Esta nueva edición del L’Osservatore Romano en lengua española está encabezada por el atroz atentado a una iglesia católica nigeriana. “Sangre y terror en la misa de Pentecostés”, es la frase que ilustra la devastadora imagen del horror vivido el pasado domingo en una fiesta litúrgica tan importante para la cristiandad. El Papa Francisco envió un telegrama expresándose “profundamente afligido” por el “horrible ataque” a la iglesia de San Francisco Javier en Owo, en el suroeste de Nigeria.
El telegrama, firmado por el cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, enviado a monseñor Jude Ayodeji Arogundade, obispo de Ondo, a cuyo territorio pertenece Owo, asegura la propia “cercanía espiritual” a los afectados por el “acto de violencia incalificable”. Encomienda “las almas de los muertos a la misericordia amorosa de Dios omnipotente” e implora “la sanación y el consuelo divino” para los heridos y para las personas de luto.
El Pontífice —se lee en el texto— reza “por la conversión de aquellos que están cegados por el odio y la violencia”, para que elijan, en cambio “la vía de la paz y de la rectitud”. El Papa invoca además “bendiciones divinas de consuelo y de fuerza” para toda la comunidad que continúa “viviendo el mensaje evangélico con fidelidad y valentía”.
La salud del Papa Francisco
El Papa Francisco se ve obligado a posponer a una fecha aún por definir el próximo viaje a África, previsto para la primera semana de julio. Lo anunció la mañana del 10 de junio el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni. “Acogiendo la petición de los médicos —ha declarado— y para no comprometer los resultados de la terapia a la que aún se está sometiendo en la rodilla, el Santo Padre, con pesar, se ve obligado a posponer el viaje apostólico a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur, previsto del 2 al 7 de julio, a una nueva fecha por definir”. El peregrinaje en África preveía dos etapas en el Congo, en la capital Kinsasa y en la ciudad de Goma, y una en Sudán del Sur, en la capital Yuba.
Como es habitual, en este ejemplar del periódico vaticano, se publican en forma completa y oficial las dos tradicionales homilías y mensajes semanales del Papa Francisco. Estos son, el Ángelus dominical y la Catequesis de los miércoles en ocasión de la Audiencia General. En el pimer caso, un doble llamamiento por la paz en Ucrania y en Yemen fue lanzado por el Papa Francisco al finalizar el Regina coeli recitado en la mañana del 5 de junio, desde la ventana del Estudio privado del Palacio apostólico vaticano con los fieles presentes en la plaza de San Pedro. Antes de la oración mariana el Pontífice había comentado el Evangelio del domingo de Pentecostés.
El Papa Bergoglio expresó: “En Pentecostés se hizo realidad el sueño de Dios sobre la humanidad. Cincuenta días después de la Pascua, pueblos que hablaban lenguas diferentes se encontraron y se entendieron. Pero ahora, cien días después del comienzo de la agresión armada contra Ucrania, la pesadilla de la guerra, que es la negación del sueño de Dios, ha descendido de nuevo sobre la humanidad: pueblos que se enfrentan, pueblos que se matan, personas que, en lugar de acercarse, son expulsadas de sus hogares”.
“Y mientras la furia de la destrucción y la muerte se desata y el conflicto se recrudece, alimentando una escalada cada vez más peligrosa para todos, renuevo mi llamamiento a los líderes de las naciones: ¡Por favor, no lleven a la humanidad a la ruina! ¡Por favor, no lleven a la humanidad a la ruina! Que se lleven a cabo verdaderas negociaciones, tratativas concretas para un alto el fuego y para una solución duradera. Que se escuche el grito desesperado de la gente que sufre -lo vemos todos los días en los medios de comunicación-, que se respete la vida humana y se detenga la macabra destrucción de ciudades y pueblos en el este de Ucrania. Por favor, sigamos rezando y luchando por la paz, sin cansarnos”.
Fue un verdadero y propio “elogio a las arrugas” el tejido por el Papa Francisco en la audiencia general de la mañana del miércoles 8 de junio, en la plaza de San Pedro. Prosiguiendo el ciclo de catequesis dedicadas a los ancianos y dejándose inspirar por la figura bíblica de Nicodemo, el Pontífice animó a vivir la vejez como camino hacia el Eterno y no con la obsesión de la juventud. El texto completo se incluye en la página ocho de esta edición.
La página siete de este ejemplar del L´Osservatore Romano está dedicada a dos avenidas de pensamiento y acción muy importantes en el pontificado del Papa Francsico: el ecumenismo y el diálogo interreligioso. La unidad de todos los cristianos no es solamente "el resultado de nuestro empeño, de nuestros esfuerzos y de nuestros acuerdos", sino que es sobre todo don, armonía, caminar juntos y misión. Lo subrayó Francisco en el discurso dirigido a los jóvenes sacerdotes y monjes de Iglesias ortodoxas orientales recibidos en audiencia la mañana del viernes 3 de junio, en la Biblioteca privada del Palacio apostólico vaticano. Se trata de los participantes en la visita de estudio – que tuvo lugar del 31 de mayo al lunes 6 – con el objetivo de profundizar su conocimiento de la Iglesia católica. Procedentes de Egipto, Armenia, Líbano, Siria, India, Etiopía y Eritrea, fueron dieciocho los que llegaron a Roma por invitación del Dicasterio para la promoción de la unidad de los cristianos.
"Promover con otros creyentes, de forma fraterna y amena, el camino de la búsqueda de Dios; considerando las personas de otras religiones no de forma abstracta, sino concreta, con una historia, deseos, heridas, sueños". Esta es la misión que el Papa encomendó a los participantes en la sesión plenaria del Dicasterio para el diálogo interreligioso, recibidos en audiencia la mañana del lunes 6 de junio, en la sala Clementina. Ucrania, Yemen, el martirio del pueblo rohinyá y la particular situación del Líbano: estaban las principales guerras del mundo en la oración del Papa Francisco que el sábado por la noche, con la que a través de un videomensaje, quiso unirse a la vigilia ecuménica de Pentecostés organizada por Charis International.
La misa en la solemnidad de Pentecostés fue presidida el domingo por la mañana, 5 de junio, en el altar de la Confesión de la basílica de San Pedro, por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio cardenalicio, en presencia del Papa Francisco. Participaron 22 cardenales, 20 arzobispos y obispos y más de 150 sacerdotes. En el momento de la consagración eucarística se acercaron al altar los cardenales Francis Arinze y Marc Ouellet. En particular, en la oración de los fieles fueron encomendados a Dios "todos los pueblos" y "sus gobernantes", para que "sostenidos por el Espíritu dador de vida, abran el corazón a la justicia y a la paz, y venzan los conflictos y las discordias con la fuerza sanadora del perdón".
Fueron recordados en la oración, los pobres, los refugiados y los enfermos. Al finalizar la celebración fue entonada la antífona Regina coeli. El servicio de los ministrantes fue prestado por los oblatos de San José, por los alumnos del Colegio Capranica y algunos frailes franciscanos. Los cantos fueron realizados por el coro de la Capilla Sixtina. La homilía que el Pontífice pronunció delante del altar de la Confesión se publica en la página tercera de esta edición.
RB CP