Las mujeres albañilas pisan fuerte en tiempos de recesión económica y ya son una realidad en una Argentina en crisis. Entre risas, selfies y mates baten cemento, levantan muros y pican piedras. Con la faja bien apretada, las mujeres que se dedican a las tareas de albañilería derriban muros tanto reales como simbólicos.
"Ser 'albañila' me pone contenta porque a las mujeres por mucho tiempo nos dijeron que no. Me gusta contárselo a mi papá, que es el que más se sorprende y menos fe le tenía", contó Bárbara Burruchaga, de 21 años , mientras acarreaba los materiales para renovar un antiguo centro cultural en las afueras de Buenos Aires.
Según el Ministerio de Economía, del total de los trabajadores de la construcción solamente el 4,6% son mujeres, lo cual denota una arraigada masculinización del rubro. Además, según la Unión Obrera de la Construcción de Argentina (UOCRA), a pesar de que la presencia de mujeres en este sector aumentó en 131% entre 2003 y 2010 solo representa un 5% del gremio. La cifra es aún menor en otros países latinoamericanos: en México, por ejemplo, representan 0,4%
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"Me convertí en #obrerodelaconstruccion porque amo construir y arreglar cosas. No me des flores, dame herramientas", cuenta Maga Tomassoni de Mama Construye, una influencer de la construcción. A sus mas de 7 mil entusiastas seguidores les da consejos de albañilería, desde cómo pintar una bañera hasta el uso de las herramientas para trabajar las paredes.
De las mujeres que se dedican a la albañilería, están las empleadas por un salario y las autodidactas que trabajan en reformas de sus casas. Las albañilas se ponen el overol o la ropa que puedan ensuciar. Entre pintura y aserrín, en algunos casos el calzado parece una obra de arte. Pican paredes, hacen revoques, pintan, baten cemento, y se capacitan. Hacen cursos relacionados al rubro, como electricidad o plomería.
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En Argentina, las redes sociales se hacen eco de la revolución feminista que se expande de manera vertiginosa por todo el país desde el grito de #NiUnaMenos para romper con los estereotipos de género, como sucede con la albañilería. Abundan los grupos en redes sociales donde las mujeres comparten sus experiencias, consejos útiles y celebran los logros de sus pares.
“Quiero compartir mi felicidad al revocar mi cocina. Hoy se sigue”, compartió una usuaria en el grupo de Facebook “Albañilería Cosa de Mujeres”, creado por Valeria Salguero, una peluquera de 34 años, para conseguir consejos prácticos para construir una habitación para su hija, ya que no podía pagar un albañil. Su comunidad superó los 6 mil seguidores en Facebook y más de mil doscientos en Instagram, en tan solo un mes. La mayoría madres solteras, incluso de Uruguay o Costa Rica, ávidas de aprender a reparar sus casas.
Salguero recibió comentarios machistas como "andá a lavar platos" o "feminazi", y, según cuenta, recientemente fue contactada por una empresa internacional de construcción para ofrecerle capacitar y emplear una cuadrilla. Sería "una obra meramente hecha por mujeres", resaltó.
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Por su parte, "Nosotras lo Arreglamos" es un colectivo feminista con casi 3 mil seguidores que promueve la inclusión laboral de las mujeres, las mas golpeadas por la crisis económica. De esta manera, difunden talleres de construcción y funciona como red laboral para las profesionales. También está "Red Deconstrucción Disidente", que reúne en WhatsApp unas 90 mujeres y miembros de la diversidad que se dedican a la arquitectura, albañilería, plomería, electricidad o carpintería.
Enfundada en su overol azul, Bárbara integra "Deconstrucción Disidente", un colectivo de ocho mujeres y miembros de la diversidad sexual dedicados a la construcción. Al son de cumbias y compartiendo mate, una de ellas derrumbó un muro con su mazo mientras las otras tres, pala en mano, batieron una mezcla de cemento tan coordinadamente que pareciera una danza.
El patriarcado "propone que nosotras no tenemos la fuerza para estas tareas", dijo Eva Iglesias, de 36 años, quien no define su género y prefiere que le llamen Evit. Pero "los albañiles no son todos musculosos y grandotes, hay muchos peticitos, con panza", la mayoría tiene dolores de espalda, "pero como no tienen permitido parecer débiles, no lo dicen", explicó.
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Obras de construcción: ¿masculinas, femeninas o mixtas?
Carolina Gutiérrez, arquitecta y albañila de 37 años, prefirió las "obras separatistas", como llama a las exclusivamente femeninas. "Cuando hay varones y mujeres, ellas quedan en la parte de limpieza automáticamente", explicó. Además, como en todos los rubros existe el acoso hacia las mujeres y la desigualdad salarial. "Falta muchísimo para alcanzar plena equidad en obras mixtas", aseguró.
En pos de cumplir con su promesa en torno a la agenda de género, el presidente Alberto Fernández entregó el pasado abril 48 viviendas populares erigidas por cuadrillas mixtas en el municipio bonaerense de Avellaneda. "Gracias a ustedes, 'albañilas', por el trabajo", dijo el mandatario, creando furor por usar la formulación en lenguaje inclusivo. A su vez, veinte mujeres de entre 29 y 59 años recibieron del Gobierno una formación en albañilería, y fueron empleadas, con el mismo salario que sus colegas hombres, en la construcción de las viviendas.
¿El trabajo de las mujeres es valorado económicamente?
Bajo su casco amarillo, Andrea Figueras coordina la parte femenina de la cuadrilla mixta. Ellas son "más perfeccionistas", asegura. También mantienen el lugar y el material "más limpio", y casi nunca pierden herramientas. Aunque en su tropa ya hay "oficiales" o "medias cucharas" (aprendices), Figueras considera que las victorias laborales no son suficientes.
"Nosotras volvemos a casa y están los pibes (hijos), la comida, la plancha. Ellos llegan a casa y tienen la comidita servida. Hay que igualar el derecho dentro de la casa", sostiene. Al preguntarle hasta dónde llegan las aspiraciones feministas de su tropa, responde sin dudar: "Eso no tiene techo".
cd / afp / ds
