Medio Oriente / Dos años bajo fuego

Demoradas estrategias ante el horror después del horror

La aceptación con algunos reparos de Hamas al plan de 20 puntos impulsado por Trump impuso un compás de espera y abrió la puerta hacia un final de la ofensiva israelí sobre Gaza. Las esperanzas en una tregua que preceda a una “paz duradera” chocan con la incertidumbre y la fragilidad que implican algunos puntos del acuerdo.

Gaza City as Trump, Netanyahu Agree to Gaza Plan Foto: Photographer: Ahmad Salem/Bloomberg

A poco de cumplirse el segundo aniversario del terrible ataque perpetrado por la organización islamista Hamas en el sur de Israel, que dejó más de 1.200 muertos, otros tantos heridos y el secuestro de más de 250 personas, los hechos significativos y declaraciones altisonantes se suceden día a día con inusual vértigo.

La fecha marcada del 7 de octubre, que en 2023 significó el peor ataque sufrido por Israel desde su fundación en 1948 y abrió las puertas del infierno que lanzó el gobierno derechista de Benjamin Netanyahu como represalia en la Franja de Gaza y otros puntos del siempre convulsionado Medio Oriente, podría estar esta vez enmarcada por una “solución” hasta hace días impensable.

La veintena de puntos de un acuerdo que el presidente estadounidense, Donald Trump, impuso bajo amenazas a Hamas e instó a cumplir a Israel, tuvo el aval de diferentes gobernantes y diplomáticos, a pesar de los contenidos más espinosos y ambiguos de la propuesta, que han hecho dudar acerca de si la vigencia de un alto el fuego y la liberación e intercambio de rehenes y prisioneros, vivos y muertos, será realmente el epílogo de la guerra y la consecución de una paz duradera.

Al momento de escribirse estas líneas, Israel había atenuado, pero no cesado, sus bombardeos en Gaza, donde en la mañana del sábado se reportaron más de 30 muertos por esos ataques, que el jefe de la Casa Blanca reclamó frenar por completo para poner en marcha la primera fase de su plan.

A esa hora, el diario español El Mundo daba cuenta de la muerte de otros dos niños gazatíes por el hambre que azota desde hace meses a la sitiada Franja. El periódico agregaba que ya eran 459 las víctimas fatales de inanición y un organismo humanitario cifraba en un total de 67 mil los palestinos muertos por la ofensiva israelí lanzada hace casi dos años como respuesta al cruel ataque de Hamas.

La esperanza de una salida pacífica a los dos últimos años de este conflicto que ya lleva décadas no alcanza para disipar los interrogantes que aún rodean tanto a los puntos del plan presentado por el mandatario norteamericano como al compromiso real de cada una de las partes enfrentadas.

Diplomacia y algo más

Como contexto del declamado final de la escalada de violencia, no puede obviarse la sucesión de acontecimientos de las últimas semanas en el terreno diplomático y en las calles de diversas capitales del mundo.

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La Asamblea General de Naciones Unidas estuvo precedida por una declaración firmada por 142 países en favor de la ya casi desvencijada “Iniciativa de Dos Estados” o el reconocimiento del Estado Palestino, respaldado por mandatarios de Francia, Reino Unido, Canadá, Portugal, Australia, Eslovenia y otras naciones. Otros mandatarios, como el de Colombia, fueron más allá y denunciaron a Israel y su gobierno como responsables de un genocidio en Gaza, llevado a cabo con la complicidad de Estados Unidos. La palabra genocidio ya había retumbado en la sede de la ONU en discursos y reuniones de gobernantes y representantes internacionales.

Para cuando Netanyahu hizo uso de la palabra y argumentó que las operaciones militares en Gaza eran parte de una “legítima defensa”, el recinto estaba prácticamente vacío. Un repudio más que ostensible hacia quien la Corte Penal Internacional acusa por crímenes de guerra y de lesa humanidad, y por quien existe una orden de captura internacional.

Antes y después de pisar suelo de Estados Unidos, el primer ministro israelí sostuvo que nunca habrá un Estado palestino, dando por muerto el proceso de Oslo y dejando en el aire el punto 19 del plan Trump, que alude a “condiciones para avanzar hacia la autodeterminación y el Estado palestino”.

La aceptación con reparos que Hamas hizo a la propuesta del mandatario estadounidense ocurrió antes de vencer el ultimátum del republicano, que amenazó con “el peor ataque jamás visto” si rechazaban la oferta. Difícil imaginar una devastación mayor que la sufrida ya por un territorio convertido en escombros, que ahora se promete reconstruir con una versión menos fastuosa que la “nueva Riviera del Mediterráneo”.

Pruebas de fuego, o sin él

Para demostrar su real significado, la propuesta de Trump enfrentará pruebas cruciales. La devolución de rehenes por parte de Hamas, prevista en el punto 4, no podría dilatarse más. Tampoco la libertad de prisioneros palestinos a cambio, según el punto 5.

No menos complejos resultan los puntos referidos al desarme de Hamas y su futuro político. La declaración del punto 1 sobre que “Gaza debe ser una zona desradicalizada y libre de terrorismo” y el punto 6, que prevé amnistía y pasaje seguro para los combatientes, suponen una supervisión internacional aún no definida. Tampoco están despejadas las dudas sobre el gobierno tecnocrático palestino (punto 9) ni sobre el control externo de Gaza, reservado a Trump y “amigos” como Tony Blair, con una transición sin fecha de vencimiento.

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¿Cumplirá Hamas lo dispuesto en el punto 13, que prevé que el grupo no tenga “ningún papel en el gobierno de Gaza”? ¿Qué alcance tendrá la fuerza internacional de estabilización del punto 15?

Asalto en el mar 

Los anuncios de cese del fuego no taparon las noticias del asalto en aguas del Mediterráneo a la Global Sumud Flotilla, que intentaba romper el bloqueo israelí y llevar ayuda humanitaria a Gaza. La detención y deportación de decenas de personas que viajaban en esos barcos desató protestas y marchas en solidaridad con el pueblo palestino, incluso en Córdoba.

Aferrarse a una luz de esperanza de tregua es vital para quienes sufren desde hace dos años su propio calvario. Ya sea quienes perdieron a seres queridos o vieron su vida convertida en ruinas, esperan que esa esperanza no sucumba ante una nueva escalada.

Una intervención internacional acaso sea el preludio de una solución duradera. Sin embargo, diluir responsabilidades y soslayar los crímenes cometidos difícilmente ayude a cicatrizar las heridas a uno y otro lado de las fronteras que separan a dos pueblos condenados a convivir en el más emblemático pedazo de tierra del planeta.