primavera se registró una anidación masiva, en marzo, pero no sólo durante la noche, como solía ser, sino también de día, algo que no se había visto en los últimos siete años.