Las encuestas ya no podrán difundirse desde este domingo en Chile, cumpliendo con las dos semanas de "blackout" que impone la ley electoral con vistas a los candentes comicios del 21 de noviembre, y los últimos números de las principales consultoras lejos de llegar a coincidencias se repartieron entre los dos principales candidatos, el ultraderechista José Kast y el izquierdista Gabriel Boric, pero con un dato saliente que es el único en el que todos coinciden: la mitad de los 15 millones de chilenos habilitados a votar todavía permanece indeciso y definirá la elección hacia un lado o el otro a último momento.
Varios de los sondeos dieron el primer lugar al izquierdista Boric, pero seguido muy de cerca o empatado con el ultraderechista Kast, mientras otros advierten sobre números favorables para la candidata demócrata-cristiana (centro) Yasna Provoste, en un peleado tercer puesto. Como conclusión, cualquiera podría pasar a la segunda vuelta del 19 de diciembre y reemplazar al conservador Sebastián Piñera.
En una campaña en pausa por el contagio de covid de Boric, que obligó a cinco de sus seis rivales a aislarse una semana, los sondeos han sido ampliamente criticados en redes sociales por sociólogos y encuestadores prominentes, que los acusan de manipular luego de sonados desaciertos en sus proyecciones entre 2019 cuando se votó el plebiscito, la convención constituyente, gobernadores y alcaldes.
"Hay una distorsión producida por la mediocridad de la política, una degradación de la política", señala a la AFP la economista y encuestadora Marta Lagos, directora ejecutiva de Latinobarómetro, al explicar la falta de encuestas sólidas y confiables.
Hoy Chile está sumido en la incertidumbre, con un proceso en curso para cambiar la Constitución pero sin que quede claro quién será el encargado de dirigir esta nueva transición, 30 años después de la que fraguó el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Si en octubre de 2019 explotó el descontento social contra un modelo neoliberal impuesto por el régimen militar, la campaña presidencial ha sacado a la luz el auge de una ultraderecha latente desde entonces. "Es como una especie de estallido del autoritarismo, así como estalló la izquierda a través del estallido social, ahora viene la contrarreforma, que es por lo demás lo que sucede en las grandes transformaciones de los países", afirma Marta Lagos.
En su análisis, Lagos recuerda que desde el fin de la dictadura "ese autoritarismo estaba allí", con alrededor de un 40% de pinochetistas en los años 1990 y ahora se ubica en un 17% aproximadamente.
La poca claridad sobre estos comicios reside en que la intención de voto ronda el 50% de los 15 millones de votantes.
Las opciones más destacadas son el joven diputado izquierdista Gabriel Boric por la coalición Apruebo Dignidad -Frente Amplio y Partido Comunista- y el ultraderechista José Antonio Kast por el Partido Republicano, a quien algunos llaman "el nuevo Bolsonaro"
Las últimas encuestan arrojaron prácticamente un empate entre ambos. Criteria daba un 24% a Boric y un 23% a Kast el pasado jueves y Data Influye el miércoles entregaba 32% al izquierdista y 27% al ultraconservador.
La senadora demócrata-cristiana Yasna Provoste sería la tercera opción y el independiente liberal oficialista Sebastián Sichel la cuarta, pero alejados a más de 15 puntos.
"Se plebiscitó la (actual) elección y volvemos entonces al año 1988" cuando Chile votó a favor o en contra de la continuidad de Pinochet en un país dividido entre dos opciones antagonistas, señala Lagos.
Criteria daba un 24% a Boric y un 23% a Kast el pasado jueves y Data Influye el miércoles entregaba 32% al izquierdista y 27% al ultraconservador.
La realidad, dice a la AFP Axel Callis, analista y director de TuInfluyes.com, es que con la implantación del voto voluntario en 2012 la participación cayó por debajo del 50% y el electorado joven tiene en su mano hacer la diferencia.
Callis reconoce tres grupos de votantes: los que ya sufragaban con el voto obligatorio y que "votan siempre", los jóvenes criados en el voto voluntario que "votan a la carta" -1,2 millones aproximadamente- y los que no participan.
"Si llegan los jóvenes a votar, Boric es presidente, pero si no lo hacen y llegan los mayores de (las presidenciales de) 2017 y va toda la base popular que tiene Kast, Kast es presidente", afirma Callis. Otro factor son los indecisos, que están entre 20 y 50% según distintos sondeos.
AFP/HB