La fundadora del comedor Los Piletones, Margarita Barrientos dijo que las personas que cuentan con un plan social también quieren conseguir un trabajo porque "dignifica". Además, indicó que tuvo que cerrar dos centros comunitarios a falta de donaciones y a pesar de que "la gente sigue viviendo en los comedores".
"La gente a pesar de todos los planes que tiene, también quiere tener un trabajo digno; eso se demostró ahora", manifestó Barrientos en diálogo con Radio Mitre, en relación a la falta de empleo, una faceta de la crisis económica y social en la que está sumergida el país desde hace varios años.
En línea con los cuestionamientos hacia los planes sociales por parte de algunos movimientos sociales -que demandan la creación de empleo-, Barrientos agregó que hay que "dejar que las personas tomen sus propias decisiones". "No tenemos que comprar a nadie", subrayó la dirigente social que asiste a 7 mil personas en sus comedores distribuidos por todo el país. "Es hora de que pensemos por nosotros mismos y digamos lo que pensamos", destacó.
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En este sentido, la titular del comedor del barrio porteño de Villa Soldati, en donde se preparan 2.500 viandas por día para más de 1.600 personas, dijo que "la gente se dio cuenta que los planes sociales sirven para hoy, y mañana la familia sigue teniendo necesidades".
Al respecto agregó que es diferente "recibir 15 mil pesos que un sueldo" y que las personas "se dan cuenta que puede vivir sin los planes, vivir de un trabajo", algo que las "dignifica”.
A su vez señaló que "la gente sigue viviendo de los comedores", pero deberían tener una fuente laboral que genere ingresos, como "hacer vasos porque botella hay en todos lados".
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Margarita Barrientos lamentó la falta de donaciones
Según contó, Margarita tuvo que cerrar dos comedores en la localidad bonaerense de Cañuelas porque no los pude mantener. “Cerrar un comedor es cerrar una parte de mi vida”, dijo la dirigente social a TN, y lamentó la situación actual de su tarea solidaria por la que ya lleva 26 años viajando y trasladando no solo comida sino también ropa, calzado, útiles escolares, utensilios.
Además, Barrientos agregó que por cuestiones de presupuesto y falta de donaciones estuvo a punto de cerrar, y aún “corre riesgo”, el Hogar de Abuelos de su pueblo natal Añatuya, en la provincia de Santiago del Estero, donde viven personas de la tercera edad que no tienen familia ni otro lugar a donde ir.
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En este sentido, Barrientos contó que pidió una audiencia con el gobernador pero no se la dieron, y subrayó que no recibe ayuda. "Tengo un jardín en Santiago del Estero, y no pude inaugurar, primero por la pandemia, y porque no tengo ayuda”, dijo y contó que con lo que recauda en la Capital Federal asiste a los otros comedores.
“El comedor Los Piletones abastece al de Santiago del Estero porque allá la situación se puso muy difícil. La necesidad es mucha”, contó Barrientos con lágrimas en los ojos y añadió: “Lo peor que uno le puede decir a las personas es que no alcanza la comida”. Por todo esto dijo: “Estoy muy mal, estoy con un pozo depresivo terrible porque tengo que salir a poner la cara yo".
Finalmente, la dirigente social agradeció las donaciones que recibe en la Ciudad de Buenos Aires, que le sirven para redistribuir la ayuda a pesar de que a veces no puede enviar lo suficiente a otras provincias por cuestiones económicas relacionadas a la logística.
CD / ED