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Qué fue del anillo de diamantes que Onassis le regaló a Jackie Kennedy cuando se casaron

En su propia isla, Skorpios, el griego Aristóteles Onassis se casó con Jackeline Kennedy, el 20 de octubre de 1968, rodeados por el Mar Egeo y los cuadros de Miró. El era el hombre más rico del mundo y ella, la “viuda de América”.

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Casamiento de Jacky Kennedy con Onassis. | Cedoc Perfil

Un 20 de octubre, pero de hace 53 años, en una isla griega paradisíaca se casaban “la viuda de América”, Jackeline Lee Kennedy, y el hombre más rico del mundo en los años 60, el griego Aristóteles Sócrates Onassis.

No había dos mundos más distantes que los de ellos. Para empezar, él era 23 años mayor. 

Cuando ella, Jacqueline nacía en Southampton, Estados Unidos, Aristóteles Onassis, aun siendo griego, ya había ganado su primer millón de dólares vendiendo tabaco turco desde Argentina y creaba su primera empresa naviera, también en nuestro país, Astilleros Onassis.

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Ella, Jackeline, que era católica e hija de un agente de bolsa, se había graduado en la Universidad George Washington, con una licenciatura en literatura francesa y enseguida buscó hacerse un nombre en el mundo del arte. 

El, en cambio, que había nacido en Esmirna, cuando Turquía pertenecía a Grecia, venía de una familia de comerciantes ricos que habían perdido todo en la guerra greco-turca y habían regresado a la Grecia continental como refugiados.

Kennedy
Clan Kennedy. Se dijo que Ted Kennedy (centro) visitaba a Onassis más que su esposa, Jackeline.

Empobrecido, pero no vencido, él no tenía ni siquiera veinte años cuando llegó a Buenos Aires dispuesto a hacer su América. Limpió vidrios, fue mozo y consiguió un puesto como telefonista nocturno multilingüe que le permitió escuchar conversaciones secretas de la Bolsa de Comercio, tomar notas y hacer sus primeros pesos en el mercado financiero. Quedó claro que en materia de velocidad nadie le ganaría en los negocios. Mientras estudiaba de noche administración aduanera en la Sociedad de Aduanas Portuarias Argentinas, se compró un traje caro y comenzó a codearse con gente influyente; sobre todo con las familias Dodero y Gaona, que le presentaron varios de sus contactos.

Cuando él, Aristóteles, era dueño de una modesta flota de barcos mercantes viejos que había comprado al ejército norteamericano para transportar petróleo desde Estados Unidos, ella, la tímida Jackeline, conocía al congresista John Fitzgerald Kennedy en una cena de beneficencia.

Ella, Jackeline, era una celebridad mundial cuando, tras ocho años de matrimonio con John Fitzgerald Kennedy  se convirtió en la primera dama de Estados Unidos, en 1961. En 1963, el asesinato de su esposo, el presidente Kennedy, convirtió a Jackeline en la viuda más famosa del mundo y, también, en la más glamorosa (su icónico traje rosa Chanel salpicado por la sangre de la tragedia en el convertible que circulaba por Dallas recorrió todas las redacciones del orbe).

Jackie Kennedy
Jackeline Lee Bouvier, viuda de Kennedy y luego de Onassis. Nunca renunció al apellido Kennedy.

El griego, que se llamaba Aristóteles y era hijo de un Sócrates y una Penélope, en 1968 estaba casado con Athina Mary Livanos, hija y heredera de la familia griega más importante del negocio marítimo. Ya tenía dos hijos, Alexander y Christina. 

Ella, Jackeline, también con dos hijos (fueron cuatro, pero dos habían fallecido), conoció un pánico aún mayor a su propia tragedia cuando su cuñado, Robert Francis Kennedy, también fue asesinado el 6 de junio de 1968. En un pozo depresivo, pensó que su vida y la de sus hijos corrían peligro en Estados Unidos

Kennedy Asesinato Custodia
Magnicidio en Dallas, Estados Unidos, 22 de noviembre de 1963.

"Si matan a los Kennedy, entonces mis hijos son objetivos. Quiero salir de este país", habría dicho Jackeline, a quien todos llamaban Jackie. 

Alguien revisó su agenda telefónica y la viuda apareció en Grecia.

 

Boda Kennedy-Onassis


Si el yate de 100 metros de eslora y 18 cuartos no eran suficiente impacto emocional para el pedido de mano, Jackeline tuvo tiempo de mirar de reojo los cuadros de Miró y Renoir y la réplica del Salto del Toro del Palacio de Cnossos que adornaban la embarcación, hasta que el anillo de diamantes de 40 quilates de Harry Winston que “el novio” le regaló, terminó de convencerla. 

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Isla griega Skorpios, perteneció a la familia Onassis hasta 2013.

Ella le daba prestigio y él, un viaducto. No era tan difícil después de todo, se habían conocido en 1956, ahí mismo, cuando el armador generoso había invitado a todos los invitados de la boda de Grace Kelly y el Príncipe Rainiero a seguir brindando en las aguas puras del Mar Egeo.

Jackeline y Aristóteles firmaron un contrato prenupcial (cuartos separado, y veranos con hijos y en familia) y, el 20 de octubre de 1968, una boda relámpago para 40 invitados y todos sus hijos, en la isla privada de Skorpios (que Onassis había comprado –ironías del destino- cuando asesinaban a Kennedy, y que su nieta vendería en el año 2013) unieron sus vidas. 

Varias fotos en las que ella se veía exultante y él relajado terminaron de “sellar” sino su amor al menos su contrato nupcial. Ella dejó de lado el esplendoroso cuello bote del vestido blanco de su primer matrimonio con Kennedy y había preferido un Valentino color marfil, por arriba de la rodilla, pero cerrado hasta el cuello y con flores de azahar, tanto para ella como para “el novio”, según indicaba el culto ortodoxo griego.

A pesar de las distancias que la boda abreviaba, las revistas del corazón no tenían descanso. El “novio” estaba aún tramitando su divorcio y toda la prensa rosa hablaba de la gran cantante de ópera María Callas (su “canario”, como le decía), su pública-amante-secreta desde hacía nueve años como la verdadera novia que el magnate había dejado plantada casi a punto de ingresar al altar. 
Se llegó a decir incluso que Jacqueline sería excomulgada por la iglesia católica, tema que el cardenal Richard Cushing, de Boston, dio por cerrado con una sola palabra: "tonterías".

Sin hablar de sus cuentas bancarias, bastante desparejas, durante su matrimonio, la pareja “compartió” seis residencias lujosas: un departamento de 15 cuartos en la Quinta Avenida de Manhattan; una estancia con stud en Nueva Jersey; otro departamento sobre Avenue Foch, en París; la isla Skorpios; una casa en Atenas; un yate de 100 metros que llevaba el nombre de la hija de Onassis, Christina O. 

Kennedy
Clan Kennedy. Se dijo que Ted Kennedy (centro) visitaba a Onassis más que su esposa, Jackeline.

Sin embargo, pese a que tenían espacio suficiente para no tropezarse en la cocina, los cónyuges se veían poco; cada vez menos. Se llegó a decir, incluso, que Ted Kennedy lo visitaba más que su propia esposa. Onassis mismo inició el divorcio porque Jackie había infringido una de las cláusulas prenupciales (vacaciones familiares), pero cuando el trámite estaba en curso, el magnate griego –fumador empedernido de habanos- murió de neumonía a los 69 años, el 15 de marzo de 1975.

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Jackeline, ya dos veces viuda, tuvo que lidiar con la temperamental Cristina para litigar su herencia (su hermano, Alexandre, había muerto drásticamente en un accidente aéreo, del mismo modo en que varios años después también moriría el único hijo varón de Jackie, John-John). La ley griega limitaba enormemente que los bienes que Onassis había tenido en su patria se fueran del país en manos de una viuda que seguía llamándose Kennedy y seguía siendo estadounidense. Por eso, dos años más tarde, Jackie aceptó los $26 millones que Christina le tiró sobre la mesa y se volvió a Nueva York.

Jackie conservó el anillo de diamantes hasta el último día de su vida,  el 19 de mayo de 1994. Sus hijos lo venderían después en una subasta en Nueva York, por más de US$ 2,58 millones. Nadie encontró el bouquet de azahares que Valentino le había cosido a su vestido de novia.
 

MM