No es nuevo el reconocimiento de muchos sectores de opinión e influencia del período de crisis de identidad que atraviesa el Mercosur. Al parecer, sus miembros, en lugar de repensar hacia adentro las alternativas de reforzar el bloque, estarían asestando los golpes necesarios para llegar al punto de su innecesaria continuidad de existencia como Mercado Común. La irrupción de la República Popular China en el mundo y especialmente en América Latina es una tentación demasiado grande para los asimétricos miembros del Mercosur.
Durante el seminario titulado “China en Iberoamérica”, el canciller argentino Felipe Solá deslizó varias apreciaciones en este sentido: “Hay una tendencia en el Mercosur a hacer un acuerdo Mercosur-China, pero nos parece más fácil hacer un acuerdo bilateral que un acuerdo del Mercosur con China”. ¿Desconoce Solá la Decisión 32 de junio del 2000 durante la cumbre en Buenos Aires que inhibe a los socios de hacer convenios comerciales bilaterales con países extra bloque o es un empujón más para presionar una flexibilización de dicha norma?
En el mismo sentido, en marzo del corriente año en el marco de la asunción del presidente uruguayo Luis Lacalle Pou, este había planteado si era posible que el Mercosur flexibilizara la decisión 32 que le permitiera al país oriental avanzar en conversaciones para un TCL con Estados Unidos. En aquella oportunidad, Solá había sido fuertemente crítico manifestando que “si Uruguay quería cerrar acuerdos bilaterales, debía irse del Mercosur”, como también con las posturas aperturistas de Brasil y de Paraguay.
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A su vez, el Brasil de Jair Bolsonaro aseguró en diversas oportunidades su decisión de avanzar en acuerdos de libre comercio bilaterales con otros países como Estados Unidos, India, o China. El mandatario brasileño fue cambiando el tono contra el Mercosur: mientras que al principio quería sacar a su país del bloque, en la cumbre de virtual junio pasado afirmó que “era el mejor vehículo” para sus miembros. Lo cierto es que el Mercado Común nunca estuvo tan cuestionado hacía adentro como en los últimos años.
El Canciller argentino fue claro cuando la misma cumbre dijo que el Mercosur “era una política de Estado ya que los gobiernos pasan” pero el organismo “queda”. Esto se contradice con las recientes declaraciones respecto de negociar un acuerdo comercial de manera bilateral con nada más y nada menos que China, sin el respaldo del resto del bloque. ¿Hoy la necesidad parece tener otra cara o los miembros del Mercosur ya no se ven como socios? ¿Nos estamos acostumbrando a los vaivenes de una política exterior argentina que aún parece buscar su rumbo?
Por supuesto, es imposible desconocer que la República Popular China ya tiene un rol fundamental en la economía de los países emergentes, especialmente los latinoamericanos, y lo tendrá de manera aún más marcada en el futuro. Hoy, el gigante asiático es el principal socio comercial de miembros del Mercosur como Argentina y Brasil, y paradójicamente, aún no es reconocida oficialmente por Paraguay, quien por ahora mantiene su reconocimiento a Taiwán.
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Para que los países que integran el bloque logren obtener el mayor beneficio económico posible de una relación comercial que desde el vamos se presenta asimétrica, es necesario para ello, primero, fortalecer el Mercado Común y lograr una integración económica y comercial real. De otra manera, si continua la falta de consensos sobre establecer mecanismos de apertura consolidados al mismo tiempo de una estrategia conjunta que equilibre las asimetrías con otros mercados y potencias económicas, esto llevará a negociar a cada país “por su lado”. Al no fortalecer al organismo, sus miembros sólo se debilitan a sí mismos.
*Abogado. Magíster en Relaciones Internacionales.
**Abogado. Ex delegado de Migraciones.