El Gobierno maniobra para que la Unión Europea cambie su posición con respecto al reclamo argentino de soberanía sobre las islas Malvinas en el marco de las negociaciones por la consolidación del acuerdo UE-Mercosur. No obstante ello, la postura europea no es unánime al respecto, con mayores o menores resistencias acorde a los intereses particulares y cierta reserva respecto al timing político de la Argentina.
Libre ya del compromiso de alinearse automáticamente con el Reino Unido —por su salida del bloque—, la aspiración de máxima del Ejecutivo es conseguir que los europeos adopten la misma posición del Mercosur, que exhorta a Londres para dialogar sobre la base de las resoluciones de las Naciones Unidas. De mínima, la administración de Alberto Fernández se conforma con una abstención de su parte.
La aspiración de máxima es que los europeos adopten la misma posición del Mercosur, que exhorta a Londres para dialogar sobre la base de las resoluciones de las Naciones Unidas.
El tema forma parte de los diálogos que se mantienen con los gobiernos europeos. Surgió, por caso, el lunes en una videoconferencia del Secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Jorge Neme, y la Secretaria de Asuntos Europeos de Portugal, Ana Paula Zacarías, y también en una ronda más técnica hoy con los 27 representantes diplomáticos del bloque. Sin embargo, no se informó que el tema haya sido abordado por las cabezas de gobierno, Fernández y Antonio Costa, en su videoconferencia por la mañana.
Desde el Gobierno entienden que el Brexit constituye una chance para modificar la tradicional postura del conjunto europeo. Y el interés de muchos de esos países por avanzar en las etapas que restan al acuerdo puede ser una herramienta de incidencia más en este primer semestre del año en el que la Argentina ocupa la presidencia temporal del Mercosur. En ese contexto, se exploran algunos matices para el acuerdo —en temas como las denominaciones de origen y el capítulo ambiental— a la par de ganar determinados compromisos por parte de Europa como una declaración relativa a la Cuestión Malvinas.
En ese sentido, leen el reciente pedido de autorización de sobrevuelo de Lufthansa como una señal positiva. La compañía aérea alemana presentó ante la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) y ante la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur la solicitud de sobrevuelo y aterrizaje para realizar dos vuelos chárter con destino a las islas Malvinas desde Hamburgo —el primero, se concretó el lunes 1 de febrero y el segundo será el 30 de marzo— y, en ambos casos, se designó a Ushuaia como aeropuerto alternativo al de las islas. La ruta original de Lufthansa a través de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, había sido suspendida por la pandemia.
Antes, el rompehielos germano "Polarstern", cuya tripulación de recambio debía trasladarse en estos vuelos, ya había solicitado en enero autorización a la Prefectura Naval Argentina para ingresar a Puerto Argentino a través de la embajada germana en Buenos Aires. Ambas acciones contemplan un reconocimiento tácito de la soberanía argentina sobre el archipiélago, aseveran desde la Cancillería.
Hay países de Europa que insisten en preservar los buenos vínculos con los británicos y hasta interpretan esta conducta argentina como ventajista
Cuánto puede incidir la presión del Gobierno sobre Europa, en este momento, no está tan claro. En particular, porque la posición de los 27 ya no es una e indivisible por los compromisos asumidos. Hay países con intereses particulares que pueden hallar una mayor cercanía con la Argentina, como el caso de España con su propia puja territorial con el Reino Unido, en torno a Gibraltar. En ese sentido, el Gobierno hasta se ilusiona con sumar respaldos en Bruselas —enojados por sus tironeos con los británicos en la previa de su salida— a través de un interlocutor cercano como el Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, el español con nacionalidad argentina Josep Borrell.
Los interlocutores europeos no dan respuestas ante los voceros del Gobierno
Luego, hay otros países que insisten en preservar los buenos vínculos con los británicos y hasta interpretan esta conducta argentina como ventajista, en cierto sentido. Refieren al Reino Unido como un "socio", que sigue siendo europeo y con quien todavía buscan consolidar una posición propia de equilibrio. Para ellos, por más duro que suene, Malvinas no resulta una prioridad como lo es para la Argentina ni un tema por el cual estén dispuestos a pelearse con los británicos.
Por lo bajo, algunos embajadores reconocen que los incomoda la ofensiva del Gobierno, si bien a ninguno lo tomó por sorpresa dado que ya preveían una acción más contundente por parte de un gobierno de signo peronista. Y subrayan que su prioridad es preservar los intereses económicos de sus países en la Argentina. Quizás por ello, el Gobierno empuja este diálogo en paralelo a las puntadas que restan al acuerdo integral entre los bloques y mientras entabla acciones paralelas desde sus embajadas y las misiones diplomáticas en Washington y las Naciones Unidas.
Oficialmente, los interlocutores europeos no dan respuestas ante los voceros del Gobierno. "Escuchan y anotan", afirma un funcionario que presenció algunos de los encuentros. Lo mismo sucede con otras cuestiones que se discuten en el ámbito de las negociaciones UE-Mercosur cuyo tratado integral hoy sigue adelante por la etapa de revisión legal y traducciones antes de la firma. Luego será el turno de los Legislativos de ratificarlo. Un largo camino que no concluirá este año. Quizás entonces ya se haya alcanzado un consenso europeo en torno a Malvinas.