Los dos protagonistas principales de las elecciones presidenciales en este domingo en Brasil, Lula da Silva y Jair Bolsonaro, votaron a hora temprana en centros de votación de San Pablo y Río de Janeiro. Luego que Lula señalara que quiere que con su eventual triunfo "Brasil vuelva a la normalidad", el presidente Bolsonaro llegó rodeado de un enorme operativo de seguridad y cuando le preguntaron si reconocería los resultados electorales en caso de ser derrotado, señaló que "unas elecciones limpias deben ser respetadas".
Bolsonaro votó en una escuela de la Villa Militar, en la zona oeste de Rio de Janeiro. "Deseo que gane el mejor", dijo al despedirse de los periodistas, luciendo una camiseta deportiva amarilla, similar a las que utiliza habitualmente la selección de Brasil.
"Confío en ser reelegido por el pueblo", afirmó Bolsonaro al retirarse, esta vez sin frases polémicas y dejando de lado el discurso, tantas veces agraviante, que dedicó en la campaña a Lula.
Bolsonaro está en segundo lugar en casi todas las encuestas, en muchas con chance concreta de ser derrotado por el candidato del Partido de los Trabajadores en primera vuelta, pero el mandatario ha insistido en que "las encuestas mienten" y ha repetido en cada uno de sus mitines que "yo voy a ser el ganador".
Más de 156 millones de brasileños votaban este domingo para decidir si mantienen al ultraderechista Bolsonaro en el poder o se lo devuelven al gran favorito en las encuestas, el izquierdista Lula da Silva, en una polarización histórica que ha opacado por completo a los demás aspirantes de los partidos menores.
La última encuesta del Instituto Datafolha atribuye 36% de las intenciones de votos válidos a Bolsonaro frente a 50% para el expresidente Lula (2003-2010), porcentaje mínimo para evitar un segundo turno el 30 de octubre.
Bolsonaro, de 67 años, ha gobernado el mayor país de América Latina a golpe de crisis, especialmente con una fustigada gestión de la pandemia que dejó 686.000 muertos y un desafío constante a las instituciones democráticas. Mantiene un sólido apoyo entre el electorado evangélico, el agronegocio y los sectores más conservadores.
Desde hace meses, Bolsonaro cuestiona la fiabilidad del voto electrónico vigente en Brasil desde 1996. Su actitud ha llevado a muchos observadores a no descartar algún conato de violencia por parte de sus seguidores, como ocurrió con la toma del Capitolio estadounidense en enero de 2021, tras la derrota de Donald Trump.
AFP/HB