Con el ascenso del talibán, en el renacido Emirato Islámico de Afganistán, el temor a un nuevo éxodo de refugiados ya ha puesto a la región en alerta. Los países occidentales que alguna vez participaron de las operaciones militares que derrocaron al régimen fundamentalista o en la etapa posterior de la ocupación, o cuyas organizaciones se han desplegado para asistir en los años siguientes a la sociedad civil, continúan evacuando a sus nacionales. Y entre este personal internacional figuran aún dos argentinos que, al cierre de esta edición, ya tenían una chance de salida para las próximas horas, acorde a fuentes de la Cancillería.
En rigor, eran cuatro los argentinos que el servicio exterior de la Nación había detectado en Kabul cuando las fuerzas talibanas irrumpieron en la ciudad. Andrés Arevalo, un piloto que trabajaba junto a una ONG, fue el primero que pudo abandonar el país. Ayer a la tarde, por su parte, se reportaba de fuentes oficiales que el segundo de ellos, Gilberto Velázquez Franco, ya tenía un lugar reservado en un avión de la misión de Naciones Unidas bajo cuya bandera había sido desplegado. Por la noche, no obstante, desde el Gobierno no confirmaban aún si ya estaba fuera del país.
La atención se centraba sobre todo, en las últimas horas, en Melisa Rolls y Rodolfo Yamila, miembros de una ONG británica con actividad en Afganistán. Carentes de una estructura como la ONU, la pareja tenía reservado pasajes en Turkish para abandonar ayer el país pero los vuelos comerciales se cancelaron 24 horas antes y por, al menos, una semana. Las imágenes de docenas de afganos persiguiendo al avión de carga estadounidense motivaron la decisión. De forma tal que son los militares occidentales, que siguen allí en Kabul, quienes mantienen el control de la evacuación ahora desde la terminal. Hoy podría tener una posibilidad, acorde a trascendidos.
Argentina no dispone de una embajada propia en la capital afgana sino que trabaja desde la vecina Pakistán, con concurrencia sobre el territorio de Afganistán y Tayikistán. Tampoco hay un embajador oficializado, ya que el diplomático de carrera, Leopoldo Sahores, no dispone aún del decreto de nombramiento que debe firmar el Gobierno como un paso protocolar. Así y todo, ya se encuentra en su oficina y, de hecho, es desde su misión que se ha establecido el contacto con los argentinos para seguir de cerca su situación acorde al testimonio que brindó en la TVP y en Radio Nacional.
Respecto al destino de Rolls y Yamila, su situación era la más frágil de todas. Pese a ello, las últimas informaciones anoche los ubicaban a salvo mientras el Gobierno trabajaba en una serie de alternativas para que pudieran abordar algún vuelo de salida. Descartados los aviones comerciales, una de las chances era subirlos a alguno de los vuelos que Europa estaba organizando a través de las misiones diplomáticas que siguen operativas. La alternativa: una célula interministerial que el gobierno de Pakistán puso en funciones, bajo la dirección de Interior, a fin de facilitar la evacuación de Kabul.
Ayer a la noche, fuentes del Ejecutivo aseguraban que los últimos argentinos de los que se tiene información hoy podrían dejar el país en la noche del miércoles, hora local. No aclararon, sin embargo, si lo harían a través de alguna de estas opciones o una tercera. Mientras tanto, desde Pakistán se temía un nuevo éxodo masivo como el que se vivió en otros momentos del conflictivo pasado afgano y que se tradujo en que casi 1,5 millones de ellos se hayan asentado de ese lado de la frontera. Esta vez, el gobierno de Islamabad fue enfático en cuanto a que no estaban en capacidad de recibir a un gran número y que mejor deberían aguardar en campos en suelo afgano. En caso de cruzar, no se les reconocería, dijeron sus autoridades, el derecho al asilo con la protección internacional que implica.