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Un pueblo de Cádiz quiere que sus "charlas al fresco" sean Patrimonio de la Humanidad

Algar, con 1.400 habitantes repartidos en 27 kilómetros cuadrados, quiere convertir la charla en la vereda, una de sus costumbres más arraigadas, en Patrimonio de la Humanidad. Las reacciones no se hicieron esperar.

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ecinos charlando en la vereda en la ciudad de Algar, Cádiz | SHUTERSTOCK-REDES

A 87 kilómetros de la ciudad de Cádiz, en España, Algar, un pueblo de 1400 habitantes quiere que sus tradicionales charlas de vecinos en la vereda se conviertan en Patrimonio de la Humanidad, para que la costumbre no desaparezca de este pueblo de 27 kilómetros cuadrados.

Ellos las llaman “charlas al fresco, pero a decir verdad no son exclusivas de Algar sino de muchos rincones de España.

Baste visitar los pueblos de provincia en Argentina para verificar cuánto le debemos aún a la madre patria. Incluso el escritor Manuel Puig, por otra parte, también las convirtió en la red troncal del tejido literario de varias de sus novelas.

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Las “charlas al fresco” en Cádiz.

Sin embargo, este pequeñito pueblo blanco de Andalucía siente como propia la costumbre de convertir en tema de conversación los años y la vida que han visto pasar desde la vereda.

Así lo comunicó el Ayuntamiento de Algar, en sus redes sociales: "En Algar no queremos que se pierdan nuestras costumbres, nuestra tradición, nuestra forma de relacionarnos con nuestros vecinos, por eso vamos a iniciar un procedimiento para que la ‘Charla al Fresco’ sea declarada Patrimonio de la Humanidad", informó el organismo.

Y para celebrarlo, el Ayuntamiento de Algar hizo un llamado a los vecinos para que salieran a las calles con su silla a charlar al fresco de la tarde, "como siempre lo han hecho". 

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Algar, pueblo blanco entre las sierras andaluzas.

Muchos vecinos se plegaron y las autoridades filmaron un video de los vecinos cotorreando en las veredas.

A charlar en la vereda

Las reacciones en las redes no se hicieron esperar y fueron disímiles. Por un lado y a modo de ejemplo, un usuario –Fernando García - votó a favor: “Que no se pierdan nuestras tradiciones, por mucho que lo intenten las nuevas tecnologías! Una charla al fresco es reconfortante. Siempre que sepamos elegir los contertulios. Cualquiera no vale).

Por el otro lado, no faltó quien puso el dedo en la llaga: “Si las charlas al fresco se consideran Patrimonio de la Humanidad, donde se concentra el critiqueo y todos los cotilleos de un pueblo, también deberían considerarse Patrimonio de la Humanidad los programas de corazón”, opinaron desde la cuenta @ilecebrado.

Hace tiempo en Madrid, la gente también salía a esperar la noche charlando en la vereda. La práctica se llamaba “mentidero”, y la Real Academia Española, con bastante vuelo, la define como “lugar donde se reúne la gente para conversar” sobre cosas de la actualidad

Por ende, la costumbre podía ser la cimiente de tertulias, talk shows fuera de cámara o el simple hecho de volver a conversar con los de enfrente y al lado, algo que en muchas metrópolis ya es cosa del pasado.

MM / ED