Con la nueva flexibilización de la cuarentena, parece que quedaron lejanas las olas de contagios en el Barrio 31 y Villa Azul (los dos asentamientos más afectados en Capital y Provincia de Buenos Aires por la pandemia de COVID-19).
El primer epicentro de la pandemia en un barrio vulnerable se produjo en el Barrio 31 de Retiro donde se contagiaron más de la mitad de los vecinos. El Ministro de Salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Fernán Quirós, indicó que hasta el 15 de julio hubo 2.949 personas con PCR positivo en el barrio, es decir, que fueron diagnosticados con la enfermedad tras haberse realizado el hisopado.
De acuerdo con el estudio realizado por el Gobierno de la Ciudad, la zona de infección más grande del asentamiento se produjo en el área del bajo autopista, considerada una de las zonas más comprometidas y vulnerables del mismo. Por su parte, el caso en Villa Azul fue más emblemático.
El barrio se encuentra en el borde del Acceso Sudeste, entre las ciudades de Avellaneda y Quilmes. Se originó en el margen norte de la autopista y se extiende hasta la localidad de Wilde. Según el censo de 2018, la población de la Villa era de 3.100 personas, sin embargo datos actuales revelan una cifra que podría elevarse a 5.000 habitantes.
El gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, decidió cerrar el barrio en una cuarentena propia, mediante un aislamiento total durante dos semanas, desde el 24 de mayo, luego de que fueron detectados en un día 53 casos positivos de COVID-19. Con el tiempo se comprobó que esta decisión, polémica en su momento, fue beneficiosa para sus habitantes en cuanto a la contención de la pandemia.
Sin embargo, habiendo recorrido estos barrios vulnerables, lo que encontré fue más de lo mismo: hacinamiento, miseria, falta de servicios básicos y desidia. No me sorprende porque lamentablemente es una realidad que existe hace décadas, y lo que hizo esta pandemia fue solamente potenciarla.
Mirá la fotogalería haciendo click aquí o en la foto principal.
PC / EA