El 1° de febrero de 1896 en el Teatro Regio de Turín se estrenó por primera vez La Bohème de Giacomo Puccini y la batuta estaba en manos de Arturo Toscanini, considerado el mayor del director de orquesta del siglo XX.
Amor, amistad, sufrimiento, pasión, pobreza y devoción son los sentimientos que se conjugan en esa ópera que terminó siendo una de las más representada del siglo XX (sólo en el Teatro Colón, hasta 2017, mereció 272 funciones) y que sigue arrancando lágrimas y sonrisas en el siglo XXI.
El primer gran acierto de Giacomo Puccini fue haber simplificado en una ópera en cuatro actos un folletín por entregas -Escenas de la vida bohemia, de Henry Murger-, que se había publicado 50 años antes en el periódico Le Corsaire.
El segundo gran acierto de Giacomo Puccini fue convertirse en un precursor del suspenso musical asociado al drama representado. Dicho de otro modo: sus pasajes musicales anticipan climas en la acción. Por ejemplo, cuando Rodolfo dice a sus amigos que se quedará en la buhardilla, la música permite adivinar cuál será el sentimiento de Mimí antes siquiera de que ella ponga un pie en escena.
Y el tercero sea tal vez, haber encontrado un ropaje italiano para las técnicas operísticas que habían desarrollado los compositores alemanes.
Estreno en Italia
Sin embargo, el día del estreno la prensa italiana no le hizo las cosas fáciles al toscano testarudo que, en 1858, había nacido en Lucca.
Para comprender dónde se ubicaba Puccini, luego de la aceptación inicial con Le Villi (1884, Milán), y del rechazo que despertó Edgar (1889, también estrenada en Milán), la tercera sería la vencida. Así fue y se llamó Manon Lescaut (1893), un suceso abrumador, a tal punto que todos quisieron ver en Puccini “el sucesor de Giuseppe Verdi”, cuarenta años mayor.
Con La Bohème debía consagrarse y hacer honor a semejante elogio.
Algunos críticos italianos no silenciaron su pluma amarga y la première mundial de La Bohème no fue menos filosa.
Aunque Henri Murger ya había fallecido, los herederos de su socio, Théodore Barrière con quien el francés había hecho una adaptación teatral en 1849, aún debían cobrar regalías.
Con todo, dondequiera que la obra llegaba, las púas filosas se fundían con el sonido de los aplausos.
En España, por ejemplo, directamente lo acusaron de haber plagiado la zarzuela de Ruperto Chapí, Curro Vargas, estrenada ese mismo año. Cuando no lo trataban de “cursi” “por la brusca transición en la escena de la muerte de Mimí (…) que causa al espectador una impresión tan patética como profunda” (Príncipe Alfonso, en La Correspondencia de España).
Las voces críticas no taparon el éxito y La Bohème de Giacomo Puccini fue aclamada en poco tiempo, con nuevas versiones estrenadas en las grandes salas de italia: el mismo año, 1896, en Nápoles, Bolonia y Roma; y en 1897, en La Scala de Milán y Venecia.
La Boheme en Buenos Aires
El primer debut de La Bohème fuera de Italia sucedió a cuatro meses del estreno y fue en Buenos Aires. Traducida como La Bohemia, el 16 de junio de 1896 abrió el telón en el Teatro de la Ópera de Buenos Aires, actual Teatro Opera. Desde entonces, siempre fue un suceso que pasó a formar parte de la cartelera de casi todos los teatros porteños.
El 16 de julio de 1909 llegó al Teatro Colón, en donde fue protagonista de más de sesenta temporadas en escena. En el año 2022, donde marcará incluso el debut oficial de la temporada lírica, a las 20 hs del 15 de marzo, bajo la dirección escénica de Stefano Trespidi y un elenco nacional e internacional de grandes intérpretes: Verónica Cangemi / Alexandra Grigoras; Saimir Pirgu / Behzod Davronov; Giuliana Gianfaldoni / María Belén Rivarola; Alfonso Mujica / Armando Noguera, y Fernando Radó /Lucas Debevec Mayer. Harán 9 funciones.
Tan grande es la devoción de los argentinos por la obra que, en la visita de Puccini a Buenos Aires entre junio y agosto de 1905 para presentar La Bohème en el Teatro de la Ópera el 25 de junio, el compositor tuvo que salir a saludar 20 veces al público ante las interminables ovaciones.
Luego, en una entrevista expresó: “Jamás creí que mis obras hubieran encontrado en este país una acogida tan favorable y entusiasta, dejando en el público una impresión tan profunda y verdadera”, como relata el sustancioso material Puccini en la Argentina, de Gustavo Otero y Danie Varacalli Costas.
Los Bohemios
Con música de Giacomo Puccini y libreto en italiano de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, La Bohème transcurre en el Barrio Latino de París de la década de 1840.
Los estudiosos sostienen que la historia no sólo refleja la experiencia personal de Puccini, que había conocido la vida pobre del estudiante cuando se mudó a la gran ciudad para estudiar en el Conservatorio de Milán (1880 – 1883). Allí compartió un cuarto con Pietro Mascagni.
Tal vez para explicar la supervivencia de esta obra del siglo XIX, en el siglo XX e incluso el siglo XXI, algunos críticos la dotan de una lectura “aggionarada” gracias a varios movimientos estudiantiles, como el Mayo Francés del 68.
La Bohème es la historia de cuatro bohemios: el poeta Rodolfo, el pintor Marcello, el músico Schaunard y el filósofo Colline, que viven en el Barrio Latino de París, donde conocen a la deshinibida costurera Mimí y a la cantante Musetta.
La lista de infaltables de Giacomo Puccini no debería omitir Tosca (1900) y Madama Butterfly (1904). Y aunque algunos lectores no sean habitués de los teatros líricos, hay melodías bellísimas que “les suenan” porque son clásicos de la cultura popular: O mio babbino caro (Gianni Schicchi), Che gelida manina (La bohème), o Nessun dorma (Turandot), por caso.