CULTURA POPULAR

José Luis Serrano: “Doña Jovita, más que un personaje es una causa”

Hace casi 40 años que la abuela de Traslasierra se convirtió en un ícono del humor cordobés y en una voz incómoda pero necesaria del interior profundo. Lejos del éxito entendido en clave de mercado, su vigencia se explica por una alegría esperanzada que nace del fracaso, la memoria y la resistencia cultural.

Identidad. José Luis Serrano construyó a lo largo de casi cuatro décadas un personaje que condensa humor, memoria y resistencia cultural. Foto: CEDOC PERFIL

El entrañable personaje de Doña Jovita, creado por el actor y cantautor José Luis Serrano hace casi cuatro décadas, no pierde vigencia. Ni ella ni él necesitan presentación, pero vale recordar algunos hitos de esta dupla (dos en uno, en realidad) artística que ha recorrido escenarios del país y del mundo.

La abuela transerrana plantea -con humor, ternura y cierta impunidad- temas serios como la pobreza o los derechos vulnerados, y se posiciona con firmeza a la hora de defender el monte nativo, el agua y la idiosincrasia del interior profundo. Ella y su creador son una marca de identidad del Valle de Traslasierra y de Córdoba, habiendo recibido múltiples reconocimientos a lo largo de estos años. El último fue otorgado por la Fundación Azara, que premió el “Compromiso cultural con el ambiente” de Serrano.

No muchos saben que José Luis Serrano es, en realidad, José Luis González, y que “Serrano” es su nombre artístico. Tiene 68 años y es oriundo de Villa Dolores. Su dilatada carrera comenzó muy joven en la provincia de Formosa, integrando un conjunto folclórico, componiendo y cantando sus propias canciones. Muchas de sus letras escritas en la adolescencia siguen sonando hoy en la voz de diversos artistas. Figuras como Horacio Guarany, Juan Falú, Small Jazz Band, Mario Alvarez Quiroga, Juana Luna, Los 4 de Salta, entre otros, han grabado sus obras.

El personaje “Doña Jovita” nació en 1986 como un homenaje a las abuelas serranas y su fama se extendió rápidamente a los cuatro puntos cardinales. Además de su carrera teatral, Serrano hizo un gran camino en el ámbito radial, junto a grandes figuras como Luis Landriscina y Rony Vargas y colaboró con artistas y pensadores reconocidos (Antonio Gala o Mercedes Sosa, entre tantos).

Doña Jovita es una anciana alegre, viuda, militante de causas humanas y ambientales. Participó en campañas de prevención contra el cólera, el Mal de Chagas, el cáncer de mama, y de apoyo a la lactancia materna y la alfabetización. Es un ícono del humor cordobés, que defiende la dignidad de los adultos mayores y es un referente nacional en el cuidado del monte. En diálogo con Perfil Córdoba, José Luis Serrano dice que si le preguntaran a Doña Jovita cómo ve el país hoy, ella diría lo que dice quien desea seguir andando: “A esto ya lo he visto con otros disfraces”.

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-Doña Jovita es un ícono de la cultura popular. Recordanos quién es ella y cómo nació este personaje.
-Lo de Doña Jovita es, más que un personaje, una causa. En sus comienzos no surgió como una expresión teatral, sino como un conjunto de canciones inspiradas en habitantes de la montaña y el Valle de Traslasierra; de gente de una dignidad inmensa que vivía en la adversidad, al margen del circuito del éxito y del consumo. Sin embargo, poseían —y muchas aún poseen— una hondura humana que me honra conocer; y cuidar esos vínculos. De ellos soy un discípulo incansable. Admiro profundamente su capacidad para sostener la esperanza en estos tiempos de confusión. Suelo decir que Doña Jovita carga con varios estigmas, entre ellos: ser pobre, vieja, mujer y habitante de un interior lejano a los grandes centros urbanos.

-Doña Jovita sigue vigente a pesar del paso de los años. ¿A qué creés que se debe?
-Aunque no siempre dirijo mi mirada hacia ella, me acerco a Doña Jovita pensándola como una persona real, habitando el vértigo de este tiempo. Es una abuela que se ve obligada a dialogar diariamente con la realidad, sin someterse a las reglas del sistema, porque sus recursos se nutren de la memoria agradecida de una vida en paz, intensa y diversa. Con su acervo regional, el personaje ha acompañado durante décadas a un público atento, tanto desde la radio como desde el teatro. Es una perdedora en apariencia, pero ha aprendido a convertir sus fracasos en un motivo luminoso para transitar la alegría, desde la picardía y el ingenio de quienes han sobrevivido, de quienes han atravesado la oscuridad de la desolación y han sabido ser generosos en la escasez. Esa gente existe a lo largo y a lo ancho del país. Ese “don nadie” que entiende que hay que seguir adelante sin hacer de la tristeza una costumbre, para acompañar a quienes vienen detrás: hijos, nietos o cualquiera de los jóvenes de nuestra tierra.

-¿Qué significa para vos que se haya convertido en un espejo de la identidad y la resiliencia del interior profundo del país?
-Administrar el lenguaje y las actitudes de Doña Jovita es para mí una enorme responsabilidad. Mucha gente ha depositado su confianza en la palabra que ella encarna, una palabra que debe transmitir esperanza y, al mismo tiempo, hacernos conscientes del valor del absurdo, para no tomarnos tan en serio y aprender a agradecer los milagros cotidianos. En el camino he tenido modelos, grandes personas, grandes artistas, que me han acompañado con infinita generosidad.

-¿La forma de hablar de Doña Jovita —llena de coplas, modismos y sabiduría popular— es una forma de resistencia cultural frente a la globalización?
-Sin duda. Desde la adolescencia cargo con esa convicción. Haber sido víctima del bullying y de la cultura del descarte me enseñó que el humor puede ser una dulce respuesta, una forma saludable de relacionarme con el mundo. Mi resistencia cultural nació en los primeros años de la escuela secundaria, cuando sentí la invasión externa y la burla hacia nuestra expresión regional. Aquello se vivió como un insulto a mi estirpe, y eso —lo supe desde entonces— no se negocia.

-Doña Jovita utiliza el humor, incluso, para hablar de la pobreza, la política, el desmonte o los estigmas sociales. ¿Cómo reacciona la gente?
-Quienes tienen conciencia y comprenden que todo pasa, lo reciben amablemente, porque no piensan sólo en sí mismos: son capaces de divisar la vida de sus hijos y nietos, amenazada por la destrucción de la naturaleza, por la pobreza del alma —que roza el suicidio— y por una política frívola que generalmente busca únicamente el éxito del gobernante de turno y no el bien común.

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-¿El mensaje se expande mejor a través de ella?
-Sí, porque ciertos asuntos se vuelven más accesibles cuando los dice una abuela. Ella es dueña de una suerte de impunidad con ternura, y desde su lugar no tiene nada que perder. Dialoga tanto con la vida como con la muerte, le brota una alegría esperanzada con forma de cuento.

-¿Cómo se relaciona esta abuela con la naturaleza?
-Como tantas abuelas que he conocido, conversa con el planeta. Habla con las plantas mientras las riega y trata a los animales desde un corazón misericordioso. En esa ternura se mueven estas abuelas y abuelos.

-En alguna oportunidad dijiste tener más “esperanza” que “expectativas” respecto a la situación ambiental global. ¿Por qué?
-Porque las expectativas me quitan libertad: suponen que las cosas deben suceder como yo deseo. La esperanza, en cambio, me permite contemplar el movimiento cósmico que danza cerca y dentro de mí, sin imponerle mis condiciones.

-¿Qué diría Doña Jovita sobre el momento actual que vive la Argentina?
-Diría lo que dice quien desea seguir andando: “A esto ya lo he visto con otros disfraces”.