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Pandemia

Un argentino varado describe por dentro el "modelo sueco" que criticó Alberto

Asegura que el gobierno local no se libró de las críticas por reaccionar en forma tardía ni tampoco podrá eludir el deterioro sobre su economía pese al menor número de restricciones.

Varado Suecia Guillermo Garcia Cedoc Perfil 20200511
El ex vocero de la Cancillería, Guillermo García, se encuentra varado en Suecia desde marzo | Cedoc Perfil

Nadie tiene que contarle a Guillermo García lo que dice la prensa argentina sobre el "modelo sueco" para lidiar con el coronavirus. Cómo lo ponderan algunos sectores que solo hablan sobre sus limitadas restricciones o las referencias del presidente Alberto Fernández a su elevada tasa de mortandad en comparación a sus vecinos escandinavos. Nadie tiene que contarle a este argentino sobre Suecia porque él mismo lo está experimentando, desde que se quedó varado en marzo y sin certezas sobre cuándo podrá volver a la Argentina.  

"Lo que es relevante es que Suecia logró bajar el índice de contagio a menos de uno, que es lo que señala la canciller Angela Merkel, en Alemania, como necesario, y lo hizo sin detener la economía. Ahora, el deterioro lo siente, como todos. Que alguien le vaya bien en esto, es imposible", señala García, actual miembro del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) y vocero del ex canciller Adalberto Rodríguez Giavarini. Tres días antes de la fecha en la que tenía previsto regresar a Buenos Aires, el gobierno dispuso el cierre de fronteras. Y luego Suecia avanzó con una medida similar.

"Lo que es relevante es que Suecia logró bajar el índice de contagio a menos de uno. Ahora, el deterioro lo siente, como todos."

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García viaja con regularidad a Gotemburgo porque allí vive su madre, una auxiliar de enfermería jubilada de 87 años que se mudó al otro lado del Atlántico tras sufrir las crisis económicas de los años '80 y '90. Hace 30 años que visita el país. A mediados del año pasado, su madre sufrió un ACV que le afectó la visión, por lo que decidió volar en marzo para ayudarla con la recuperación cuando las clínicas empezaron a cancelarles los turnos a medida que se expandía el covid-19 por el país y toda la región.

A diferencia del fuerte aislamiento en el que incurrieron la Argentina y otros países, incluso muchos de ellos vecinos de Suecia, el gobierno local optó por un sistema más flexible. Impuso el cierre de fronteras, la suspensión de clases en escuelas secundarias, la prohibición de visitas a geriátricos y los eventos de más de 50 personas aunque permitió que continuaran funcionando otros tipos de comercios, siempre y cuando se respetaran las normas de distanciamiento social.

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García describe a los suecos como una sociedad más bien fría, aunque "muy abraceros", de baja densidad poblacional y con muchas personas viviendo solas, lo cual incide en mitigar la circulación del virus. Con todo, el país no pudo frenar que los casos positivos treparan por encima de los 26 mil y que las muertes ascendieran a más de 3.200 —con particular incidencia entre los adultos mayores— en su búsqueda por conseguir la tan codiciada inmunidad de rebaño, o de grupo, aunque evitan llamarla así.

"La distancia social se respeta bastante pero ahora ya nadie usa tapabocas. Yo, cuando salgo, me pongo la escafandra esa de plástico y para ellos parezco un marciano, pero yo le hago caso a mi gobierno", puntualiza García. Cuenta que el gobierno socialdemócrata no se libró de las críticas por lo que los suecos catalogaron como una reacción tardía frente a la ola que golpeaba al continente y sus vecinos escandinavos.  Y tampoco la economía está exenta de sufrir el golpe de la crisis que se cierne sobre el mundo.

"La distancia social se respeta bastante pero ahora ya nadie usa tapabocas. Yo, cuando salgo, me pongo la escafandra esa de plástico y para ellos parezco un marciano"

"Suecia es la pequeña Alemania entre los escandinavos. Su economía está tan integrada que si los demás países cierran, el intercambio comercial, cae. Nadie se salva solo, nadie es una isla. Es lo que deja en claro todo esto. Está todo globalizado", señala. Y pese a la insistencia sueca en permitir las actividades laborales, en tanto que son positivas para la salud pública, eso no evitó el cierre de Volvo, insignia de la industria local, en dos ocasiones y a lo largo de varias semanas. Se habla ya de más de 300 mil puestos de trabajo comprometidos en el país.

Los pronósticos económicos para lo que resta del año también se perciben más como una pesadilla que como el paraíso idílico que algunos pretenden enseñar. En la mejor de las hipótesis, su PBI se contraerá solo un 6,9 por ciento. En la peor, un 9,7. Esa es una curva mucho más pronunciada que la de otros países europeos que paralizaron su funcionamiento. Por supuesto, cuanto más fuerte la caída, más difícil la recuperación para 2021, si bien estiman que saldrán a flote de algún modo u otro.

CP