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Una vecina de Rosario denunció al narcotráfico y tuvo que irse: "Ya no es un barrio, es un aguantadero"

Lea Medina presidió la Vecinal de su barrio FONAVI. Junto a otras mujeres denunciaron la llegada del narco hace una década. Hoy, amenazada, tuvo que mudarse.

Lea Medina, vecina de Fonavi de Rosario 20221014
Lea Medina, vecina de Fonavi de Rosario | Santiago Baraldi

Le ganaron. Se cansó. Quedó sola en la pelea. El arma en la cabeza de su hija fue su límite. Ya está. Vendió su departamento y se fue. Incluso de Rosario. Lea Medina, dio todo por su barrio, fue la primera en denunciar las incursiones narcos hace una década. Pero nadie la escuchó, o sí, pero dejaron crecer el negocio. 

La mujer llegó en 1983 al FONAVI Supercemento, o como lo llaman “el de Mendoza y Donado” con su marido y tres hijos, en la zona oeste de la ciudad. Con los años, Lea se divorció, trabajó de peluquera, estudió administración de empresas y martillera pública. Inquieta, amiga de los vecinos, solidaria y “caradura” como se define, se puso el barrio al hombro con la Vecinal María Duboe, en homenaje a su amiga que falleció en un corte por reclamar agua, atropellada por un camión en 1995. 

La mujer recuerda el año 2013 como los “primeros movimientos sospechosos” y cuando a sus hijos les prohibió juntarse “con gente que venía vestida de Central y les regalaba camisetas a los pibitos”.

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El barrio tiene cien monoblocs, algunos tienen 12 , 18 y 24 departamentos, hoy unas 60 mil habitantes. “Al comienzo fue un barrio de gente trabajadora, hoy hay muchos venezolanos, guatemaltecos, brasileños, paraguayos, coincide con la llegada del narcotráfico al barrio", sostuvo la mujer.

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A su vez, recordó: "En 2013 fuimos amenazadas las integrantes de la Vecinal y en 2014 balearon a una compañera y presentamos la renuncia aterrorizadas. Sabíamos que eran de la barra de Central porque tenían puesta la camiseta y no era gente que viviera acá, eran de otros barrios. Incluso, en una reunión estaban los directores del Distrito, el de Vecinales, de la Policía Comunitaria y las directoras de las escuelas de toda la zona, y este narco (hoy fallecido) con cuatro matones nos toma la reunión".

Lea Medina, vecina de Fonavi de Rosario 20221014
El barrio Fonavi de Rosario.

Y sumó: "Querían saber quién era la presidente de la Vecinal, que hasta ese momento era yo, pero uno levanta la mano, de la comisión y le dice ‘quédate tranquilo, que ahora la manejo yo’. ‘Bueno, si es así cuenten con todo el dinero que necesiten que lo pongo yo’, respondió el narco. Las autoridades se levantaron y se fueron. Lo mismo hice yo, renuncié. Me han amenazado de todas formas, con mis hijos, con mis nietos y últimamente fue muy seria. Me he cansado de denunciar”.

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La comisaría Sub 22 del barrio fue visitada infinidad de veces por Lea Medina y las madres que dejaban denuncias e indicaban dónde se vendían drogas o qué departamento de tal monobloc había sido intrusado por narcos, “pero ellos no solo no hacían nada, sino que fui amenazada por una empleada de la Sub 22 que tenía connivencia con el narcotráfico”.

La mujer sabe lo que es la lucha social, el compromiso por su barrio, el tiempo que dedicó a hacer trámites, deambular por oficinas y hablar con funcionarios cara a cara, “incluso tengo el celular de Javkin (el intendente de Rosario) y le he mandado mensajes pidiendo ayuda mientras se tiroteaban hinchas de Newell’s y Central que habían armado un partido antes de un clásico. Terminar a los tiros. Esto ya no es un barrio, es un aguantadero”.

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En las paredes del barrio hay murales de pibes que murieron siendo soldaditos. Lea vio una docena de ellos muertos por balaceras, disputas de bandas. Una vecina, que vive con su hija, vivió una situación extrema. Un soldadito le puso el caño de la pistola en la boca cuando tenía tres años. Querían su vivienda, sino mataban a la niña. La mujer enfrentó la situación, pero su hija quedó traumatizada, sin habla. Cuatro años le llevó hacer un tratamiento para recuperar el habla.

En esta situación de vulnerabilidad se vive en el barrio. “Hoy tenemos soldaditos de siete años, nenas que llevan droga en su mochila escolar de un monobloc a otro, son sus primeros trabajos, a los 12 ya están armados.”, explica Lea. La referente del barrio, que movió cielo y tierra para conseguir agua, para obtener un centro de salud o para obtener la personaría de la Vecinal.

Entre los problemas que suma el barrio, Medina afirma que “en los centros de manzana hay senderos; pero hay gente que llegó corrida de otros lugares y se apropió de los espacios verdes. Tomaron el centro comercial, cerraron el barrio. Si ocurre un incendio o tiene que venir una ambulancia, no se puede ingresar a los monobloques. No hay por dónde pasar. Cuando llamamos a una ambulancia, tenemos que ir a esperarla a la calle porque, además, los médicos y camilleros no se animan a bajar".

Lea Medina, vecina de Fonavi de Rosario 20221014
Lea Medina, la mujer que denunció al narcotráfico y tuvo que dejar su barrio y su ciudad.

Además, contó: "Hicimos que podasen los árboles de centro de manzana y fue un problema para los que venden droga al menudeo, porque quedaban expuestos. Las copas de los árboles tapaban las luces y era más fácil comerciar entre las sombras. Hasta en eso estábamos. Nosotras denunciábamos y nos traban de locas. Cuando denunciábamos en los tribunales nos decían que no teníamos muertos, que no estábamos en el mapa del delito. Cuando tuvimos el primer muerto, en 2015, los llamé y les dije ‘ya tenemos el primer muerto, ¿ahora qué hacemos?’”.

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El FONAVI es lindero al barrio residencial Fisherton, Lea señala que “desde su Vecinal nos acusan que el delito y los robos que padecen es gente de nuestro barrio, pero sus autos de alta gama son los que llegan a comprar droga a nuestras calles. Este es un problema que nos atraviesa a todas las clases sociales y no sirven las acusaciones. Las amenazas a mi hija fueron un aviso. La gente no habla porque tiene miedo, se caya porque tiene miedo. Y yo, ¿qué estoy haciendo? Di mi vida por el barrio, pero hasta acá llegué”.

Finalmente, la mujer que vivió por su barrio y se tuvo que mudar amenazada, apuntó que hasta el cura de la iglesia Santísima Trinidad, lindera a la Seccional Sub 22, fue amenazado. “En sus primeros sermones denunciaba lo que pasaba en el barrio hasta que los narcos lo apretaron y ya no habla más. Nos ganaron por culpa de la inacción de políticos y funcionarios que saben lo que pasa. Lo que pasa en el FONAVI, pasa en todos los barrios. Vemos como nuestra juventud se mata, el daño que hace este negocio maldito de la droga”

AS CP