Energía, Inteligencia Artificial y territorio: la oportunidad estratégica para Argentina
La apuesta de OpenAI por Argentina puede transformar al país en un polo energético y tecnológico regional. Con visión estratégica, energía firme y conectividad avanzada, Argentina podría liderar la nueva era de la inteligencia artificial y los reactores modulares.
El anuncio de Sam Altman de instalar infraestructura de inteligencia artificial en Argentina puede marcar un punto de inflexión histórico. Como en el año 2000, cuando Motorola eligió a Córdoba para su primer centro de software en Sudamérica, esta decisión puede catalizar una nueva ola de inversiones y empleo de alta calidad. La clave estará en combinar visión estratégica, energía firme y conectividad avanzada para transformar esta oportunidad en desarrollo real.
La decisión de OpenAI de firmar un Memorando de Entendimiento expresando su decisión de apostar por Argentina no es sólo un gesto simbólico, es un llamado de atención global. La masificación de la inteligencia artificial está provocando un rediseño profundo de las infraestructuras energéticas y digitales. Los centros de datos que alimentan a los modelos de IA consumen cantidades colosales de energía y requieren redes de fibra óptica redundantes, baja latencia y marcos regulatorios estables.
Este movimiento puede convertirse en el “litio tecnológico” de la próxima década, un motor capaz de movilizar economías regionales, generar empleo calificado y atraer capital global. Pero para aprovecharlo, Argentina debe corregir los retrasos estructurales acumulados durante más de 20 años de demagogia energética y planificación fragmentada.
La oportunidad nuclear que empezó hace 35 años
En 1999, durante el gobierno del presidente Carlos Menem, el Congreso sancionó la ley 25.160 de financiamiento para el primer reactor modular nuclear argentino, CAREM-25, un proyecto pionero en su tiempo a nivel mundial, destinando los recursos económicos para su desarrollo. Aquella decisión fue visionaria: anticipaba una tendencia que hoy domina el debate energético global. Sin embargo, décadas después, en medio de la intoxicación ideológica del supuesto Estado presente, el CAREM no se terminó e insumió 600 millones de USD, con avances en su obra civil pero con enorme retraso en su infraestructura tecnológica. Adicionalmente, se calcula que necesita otros 200 millones de USD.
Tres décadas y más de 600 millones de dólares después, CAREM no logró alcanzar escalabilidad comercial ni entrar en operación plena. No obstante, la tecnología evolucionó: los SMR (Small Modular Reactors) -reactores nucleares pequeños y modulares- hoy son la gran apuesta energética de Estados Unidos, Europa y Asia.
Argentina, que ya patentó su propio diseño de SMR, ACR-300, tiene una ventaja única en América Latina: capital humano especializado, experiencia industrial nuclear, marco legal de base y posición geográfica estratégica para atender un mercado regional en expansión. Si esta capacidad se combina con energía renovable e hidroeléctrica repotenciada, el país puede garantizar la energía firme que exige la nueva infraestructura de IA, tratando de aprender de la experiencia fallida del CAREM.
Hidroelectricidad y renovables: la base inmediata
La energía nuclear no es la única respuesta. Argentina posee un stock valioso de infraestructura hidroeléctrica instalada -como el complejo Río Grande y el embalse Cerro Pelado en Córdoba, Piedras Moras y otras presas complementarias- que pueden potenciarse con inversiones razonables para garantizar energía firme y estable a polos tecnológicos.
A esto se suma el potencial de grandes obras como Entidad Binacional Yacyretá, que permitiría el desarrollo de zonas francas para data centers en articulación con Paraguay, y la expansión acelerada de proyectos de energía renovable, particularmente solar y eólica, que ya cuentan con un régimen legal atractivo para inversores. La estrategia energética debe combinar nuclear modular (SMR), hidroeléctrica repotenciada y renovables distribuidas, generando un mix firme, diversificado y escalable.
La otra columna vertebral de la IA
En paralelo a la discusión energética, Argentina necesita redireccionar los esfuerzos de inversión en fibra óptica hacia zonas con potencial para atraer data centers de inteligencia artificial. No basta con extender kilómetros de red: hay que planificar estratégicamente dónde se instalan -en corredores patagónicos, nodos industriales en Cuyo, Patagonia, Tierra del Fuego, Córdoba, Mendoza y San Luis, y áreas cercanas a fuentes energéticas firmes- para convertir esa conectividad en un verdadero activo productivo.
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Para lograrlo, será indispensable auditar con seriedad el estado real de las inversiones realizadas por ARSAT y los recursos del Fondo Fiduciario del Servicio Universal (FSU). Sólo con un mapa claro y verificable del stock de infraestructura existente y su usabilidad efectiva, el país podrá ofrecer condiciones reales de competitividad frente a otros destinos globales en esta nueva industria estratégica.
Un mercado global en plena ebullición
Según la Nuclear Energy Agency, hay actualmente 127 diseños de SMR en desarrollo en el mundo, distribuidos en más de una docena de países. De ellos, 51 están en fase de pre-licenciamiento o licenciamiento. Los proyectos más avanzados son:
- BWRX-300 (GE Vernova – Hitachi), en construcción en Canadá.
- Natrium (TerraPower), con apoyo del United States Department of Energy.
- Rolls-Royce SMR (Reino Unido), con fuerte apoyo estatal británico.
- Xe-100 (X-Energy), con financiamiento público-privado.
- ACP100 (China National Nuclear Corporation), en construcción en Hainan.
Este mapa demuestra que la competencia es intensa, pero también que existe un mercado en expansión donde Argentina puede insertarse como proveedor regional, aprovechando su diseño propio, ACR-300, y la cercanía logística y cultural con los países latinoamericanos.
Ventajas competitivas regionales
La proximidad geográfica y cultural, la formación técnica en español, la similitud regulatoria en América Latina y la ausencia de otro proveedor regional hacen que Argentina pueda liderar el mercado SMR en el hemisferio sur.
Casos como Uruguay, Chile, Ecuador y Perú muestran que los SMR pueden complementar energías renovables, reducir vulnerabilidades energéticas y estimular industrias intensivas en energía como minería, manufactura y tecnología, sin necesidad de grandes líneas de transmisión.
La oportunidad no es hipotética: es una ventana que se está abriendo ahora y que otros países podrían cerrar si Argentina no avanza con rapidez.
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Liderazgo nuclear para una nueva era tecnológica
A mediados del siglo XX, Argentina fue pionera en América Latina en el desarrollo nuclear experimental y médico, estableciendo una trayectoria de innovación que la posicionó como actor respetado a nivel internacional. Hoy, en un mundo atravesado por la revolución de la inteligencia artificial y la transición energética, es hora de volver a ese liderazgo con una estrategia moderna y pragmática.
El contexto global no espera: potencias tecnológicas como Estados Unidos avanzan en programas como el Foundational Infrastructure for Responsible Use of Small Modular Reactor Technology (FIRST), que busca facilitar la cooperación internacional, la transferencia tecnológica y la instalación de reactores modulares pequeños (SMR) en países aliados. Este programa provee asistencia técnica y regulatoria y además abre la puerta a flujos de inversión privada en infraestructura energética de nueva generación.
Argentina no parte de cero. Cuenta con una trayectoria comprobada en desarrollo nuclear, talento técnico altamente especializado y, ahora, una nueva patente estratégica: el ACR-300, un reactor modular pequeño, escalable y adaptable al mercado regional. La oportunidad consiste en alinear esta capacidad técnica con capital privado, marcos regulatorios modernos y alianzas estratégicas internacionales.
Mantener el liderazgo histórico en energía nuclear experimental y médica pero poner como objetivo el desarrollo de los SMR útiles para la producción de energía no significa replicar esquemas estatales del pasado. Significa construir una alianza inteligente entre Estado, sector privado e instituciones científicas para convertir el potencial nuclear en un activo económico y geopolítico de primer orden.
Este liderazgo puede -y debe- complementarse con energías renovables, hidroeléctricas repotenciadas y redes de fibra óptica robustas. La infraestructura energética y digital es la nueva base material del desarrollo. La ventana de oportunidad está abierta. Dios dirá si Córdoba la aprovecha.
*Ex Secretario de Comunicaciones de la Nación
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