Cada mes que pasa se suman más testimonios de ex presos que confirman lo que antes se sospechaba: Hay cárceles clandestinas de detención en varias ciudades del este de Ucrania: Mariúpol, Kramatorsk, Járkov y Krasnoarméisk. Algunas fueron montadas por el grupo paramilitar Azov y otras, directamente, por el Servicio de Seguridad del país (SBU).
Periodistas rusos de la agencia de noticias Sputnik contactaron víctimas de torturas, vejaciones e incluso violaciones que revelaron que no podían creer lo que veían sus ojos cuando comprobaron que algunos de sus torturadores en esos centros clandestinos de detención figuraban como candidatos en las elecciones parlamentarias de Ucrania.
Por su parte, el periodista ucraniano Stanislav Aseyev declaró a la agencia Deutsche Welle que, cuando fue arrestado ilegalmente, lo encerraron en la prisión secreta Izolyatsia. “Yo fui torturado sistemáticamente por un guardiacárcel borracho que entraba y salía de cada celda, golpeando a diestra y siniestra tanto a hombres como mujeres. Nadie se salvó de sus palizas”, declaró luego de dos años de cautiverio. Comentó que muchas veces, “los sometían al mismo procedimiento: llevaban a cada prisionero a un sótano, lo desnudaban y lo amarraban a una mesa de metal, para inmovilizarlo".
Le colocaban un electrodo sobre los genitales y otro lo insertaban en el orificio anal. Los gritos de los torturados eran aterradores”, relató el periodista Stanislav Aseyev
Aseyev comentó que algún médico siempre presenciaba y colaboraba durante las torturas: “Cuando la víctima sufría un paro cardíaco, o perdía la conciencia, le aplicaba una inyección o le hacía oler sales aromáticas”.
Una amalgama de varios sentimientos causó la publicación de Sputnik que reveló que entre los médicos torturadores, una víctima reconoció a Vsevolod Stebliuk, un profesor y reconocido médico ucraniano, que había ganado un premio por sus logros científicos. Quien lo reconoció, testimonió que parecía “un maniático salido de una película de terror”, ya que él mismo en persona administraba a los torturados “inyecciones que les harían decir la verdad”.
Aseyev fue liberado en 2019 en un intercambio de prisioneros entre el gobierno ucraniano y los separatistas. En la Izolyatsia aún permanecen muchos otros prisioneros sobreviviendo en condiciones infrahumanas.
Ucrania vive horas aciagas desde febrero de 2014, cuando una protesta popular provocó la caída del entonces presidente Viktor Yanukovych, y un levantamiento armado que terminaría amputando el territorio nacional, cuando Donetsk y Lugansk se proclamaron repúblicas independientes y pro rusas. La comunidad internacional nunca las reconoció como tales y la vecina Rusia mantiene una postura bastante ambigua, pese a que subraya y favorece ciertos lazos históricos con la población de habla rusa de esas regiones.
La bandera negra, azul y roja de los rebeldes separatistas flamea en todas partes, a veces desgajada por los disparos de bala que resuenan a toda hora.
El flamante país que acaba de cumplir cinco años lleva cinco años de guerra civil ininterrumpida. Desde 2014, la vida cotidiana es un martirio y según datos publicados por Naciones Unidas, murieron 13.000 personas, además de más de un millón de habitantes debieron dejar sus casas por los atentados. La Cruz Roja Internacional asiste a 30.000 hogares brindando víveres y productos de higiene.
En las Repúblicas de Donetsk y Lugansk habitan 250.000 chicos y adolescentes a quienes ya se los bautizó “la generación de la guerra”.
Habitan unos 470 kilómetros lineales de zonas al rojo vivo, con balaceras diarias, minas enterradas y toque de queda a las 23 hs. A pesar de todo, las clases recomenzaron en 2018 y sus padres, que ya lo perdieron todo, quieren aunque más no sea poder dejarles algo de educación.
La elección de Volodomyr Zelensky como presidente de Ucrania en mayo de 2019 no mejoró las cosas, a pesar de promoverse como el "candidato para la paz" sucesor de Petro Poroshenko. En diciembre pasado, la reunión de Zelensky y el presidente ruso, Vladimir Putin, en París no dejó nada concreto, excepto la voluntad rusa de otorgar la autonomía a las regiones separatistas y convocar a elecciones. Un mes antes, Putin había otorgado a los residentes de Donetsk y Lugansk la posibilidad de pedir la ciudadanía rusa.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas por los Derechos Humanos elaboró un informe sobre la situación de los derechos humanos en Ucrania entre el 15 de noviembre de 2019 y el 16 de febrero de este año.
A la Cruz Roja y a las Naciones Unidas se les niega sistemáticamente el acceso a los centros de detención.
De modo que la carga de las pruebas para refutar estas acusaciones recae sobre la autoproclamada República Popular de Donetsk”, explica Rachel Denber, miembro de Human Rights Watch. “Quienes niegan el acceso claramente tienen algo que esconder”, sentencia la humanista.
MM/MC