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Hace 106 años, Luis Agote hacía la primera transfusión de sangre del mundo

El médico argentino descubrió que la sangre no se coagulaba si se le agregaba citrato de sodio. Hubo muchos testigos, pero nunca patentó su hallazgo, que permitió crear los bancos de sangre. Galería de fotos

Donación de sangre de recuperados de COVID 19
Donación de sangre de recuperados de COVID 19 | EUROPA PRESS

Mientras Europa se desangraba en la Primera Guerra Mundial, el 9 de noviembre de 1914, el médico argentino Luis Agote cambió la historia de la medicina. En un aula del Instituto Modelo de Clínica Médica hizo la primera transfusión de sangre de la historia, tal como hoy se la conoce.

Un paciente recibió una transfusión de 300 cm3 de sangre, que había donado Ramón Mosquera, el portero del hospital, y que se habían conservado gracias a la adición de citrato de sodio. Tres días después el enfermo, ya restablecido, recibió el alta médica. 


Semejante hito tuvo lugar en el Instituto Modelo de Clínica Médica del Hospital Rawson y nadie se lo quiso perder

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Allí estaban Epifanio Uballes, entonces rector de la Universidad de Buenos Aires, Luis Güemes, decano de la Facultad de Medicina, y varios funcionarios del área de Salud e incluso por el intendente municipal, Enrique Palacio. 

El periódico New York Herald publicó la noticia y vislumbró la importancia futura del método creado por el médico del confín del mundo. Simple, inocuo y fácil para cualquier profesional, el secreto del método Agote radicaba en haber utilizado citrato de sodio, una sal derivada del ácido cítrico, que impedía que la sangre se coagulara en un recipiente contenedor. 


Hasta entonces, las transfusiones eran tan primitivas como llenar el tanque de un automóvil: una vía conectaba la arteria del donante con la vena del receptor

Hasta entonces, las transfusiones eran tan primitivas como llenar el tanque de un automóvil: una vía conectaba la arteria del donante con la vena del receptor Así, nunca se pudo saber a ciencia cierta cuánta sangre recibía un paciente ni si en el mecanismo también le llegaban enfermedades del donante.

Se ignoraban la compatibilidad sanguínea, las embolias, trombosis e infecciones. Nada por entonces se aproximaba a la asepsia que requiere un quirófano, pero los médicos que trabajaban en los frentes de batalla necesitaban soluciones inmediatas.

El 9 de noviembre de 1914 nacía una profesión médica, el técnico en hemoterapia, quien separa plaquetas, glóbulos y plasmas sanguíneos aplicando la técnica de aféresis. El método Agote también hizo nacer los bancos de sangre, para que pudieran estar disponibles a futuro.

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Luis Agote era de la zona sur, había nacido en Turdera en 1868. Estudió en el actual Colegio Nacional de Buenos Aires y en 1893 se recibió de médico, en la Universidad de Buenos Aires, con una tesis sobre hepatitis supurada. Durante muchos años fue el titular de la cátedra de Medicina, estuvo en el lazareto de la isla Martín García, pero su nombre fue indisociable del Hospital Rawson a partir de 1899. Allí desarrolló un centro de investigación en donde haría su descubrimiento.
Investigó sobre la úlcera gástrica y duodenal, y la litiasis biliar.

No existía organismo médico que no le suplicara estar en su cartelera. Fue profesor honorario del Colegio Nacional y de la Universidad de Buenos Aires, miembro honorario de la Academia Nacional de Medicina, entre otros cargos. Chile lo distinguió con la Orden al Mérito. Y fue incluso dos veces Diputado Nacional (1910 y 1916). Propuso la creación de la Universidad Nacional del Litoral, anexó el Colegio Nacional de Buenos Aires a la UBA y fundó el Patronato Nacional de Menores Abandonados y Delincuentes. Le apasionaba la historia de Roma.

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Leyó con asombro que en 1056 Jerónimo Cardano de Basilea, en su obra De Rerum Varietate, había propuesto cambiar la sangre de los delincuentes. Lo que más le preocupaba al médico argentino era el problema de las hemorragias en pacientes hemofílicos.

El belga Albert Hustin (Academia de Ciencias Biológicas y Naturales de Bruselas, Bélgica) y el estadounidense Richard Lewisohn (Mount Sinai Hospital, EEUU) también se atribuyeron la primicia del descubrimiento. En su momento, comenzó un extenso intercambio de cartas entre los tres. Magnánimo, Agote nunca registró su descubrimiento y concluyó que los tres catedráticos estuvieron trabajando independientemente sin saber el uno del otro. 

Agote además pintaba, escribía poemas y fue incluso Presidente Honorario de la Academia Nacional de Bellas Artes. Una calle lleva su nombre. Y también la Escuela Nacional de Comercio, el Instituto Modelo de Clínica Médica, el Instituto Nacional de Protección de Menores, el Centro de Hemoterapia del Hospital de Clínicas, varias escuelas primarias, numerosos centros de hemoterapia  e innumerables bancos de sangre de la Argentina.

Murió en su Turdera natal y sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta.